El presidente hizo sesionar dos veces al Consejo de Ministros y afinó el bloque de compromisos y prioridades llevándolas a 63.
Distribuyó entre el gabinete las responsabilidades y quedó a la espera de las medidas y proyectos que provengan de estos equipos interministeriales para abordar las prioridades mencionadas.
Mientras tanto, en paralelo con todo el resto, el equipo económico y la Cancillería funcionan en su lógica y en su salsa. En primer lugar, no está claro que sus orientaciones tengan nada que ver ni con el programa, ni con la bancada ni con los frenteamplistas ni con las decisiones del secretariado. Huelga relevar la evidencia que en este punto es abrumadora. Por el contrario, se concentran en sus propias definiciones, equipos, y hacen y declaran con libertad.
De algún modo, obedecen el mismo criterio que los llevó ahí: son dos personas inorgánicas, elegidas por su capacidad o prestigio técnico, de confianza del presidente, pero sin bancada y sin votos propios. No se sienten especialmente mandatados. Por eso el ministro de Economía habla, por ejemplo, de desindexación salarial sin tapujos, pese al programa y a los frenteamplistas, o el canciller mantiene una oficina de la ANII en Jerusalén contra la opinión del secretariado (!!) o de la Universidad de la República sin que se le mueva un pelo.
Uno de los aspectos más destacados de este comienzo lo protagoniza el equipo económico con su relevamiento de las deudas que nos dejó el gobierno de coalición.
Cada día aparece un nuevo clavo, una nueva restricción, un monto inesperado en el pasivo que ya supera los mil millones de dólares. Ese agujero negro sería lo que explica por qué el Gobierno es parco en los anuncios y en las medidas. Y también sería el motivo por el cual el Gobierno está empeñado en discutir la rendición de cuentas y concentrarse en la elaboración de su primer presupuesto, y no en adoptar medidas mediante decretos o con los fondos en caja al día de hoy.
Entre los ministerios, la parquedad es mucha.
Sin embargo, hay que apuntar entre los logros el lanzamiento por la OPP del diálogo social con agenda, fecha y claridad en la integración y objetivos; el lanzamiento de un diálogo para construir un plan nacional de seguridad, que está llevando adelante el Ministerio del Interior, y algunas cuantas disposiciones en el Ministerio de Defensa, en el Ministerio de Industrias y en la ANEP, todas ellas tendientes enderezar entuertos dejados por la Administración pasadas que, como dijo Olesker en relación con la salud pública, hizo mucho daño.
Por el momento, es lo que hay.