Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Cultura y espectáculos

En la noche: Exposición virtual del subte

Hasta el mes de junio el Centro de Exposiciones Subte exhibe la muestra virtual En la noche, una propuesta del equipo curatorial de este espacio que apunta a la difusión de múltiples lenguajes del arte contemporáneo a través de internet para sortear las restricciones impuestas por la pandemia.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

La noche es, quizás, para los equilibristas. No para los que lucen el arte de dominar el cuerpo ante el vértigo de las alturas. Estos otros equilibristas, los de la noche, son los que cayeron demasiadas veces, los de cuerpos mal curtidos, los que padecen los síntomas de la enfermedad, lo que fueron apaleados por los milicos, los que hurgan en otras formas de lidiar con la incertidumbre, el riesgo, los fuera de foco, la distorsión. Ellos saben que no hay otra alternativa: caer y sobrevivir.

Con ellos, con estos equilibristas malogrados, la noche se volvió metáfora densa, imagen que instala un estado de ánimo, un clima, hasta una forma de nombrar lo tenebroso, el miedo, la soledad. Pero también es el lugar para el riesgo, la creación parida en la crisis.

Fue a mediados de los ochenta, durante la salida de la dictadura y en los primeros años de la democracia -la democracia vigilada, con más incertidumbres, razzias y espionaje que otra cosa-, un colectivo de jóvenes uruguayos enarboló el rock como gesto de resistencia, de disconformidad. Lo hicieron con lo que tenían a mano. Eran unos equilibristas sin técnica ni oficio. Eran gesto y expresividad. Fue un brote, impulso, en la noche. Y en esa trama revuelta, Los Estómagos gritaron “En la noche”, una de las canciones que integró el disco La ley es otra (1986). “En la noche… sentirás miedo / En la noche… / En la noche… la justicia / En la noche… no es un juego / Un insulto, un ladrido el reflejo de un cuchillo / De nuevo silencio / Hay que ver tu cuerpo caído / Hay que ver”.

Con esas líneas como referencia, una muestra virtual del Centro de Exposiciones Subte (Departamento de Cultura, Intendencia de Montevideo) hace otro pliego sobre la metáfora. O, mejor dicho, varios pliegues con diversos lenguajes. Se trata de la muestra En la noche, que puede visitarse en un sitio de internet especialmente creado para la propuesta, https://www.enlanoche.uy, y que se erige como espacio alternativo para divulgar la obra de artistas locales en tiempos signados por la pandemia, la clausura de todo, la inmovilización, el miedo, la enfermedad: la noche. En un fragmento del texto curatorial se lee: “La referencia a la noche tiene un eco especial en el momento actual que atravesamos como sociedad. La noche representa un halo de incertidumbre, pero es también la esperanza de un amanecer inminente. Esta percepción – desequilibrio es recogida por una selección de artistas montevideanos/as que imaginan y componen posibles narrativas de un momento complejo de nuestra historia contemporánea”.

 

Metáforas, artes, lenguajes, relatos

En la noche fue concebida para la red de redes, plataformas (Instagram, Facebook, Twitch). Al igual que otras propuestas que proliferaron desde el año pasado, propone otras formas de mirar, de significar, con múltiples pantallas como formas de mediación. Esto juega con otros tiempos de interacción con la obra artísticas que son muy diferentes a la inmersión en la espacialidad de una sala de exposiciones. El plano articula la ilusión del espacio. El sonido y la imagen se navegan con otras estrategias de contemplación.

“Es una propuesta artística, con reflexividad propia, que existe únicamente en la virtualidad. Una experiencia cultural que propone, a través de textos, música, performances, pintura, dibujo y arte digital, ingresar a una posible noche contemporánea”, sigue el texto curatorial. «‘En la noche’ es un estímulo para difundir artistas que nacieron y viven en Montevideo, artistas que nacieron en otro país y que eligieron a Uruguay para establecerse y trabajar, artistas que hace muchos años se fueron del país a buscar otros rumbos, artistas que luchan por causas sociales y políticas, artistas multidisciplinarios y multidisciplinarias, artistas que están comenzando a recorrer su camino profesional, artistas-escritores, artistas de amplia trayectoria que aceptaron ser parte de una experiencia digital”.

Los artistas elegidos son Pedro Dalton, Jill Mulleady, Jeannette Sauksteliskis, Mathías Chumino, Sylvia Meyer, Gabriel Peveroni, Analía Sandleris, Marcelo Vidal, Virginia Sosa, Lila Tirando a Violeta, Brian Ojeda, Vivianna Mazuco, Cristina Cabral, Dani Umpi, Olga Guerra, Marcelo Legrand.

 

Una noche es una noche

La selección tan extensa como diversa en lo estético y en los lenguajes y técnicas. Esto abruma a primera vista, pero abre la alternativa de jugar con múltiples formas de navegar, de detenerse, de romper con la linealidad del orden fijado.

La materialidad, esa que puede someterse a la investigación espacial de la percepción, está postergada, pero no cancelada. Las texturas pueden imaginarse. La rugosidad de la tela o del papel está, se ve, se disfruta, pero es una representación. La ventaja es poder volver una y otra vez a ella, en la noche de insomnio, en la mañana. Las palabras, lo poético, el relato, los movimientos, las formas cambiantes, también están, aunque en otras existencias. Una de ellas, quizás la más dramática, la que contrasta dimensiones, está en la obra de Gabriel Peveroni (“Una noche es una noche”). Su texto se lee y se escucha. Es un texto abigarrado, sin puntos y aparte, con ansiedad, con vértigo, algo de suciedad en la acumulación de imágenes, de ideas. Y suena: suena en un registro de una voz femenina robótica (la de del traductor de Google), que pliega sobre el texto una capa dura, metálica, con un dramatismo que desajusta.

La percepción de las dimensiones también cambia. Marcelo Legrand, por ejemplo, exhibe “Eternidad” (2003-presente). Una pintura realizada con técnica mixta, de 156 por 306 centímetros. Enorme, movilizadora, densa, sensible. Un trabajo meticuloso sobre una materia que intenta doblegar lo inabarcable: la eternidad. Y casi lo logra. Las múltiples líneas del tiempo resisten, pero Legrand les hace frente, las vuelve arte, red abigarrada de sentidos. Lo inmenso en discusión, con las dimensiones viables de la virtualidad: un elogio a la imaginación.

Y hay otros recorridos y detenimientos posibles. El audiovisual, el musical (el mejor ejemplo: la recuperación de la canción “Cantar en la oscuridad”, de Sylvia Meyer y Carlos Maggi, que integró el notable disco homónimo de 1982), el dibujo (como los bocetos de Dalton), la fotografía, las artes que fueron concebidas desde y para la virtualidad (como “Ídolos”, de Marcelo Vidal, el arte textil.

La noche tiene su lugar, sus metáforas, En la noche. No es, quizás, la noche que desgarra, la que tiene rugosidades desprolijas, drama hundido en la cuneta, asfalto envejecido. Es, sí, la noche del desconcierto, de la incertidumbre. La promesa de un amanecer en plena pandemia es un esfuerzo de la retórica. ¿Un consuelo? Tal vez. ¿Un ejercicio de corrección? Sin respuesta. Estamos en plena noche todavía. Lo conocido como “sociedad contemporánea” está cambiando y los dolores y misterios nos exceden.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO