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Editorial información | EEUU |

EEUU y sus peligrosas iniciativas

Medios, periodistas, información y desinformación

Por Alberto Grille

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Caras y Caretas Diario

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La guerra en Ucrania ha puesto en evidencia que la buena información es un bien incierto, escaso y muy manipulable.

Ni el más crédulo puede poner las manos en el fuego por una noticia, por más que confíe en la fuente que se la proporciona y ninguna información puede darse por cierta sin que nos asalte el beneficio de la duda.

Más aún cuando se prohíben canales de televisión por las grandes internacionales de internet, las censuras en las redes se hacen cada vez más frecuentes, circulan ampliamente más mentiras que verdades y en nuestra propia Vera TV un funcionario, arrogándose ciertas prerrogativas de dudosa constitucionalidad y aparentemente contra la opinión del propio presidente de la República, también censura una señal internacional, sin motivo aparente.

Quién afirme que solo cree en lo que ve o lo que toca, olvida que ni en lo más visible o más palpable se puede creer porque los que poseen los medios y los instrumentos más poderosos han creado las usinas para desinformarnos y para desmontar las operaciones de información del adversario.

El cuento chino más terrible por estos lares no es precisamente chino.

Se trata de una palabra con la que puede endulzarse cualquier veneno, la palabra democracia, esa bella signora tan esquiva como deseada, que escudada en su belleza deslumbrante es capaz de ocultar un alma tan oscura como la noche.

En estos días la antorcha de la democracia se enciende en Estados Unidos, curiosamente en un país que ha sido cómplice y parte sustancial de golpes de Estado, dictaduras, genocidios y violaciones de los derechos humanos a lo largo y a lo ancho del planeta.

La preocupación por la democracia y la paz en las esferas gobernantes de Estados Unidos merecería el Premio Nobel de la hipocresía.

Sin embargo, sin avergonzarse, el presidente de EEUU asigna y el Congreso de EEUU aprueba el presupuesto militar más costoso del mundo, promueve el armamentismo, el desarrollo de nuevas armas, robóticas, ultrasónicas y nucleares, dispone su comercialización y distribución, promueve nuevas guerras y, en algunos de sus mejores aliados, ignora las violaciones masivas de los derechos humanos y la instauración de los gobiernos más autoritarios y corruptos.

En estos días, en la Cumbre para la Democracia, Joe Biden nos anuncia una nueva propuesta presidencial para desarrollar iniciativas políticas y de asistencia exterior para reforzar la democracia y los derechos humanos a nivel mundial.

En este caso no se trata de incursiones armadas ni intervenciones diplomáticas, ni operaciones militares encubiertas, ni desembarco de marines, ni donación de armas, blindados ni municiones, sino de operaciones políticas y mediáticas con asociados gubernamentales y no gubernamentales con ideas afines; para EEUU, defender la “resiliencia democrática, la que es beneficiosa para su seguridad nacional”.

El año próximo, el gobierno de EEUU asignará 425 millones de dólares con lo que contribuirá entre otros fines a apoyar medios de comunicación independientes, periodistas y a los reformadores democráticos.

En particular se apoyará con 47 millones de dólares a través de asignaciones de la Usaid a periodistas y medios de comunicación para su sostenibilidad, apoyo jurídico y psicosocial, y para su seguridad informática y física, más de 100 millones de dólares para las organizaciones de trabajadores democráticas y más de 30 millones para el empoderamiento de líderes femeninas.

La lista de instituciones “democráticas”, “reformistas”, “independientes”, es muy extensa y los montos a asignar son siempre abultados y millonarios, hasta llegar aproximadamente a los 500 millones cada año.

La intención del gobierno norteamericano es en la práctica venenosa, máxime que no existe ninguna justificación para que un gobierno intervenga financiando y prestando asesoramiento a entidades políticas extranjeras, a medios de comunicación, líderes u organizaciones no gubernamentales, menos si se trata de iniciativas que detrás de propósitos aparentemente nobles esconde el supuesto propósito de proteger su “seguridad nacional” de supuestos adversarios malvados que no identifica y confunde en una bruma que incluye terroristas, narcotraficantes, partidos o líderes o periodistas o medios antidemocráticos, cárteles, violadores de los derechos humanos y corruptos de toda laya. Al lector de esta nota le parecerá distante este propósito de cooptación de voluntades con dinero por parte del gobierno norteamericano, como si a nosotros no nos pudiera pasar y tal dinero nunca va a ser asignado a periodistas o medios latinoamericanos o uruguayos.

Pero miren a dónde llegan con los propios ciudadanos norteamericanos.

En estos días, en su exposición ante la Subcomisión de Asignaciones de la Cámara de Representantes, el secretario de Seguridad Nacional de EEUU, Alejandro Mayorkas, anunció que su Departamento está creando una Junta de Gestión de la Desinformación.

De acuerdo a lo que ha declarado, el propósito es reunir recursos para contrarrestar la información engañosa sobre varios temas, lo que constituye una fuerte amenaza para la seguridad nacional.

Siendo más concreto, Mayorkas explicó que la mencionada Junta procurará reunir las mejores prácticas para hacer frente a la amenaza de la desinformación procedente de Estados extranjeros y de adversarios y difundir las mismas entre los operadores que desde hace años han estado trabajando con el mismo propósito.

Por si acaso, dejó constancia de que la Junta no se propone espiar a los ciudadanos estadounidenses, ni tendrá la autoridad operativa ni las capacidades para hacerlo.

Nina Jankowicz, quien fue becaria de desinformación en el Wilson Center y cuyo currículum incluye haber trabajado con el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania y supervisado los programas de Rusia y Bielorrusia en el grupo de presión National Democratic Institute, será quien presida la Junta.

Nina además es autora del libro How To Lose the Information War: Russia, Fake News, and the Future of Conflict (Cómo perder la guerra de la información: Rusia, las noticias falsas y el futuro de los conflictos).

Al parecer el Departamento de Seguridad Nacional viene trabajando el tema de la desinformación dentro de su programa de Inteligencia y Contrainteligencia desde hace varios años y la Junta antedicha ha sido creada para preservar el derecho fundamental de la libertad de expresión y para proteger aún más la privacidad, los derechos civiles y las libertades civiles.

Respondiendo a las preocupaciones que dicho anunció provocó entre analistas y congresistas, la vocera de la Casa Blanca, Jen Psakis, respondió que el nuevo grupo de trabajo operará de manera "no partidista" y "apolítica" y continuará el trabajo de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA), que fue creada en 2018 dentro del Departamento de Seguridad por el entonces presidente Donald Trump y que tiene el objetivo de contrarrestar la desinformación que amenaza a la patria, así como los asuntos que incitan al extremismo violento, los traficantes de personas y otras organizaciones criminales transnacionales, cualquier esfuerzo que sea una influencia extranjera maligna, cualquier cosa que ponga en peligro a las personas durante las emergencias", añadió.

Sin embargo, la Junta que detenta el curioso nombre de la Gestión de la Desinformación ha provocado un rechazo masivo en Estados Unidos.

Muchos políticos y expertos han criticado la iniciativa por considerarla una represión de la libertad de expresión y la compararon con el 'Ministerio de la Verdad' que aparece en 1984, la novela política de ficción distópica del escritor George Orwell.

La exdiputada demócrata Tulsi Gabbard afirmó que quien está detrás de la nueva Junta de Gestión de la Desinformación es el expresidente de EEUU Barack Obama. Gabbard lo denunció compartiendo imágenes de un discurso que pronunció Obama el pasado 21 de abril en la Universidad de Stanford y que estuvo centrado en "la desinformación y los desafíos a la democracia en el ámbito digital".

“Si los censores de las redes -según Obama- no van suficientemente lejos, el Estado debe hacer su trabajo de control”.

Según los críticos de este proyecto, hay motivo para que los ciudadanos de EEUU tengan que preocuparse y si los norteamericanos tienen que preocuparse, nosotros, mucho más al sur, más motivos tenemos.

En el discurso en cuestión, el exmandatario de EEUU argumentó que, si bien las redes sociales han tomado medidas contra los "contenidos peligrosos", lo cual "debe ser aplaudido", las decisiones sobre moderación "no deben dejarse únicamente en manos de intereses privados".

"Estas decisiones nos afectan a todos, y al igual que cualquier otra industria que tiene un gran impacto en nuestra sociedad, eso significa que estas grandes plataformas deben estar sujetas a cierto nivel de supervisión y regulación pública", dijo Obama.

Cuidado con las imitaciones de control social, máxime cuando en la LUC se ha incorporado al organigrama institucional del Estado un organismo, la Agencia de Inteligencia, sin ningún control parlamentario y con poderes extraordinarios, incluyendo el de hacer acuerdos secretos con agencias de inteligencia extranjeras.

Y más cuidado con esas asignaciones norteamericanas a periodistas, líderes sociales y medios de comunicación por parte de agencias norteamericanas, más aún cuando aquí se habla de que grupos económicos uruguayos y extranjeros comprarían radios, diarios y semanarios democráticos fundidos para procurar lo que Biden llama su “sostenibilidad”.

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