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Política

Con Oscar Bottinelli

El pivot electoral del seis por ciento

En entrevista con Caras y Caretas el politólogo Oscar Bottinelli analizó el alcance del resultado del referéndum del pasado 27 de marzo y explicó algunas de las claves que dichos resultados permiten descifrar, relativizando que el binomio celeste-rosado sea una expresión de dos familias ideológicas claramente definidas como en su momento fue el bipartidismo de divisas blancas y coloradas.

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Utilizamos como disparador de la reflexión la imagen de la “torta” partida al medio en porciones celeste y rosada para preguntar si ese era el nuevo tablero político o la consolidación de las familias ideológicas de las que tanto habla el expresidente Julio María Sanguinetti.

Bottinelli analiza que el resultado del 27 de marzo es casi igual al del balotaje de noviembre de 2019 y en ese sentido hay un porcentaje del electorado de un 6% de base frenteamplista que no votó a Lacalle y que ahora se suma al Sí. También identifico que los dirigentes de la coalición multicolor en base a las encuestas confundieron la simpatía por el presidente Lacalle, sobre todo en el manejo de la pandemia, con adhesión política, y de cómo sigue siendo un tema pendiente a resolver para el Frente Amplio su vínculo con las organizaciones sociales.

 

Hablemos un poco de lo que implican los resultados en números.

Cuando analizamos los últimos cuatro actos electorales, la elección de octubre reflejada en el voto a los partidos, el balotaje de noviembre, las municipales que vuelve a ser una abanico de partidos y el referéndum, encontramos por un lado un electorado que va del 48% al 50% que estaría ligado a la coalición multicolor, al oficialismo y al voto por el No. Por otro lado tenemos un entorno en lo que podríamos llamar la izquierda de 40% al 41%; luego hay un tercer bloque de casi 4% que votó anulado que es neutro, que en el balotaje votó en blanco y anulado, y en octubre, un sector neutro o “nini”.

Y un cuarto bloque que es lo que queda, un 6% de todo el electorado que votó a los partidos de la coalición en la elección nacional de octubre, pero luego en las dos instancias binarias del balotaje y del referéndum vota del otro lado asociado a la izquierda.

O sea que, sacado el sector neutro, hay tres actores donde el actor clave y decisivo es el cuarto bloque del 6%, que por un lado le dio una holgada mayoría parlamentaria la coalición multicolor, pero por otro lado un casi empate tanto en noviembre como el 27 de marzo.

 

¿Ese voto “no voto” a Lacalle y al Sí habla de un voto frenteamplista?

Ese segmento del 6% no se siente identificado con lo que representan el presidente de la República y el Partido Nacional.

Son votantes que dentro de la coalición dieron su voto a Talvi dentro del Partido Colorado y a Manini de Cabildo Abierto, que tienen en común que es un electorado de base frenteamplista que se fue del Frente Amplio.

El Frente Amplio en 2009 estaba dividido en dos mitades, una reflejada por Danilo Astori y otra por José Mujica, un 3% de éste 6% venía de votar a Astori y pasó a votar a Talvi, sectores de clase media acomodada, nivel educativo medio alto y alto y urbano.

El otro 3% reflejado en Mujica que votó a Cabildo Abierto, representada por un sector de clase media baja o media baja, de nivel educativo medio bajo o bajo y de la periferia urbana o semirrural y rural.

El voto a Talvi fue a Talvi y no al Partido Colorado y Talvi desapareció de escena, con lo cual ese sector no tiene un referente claro para captarlo y el otro sí sigue estando en Manini y Cabildo Abierto.

Ahí hay un juego que es por un lado el de las opciones parlamentarias y otro cuando eso se une a otros partidos en una elección presidencial o, como en este caso, en un referéndum.

 

¿Este resultado es coyuntural?

En dos años hubo todo un posicionamiento del gobierno en el sentido que para la gente el combate a la pandemia fue exitoso desde el punto de vista sanitario y tampoco se lo vio tan mal desde el punto de vista económico, por lo menos la gente no vio que hubiera una catástrofe, mas allá de la disconformidad desde 2020 con los ingresos, la suba de precios, el aumento de la pobreza. No fue monolítica la satisfacción.

Un gobierno que durante 28 meses hizo un cultivo a la personalidad del presidente que en términos propagandísticos fue muy exitoso y generó una gran simpatía, sin embargo, lo que refleja el resultado del referéndum es que la simpatía que generó la figura del presidente no era adhesión politica, no hubo una captación política, ni con la gestión del gobierno con los resultados positivos en combate al coronavirus o algunos resultados positivos que alguna gente puede ver en seguridad pública o en empleo convencieron a quienes votaron a Talvi o Manini de brindar su apoyo al gobierno en términos dicótomicos, esto contra aquello. El oficialismo no logró captar los votos de octubre.

 

¿Esa imagen centralizada en el presidente es lo que explica los “reclamos” de Manini?

Hay que separar lo que es la imagen del presidente, de la concepción de que el gobierno es el presidente. Eso queda claro en una frase del presidente hablando de la LUC: “El gobierno envió el proyecto de la LUC y hubo diálogo en el Parlamento, que es el lugar de debate y hubo importantes cambios”.

Cuando uno observa los cambios en el Parlamento, esencialmente son decididos por la coalición multicolor y los cambios más importantes, como no desmonopolizar Ancap y dejar para después el tema Antel e internet, fueron decididos en la interna de la coalición, a los que se opusieron el Partido Colorado y Cabildo Abierto. Entonces, cuando Lacalle habla de gobierno habla de la presidencia y no del conjunto de partidos que conforman la coalición.

Es el desafío de este resultado y es el reclamo de Cabildo si se va a una verdadera coalición de gobierno como la que hubo en el gobierno del Partido Colorado y del Partido Nacional durante la segunda presidencia de Sanguinetti en consulta con Volonté, o en la de Batlle con el sector de la mitad del partido de  Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle. Se definieron nada más y nada menos que el cambio de ministros, uno el de Economía y otro el de Relaciones Exteriores en consulta con los socios de la coalición y designando miembros de distinto partido al del presidente.

El pasaje del ministro de Transporte (Heber) a Interior, y la designación del ministro de Transporte (Falero), no fue negociado en la coalición, conversado, fue una decisión del presidente.

Cabildo reclama ir a un gobierno plenamente de coalición aunque no lo diga así, y en el plano legislativo Cabildo reclama que sus proyectos no son llevados adelante o los aportes al Ministerio de Economía.

La coalición hoy parece más compactada en Partido Nacional-Partido Colorado y, en una línea con matices, Cabildo, en un tema que no es de perfiles electorales, sino de diferencias ideológicas y conceptuales de CA con el Partido Colorado y el Partido Nacional y, en otros campos, muy fuertes diferencias con el Frente Amplio.

 

¿La polarización está entre el herrerismo y el Frente Amplio?

No, el herrerismo como término se esta usando muy mal, el herrerismo es la lista 71 y Lacalle Pou no es herrerismo. El Partido Nacional es mucho más grande que el herrerismo y conceptualmente es mucho más grande; por ejemplo, visiones en conjunto del Partido Nacional y el Partido Colorado y el Frente Amplio con sectores que no son frenteamplistas, pero son de izquierda. No se debe ir a un reduccionismo.

 

¿Fue un error de la campaña del No que fuera el presidente quién diera el mensaje final?

Fue concebido en materia de estrategia electoral por que partió del diagnóstico de que el gobierno no estaba desgastado y con un formidable apoyo popular reflejado en la figura del presidente.

Eso en voz baja lo dijo todo el mundo, por lo tanto se partió que había un plus electoral que daba el presidente, pero además de electoral fue una estrategia política, con el concepto de que el presidente es el centro del esquema político que gobierna Uruguay. Luis Lacalle Pou es el centro como estrategia política y de poder, muy válida, pero tiene el problema de los resultados a los que llega.

 

¿Este resultado favorece al fortalecimiento del Frente Amplio?

La izquierda tiene un primer problema histórico desde los setenta que ya se reflejaba en la discusión del golpe de Estado y la huelga general, en la salida de la dictadura, que es el relacionamiento entre los movimientos sociales y la estructura político partidaria. Esto también se observó en la campaña del Sí, en los movimientos sociales que se consideraban los dueños del referéndum por tener la parte más destacada y la fuerza política.

La percepción de los movimientos sociales es que la fuerza política tiene un campo limitado y los movimientos sociales que representan a los trabajadores, a los estudiantes, a los feminismos, tienen una convocatoria más amplia, aspecto que hay que relativizar.

Porque cuando hablamos de movilizaciones en temas temáticos como los trabajadores, los temas de género, el cooperativismo de vivienda, tiene una amplia convocatoria mas allá de los límites de la izquierda, pero cuando se va al plano electoral esa movilización no se traduce, y es la fuerza política la que tiene el nivel más fuerte de convocatoria, entre otras cosas porque se mueve en un plano distinto, donde la gente se posiciona en función del partido y del líder político. Ahí hay un problema de conducción a resolver.

 

¿El Frente Amplio en que etapa está?

Esta en una etapa de transición no solo formal con el cambio de Presidencia y la figura de Fernando Pereira y sus estructuras, sino con cambios de renovación generacional todavía no terminada.

A fines de la elección anterior aparecen figuras de nivel presidencial como Carolina Cosse, Óscar Andrade, Mario Bergara, ahora Yamandú Orsi y la renovación en el MPP con Pacha Sánchez, lo que produce un momento complicado sumado a la recomposición de las alianzas y acuerdos al interior del Frente Amplio y además se necesita una conducción política que no es solo elegir organismos de dirección.

 

Para finalizar, podríamos decir que de cara a 2024 se estará a la “caza” de ese 6%.

Primero hay que conservar el caudal electoral que se tiene hoy, cualquiera de los dos puede perderlo y cada uno ganarle al otro. Ese 6% es oscilante y no es un único bloque conceptual.

 

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