América Latina tiene que repensarse y buscar en la historia y en los teóricos de la Cuarta Revolución Tecnológica los instrumentos que le posibiliten su desarrollo y su inserción en marcos internacionales adecuados para tal fin. Cada crisis es siempre una oportunidad.
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En su espléndida biografía El valor de actuar/Memoria de una crisis y secuelas (Península, 2016, 724 págs.), el extitular de la Reserva Federal, Ben Shalom Bernanke, se lamenta de que el gobierno de Barack Obama, que decidió aplicar políticas expansivas de corte keynesiano para derrotar la Gran Recesión (y entre ellas salvar los bancos a excepción de Lehman Brothers, acaso porque era la competidora de Goldman Sachs, de donde provenía Henry Paulson, el secretario del Tesoro), no haya decidido poner presos a los banqueros responsables de las “burbujas financieras”. Dice Bernanke: “Hubiera preferido mayor investigación de las acciones individuales, ya que, obviamente, tanto los errores como las actuaciones ilegales fueron obra de individuos concretos, no de empresas abstractas”. Es que “las cárceles -como bien se ha dicho- están repletas de delincuentes fracasados; los triunfadores son los dueños del poder real mundial”.
Más cruel todavía fue el escritor, director fílmico y guionista Emmanuel Carrère (1957) quien afirmó: “Vivimos en el mundo que imaginó Philip K. Dick”, es decir, el autor del relato que dio lugar a Blade runner (junto con La naranja mecánica, la primera distopía negra que anunció, en medio de un mundo feliz, la llegada del que padecemos, regido por un individualismo darwiniano y líderes autoritarios, sin ideales solidarios), y escribió la tremenda El hombre en el castillo (1962, la novela que expone dos mundos paralelos en uno de los cuales el Tercer Reich triunfó y Hitler gobierna Europa, posibilidad que tuvo en cuenta Jorge Luis Borges en su magistral cuento “Deutsches Réquiem”, y que hoy, con Trump, Bolsonaro y otros socios similares, podría leerse de ambos lados), genio de la ciencia-ficción (¿o profeta visionario?), al que compara con Dostoievski. “¿Lo que más me fascina de él? Lo profético de su obra”, puesto que hoy, “vivimos en el mundo que él imaginó”, y afirma que filmará una historia que muestra que encontrar trabajo en el mundo posterior a la crisis de 2008 sigue siendo un infierno para muchos.
Ese es el mundo que vivimos, que nada hace suponer que mejorará en el corto ni mediano plazo, sino que empeorará.
El FMI, las grandes potencias y nosotros
Entre el 8 y el 14 de octubre, sesiona en Bali, Indonesia, la Segunda Reunión Anual (también llamada, de otoño) de las Juntas de gobernadores del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Grupo Banco Mundial (GBM) que congregará a los ministros de Economía y Finanzas y presidentes de bancos centrales de todo el mundo, así como a parlamentarios, CEOs del sector privado, representantes de organizaciones de la sociedad civil y miembros de círculos académicos, con el objeto de debatir temas que preocupan, tales como las perspectivas económicas mundiales, el cambio climático, y el avance de las economías desarrolladas, emergentes y subdesarrolladas.
En esta ocasión, la agenda aparece dominada por la “guerra comercial” entre Estados Unidos y China Popular, las dos mayores superpotencias globales, sobre cuya estrecha unión complementaria sigue reposando la estabilidad política, económica y militar del mundo. El FMI se ha cansado de señalar que dicho conflicto, desatado por las “medidas proteccionistas” de Donald Trump (que cree, o al menos dice creer que es posible volver al mundo de los años 50 del siglo XX, cuando EEUU tenía el 51% del PIB mundial y era la primera potencia tecnológica e industrial del mundo), solamente traerá una ralentización del crecimiento global, que en junio se estimaba en 3,9% y en octubre se sitúa en el 3,7% según el informe Perspectivas de la economía mundial (informe WEO), que lo prevé estancado en 2019.
La Cumbre tiene lugar en el 20º aniversario de la crisis global ocurrida en el sudeste asiático, y a diez años del punto culminante de la Gran Recesión 2007-2010, crisis cuya importancia fue mayor que la Gran Depresión de 1929, y que fue resuelta con una extensión de los mismos instrumentos.
Vayamos a los documentos: ¿qué dice el documento base, que tiene la tremenda significación de ser el último escrito por Maurice Obstfeld, el más brillante economista jefe que ha tenido el FMI en años, el primero en aconsejar (y criticar) adecuada e independientemente a las grandes potencias, cuyo talento, por desgracia, no llegó a tiempo para aconsejar también a América Latina (ver recuadro)?
El Informe Obstfeld
Dice en su Introducción el documento Perspectivas de la economía mundial : “(…) esta introducción del informe WEO, el último a mi cargo, situará la coyuntura actual en un contexto histórico más amplio para poder extraer de mejor manera lecciones para el futuro (…) La década transcurrida desde la crisis financiera mundial de 2008–09 ha sido efectivamente una época de drásticos cambios económicos y políticos, una tendencia que parece tener pocas probabilidades de desvanecerse en el futuro venidero”.
Obstfeld pasa revista a la crisis asiática (1997-98) y al estallido de la burbuja de las industrias punto.com (2001), la emergencia de las economías china e india, sobradamente conocidos por los lectores de Caras y Caretas. Llega así a la Gran Recesión, que señala, fue vencida «gracias a las vigorosas respuestas anticíclicas lanzadas por los países del G20» (…) enfatizando que «muchas economías avanzadas recortaron las tasas de política monetaria a límites inferiores a cero y comenzaron a experimentar con políticas monetarias no convencionales (en obvia alusión a la «quantitative easing», la recompra masiva de bonos por parte de los gobiernos, N. de R.) Sin embargo, después de 2010–11, una sucesión de shocks se conjugaron para impedir un crecimiento ininterrumpido, vigoroso y sincronizado, entre ellos cabe mencionar la crisis de la zona del euro, la reversión del estímulo fiscal en grandes economías, el tambaleo del crecimiento chino y la caída de los precios de las materias primas». Es de destacar que con estas afirmaciones, Obstfeld se muestra más heterodoxo, más keynesiano aún que Bernanke y de alguna manera señala la vigencia que tendrían aún hoy esas políticas expansivas.
Señala que en octubre de 2018, las perspectivas la expansión parecen más inciertas, a pesar de que en Estados Unidos «por el momento el crecimiento sigue siendo excepcionalmente vigoroso, alimentado por una expansión fiscal procíclica». Afirma que el FMI ha recortado las perspectivas de crecimiento de la Eurozona, Corea y el Reino Unido, y que su reevaluación es más drástica para los mercados emergentes: «Según nuestros cálculos, el crecimiento se debilitará en América Latina (especialmente Argentina, Brasil, México), Oriente Medio y economías emergentes de Europa (especialmente Turquía). Nuestras proyecciones de crecimiento para China en 2019 también son más bajas que en abril, dada la última ronda de aranceles impuestos por Estados Unidos a las importaciones de China». Como vemos, no le tiembla el pulso para acusar nuevamente a Donald Trump por la caída de actividad económica mundial. ¿Cuándo el FMI se atrevió a cuestionar de tal forma las políticas de Estados Unidos?
Continúa Obstfeld: «El pronóstico para India también es más bajo. Debido a estos cambios, hemos recortado nuestras proyecciones de crecimiento mundial para este año y el próximo a 3,7% (…) La incertidumbre en torno a la política comercial es pronunciada tras las medidas que Estados Unidos tomó (o amenaza con tomar) en varios flancos, las respuestas de sus socios comerciales y el debilitamiento general de las consultas multilaterales sobre temas comerciales». Más claro, imposible.
Y culmina su panorama global defendiendo íntegramente las políticas expansivas: «En medio de la incertidumbre comercial, las condiciones financieras están empeorando para las economías de mercados emergentes y en desarrollo, a medida que se adaptan a las progresivas alzas de las tasas de interés de la Reserva Federal y a la inminente conclusión de las compras de activos por parte del Banco Central Europeo. En comparación con hace 10 años, muchas de estas economías tienen niveles más altos de deuda empresarial y soberana y, en consecuencia, son más vulnerables. Como las tensiones geopolíticas también guardan relevancia en varias regiones, estimamos que incluso en el futuro próximo la posibilidad de sorpresas desagradables supera la probabilidad de buenas nuevas imprevistas».
Las recomendaciones
En lo que viene a ser su legado intelectual en el FMI, Obstfeld culmina el informe con un capítulo titulado «Retos para las políticas», en el que señala: «La dificultad secular más grave para muchas economías avanzadas quizá se centre en el lento aumento de los ingresos de los trabajadores, la sensación de menor movilidad social (…) esas crisis, junto con ciertos aspectos de la política de respuesta, desencantaron aún más el sentir de la gente. Ese descontento, a su vez, contribuyó al surgimiento de tensiones en torno a la política comercial, así como a un escepticismo general respecto de políticas y políticos centristas, que tradicionalmente respaldaron la cooperación internacional como la respuesta adecuada a dificultades comunes.
Frente a este malestar, las autoridades deben adoptar una perspectiva a largo plazo. Las políticas fiscales inclusivas, la inversión en educación y el acceso seguro a una atención de salud adecuada pueden reducir la desigualdad y son prioridades críticas. Lo mismo puede decirse de redes de protección social más seguras que pueden ayudar a los trabajadores a adaptarse a los shocks estructurales, provocados ya sea por la globalización, el cambio tecnológico o (en algunos países) el cambio climático. Las políticas encaminadas a promover la participación en la fuerza laboral y la inclusión económica de la mujer y la juventud son especialmente importantes». (…) Me enorgullece saber que mientras ocupé este cargo el FMI fue un defensor cada vez más enérgico de esas políticas inclusivas, a la vez que respaldó soluciones multilaterales a problemas internacionales. Sin políticas más inclusivas, el multilateralismo no puede sobrevivir. Y sin multilateralismo, el mundo será un lugar más pobre y más peligroso».
El señalamiento de los peligros que entrañan las políticas de Donald Trump y sus consecuencias en el resto del mundo no pueden estar más claramente expuestos. Quizás por esto se produjo la inesperada salida de Maurice Obstfeld como economista jefe del FMI.
La Academia recupera uno de sus más altos valores.