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Entrevistas odio | fascismo | sindical

TATIANA ANTÚNEZ, EDUCADORA SOCIAL

«El fascismo y el odio son dos caras de la misma moneda»

Antúnez está convencida de que el feminismo se debe construir desde lo colectivo y que "no hay proyecto emancipador si queda gente por el camino".

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La educadora social considera que nada de lo que está sucediendo en la actualidad es casual y que "los discursos de odio no son ingenuos" sino que son parte de una concepción del mundo que refleja la esencia del proyecto conservador. También analizó las políticas del gobierno en materia de infancia y género y recordó que el presidente Lacalle Pou sostuvo que los femicidios son un "efecto colateral".

De piel sensible, convicciones robustas y mirada clara, se las arregla para empezar a cambiar el mundo cada dos por tres, con susurros que son fuego y coraje para quienes perdieron la esperanza, cuando falta hasta el aire que respirar. En tiempos inhóspitos para la sensibilidad, ella repara vidas rotas. Tatiana Antúnez matiza sus tiempos de estudio -que busca aprovechar vorazmente para fortalecer su marco teórico de manera permanente- con su trabajo con adolescentes en el INAU y la militancia sindical y feminista. Nadie -ni ella- saben cómo hace -además y todo al mismo tiempo- para participar de charlas, conversatorios y talleres, asesorar a legisladores en temas de género, pintar remeras, pañuelos y pancartas, repartir volantes mano a mano, atender requerimientos de la prensa, marcar postura cueste lo que cueste -sin fríos cálculos de torpes conveniencias- y conversar de manera libre, sin agenda ni horario, cada vez que alguien busca una voz de sensatez entre tantas carrasperas. Tatiana Antúnez, la mamá amorosa de Merlina, además es esa mujer que guarda tiempo y espacio en algún rincón secreto de su vida, para volver a las canciones y arpegios de los Buenos Muchachos que la transportan a un vuelo único de su vida. Hija de padre metalúrgico y madre docente de inglés, de infancia transitada un poco en Pocitos y otro poco en la Aduana. Aquellos primeros años fueron inolvidables, jugando al handball o viendo jugar al fútbol a su hermano Nicolás. Y también escuchando los cuentos de su abuelo que fue amigo entrañable de Obdulio Jacinto Varela. "De chica estaba toda tomada por el fútbol y por el mundo de los varones (risas)". Ya desde entonces, comenzó a entender que algo no estaba bien. Los gritos y mandatos masculinos en las canchas ya sonaban grotescos y también violentos. "En realidad arrancamos mal desde que nos cantaban el Arroz con leche". Perfectamente pudo ser astronauta pero finalmente optó por la educación. Nunca se disfrazó de princesa ni tuvo muñecas Barbie. "La ropa rosada la empecé a usar cuando la militancia por el SÍ para derogar la LUC (risas)". Entre abuelas, abuelos, tías, padre y madre, hermano, ollas, pelotas, política, libros de Marx, cárcel y exilio de integrantes de la familia, postales en una caja de zapatos y un puñado de historias de barcos cargados de gallegos inmigrantes que llegaban a un nuevo mundo, Tatiana creció con enorme curiosidad por descubrir "cómo se podía derrotar al capitalismo salvaje". Nunca una meta dócil. Así fue que de joven rápidamente se involucró en la militancia estudiantil. Con 21 años ingresó por concurso al INAU para trabajar como Educadora Social, en su primer día de trabajo se arrimó al sindicato y al poco tiempo se encontró militando por el NO a la baja. Desde entonces, su avidez por la justicia creció tanto como su compromiso con las infancias, con las y los adolescentes y con quienes han sido histórica y eternamente olvidadas. Desde hace algunos años, integra el Consejo Directivo del Suinau (COFE).

¿A quién le importan las infancias hoy?

Yo creo que a las feministas nos importan las infancias. Obviamente que esto tiene que ver con una construcción histórica. Pero en definitiva, uno de los principales reclamos de los movimientos feministas tiene que ver con la protección de las infancias. Por supuesto que hay más personas y organizaciones que también se preocupan. Yo soy muy 'camisetera' del INAU y estoy convencida que ahí se hacen cosas muy buenas por las infancias, aún con los peores recursos.

¿Por ejemplo?

Modalidades de atención como la que se brinda en los Clubes de Niños y Niñas que son centros educativos de integración barrial donde se trabaja en una modalidad de extensión del tiempo pedagógico -que no es la escuela- y donde se realizan muchas actividades, como por ejemplo, acercarle a las infancias el patrimonio cultural que por derecho les pertenece, pero al que de otra manera no accederían. Creo que este es uno de esos proyectos que tienen muchísimo potencial. Los Centros Juveniles para adolescentes, donde se realizan actividades educativas y recreativas para adolescentes en los que se trabaja en la protección de derechos vulnerados y se apunta a la integración social de los adolescentes y sus familias. También el Programa Calle, tan valioso en un contexto tan complejo como el actual en el que vemos que cada vez hay más personas en situación de calle, básicamente hombres, con problemáticas vinculadas a la salud mental o gente que sale de los establecimientos de privación de libertad, pero también estamos viendo más mujeres y niños en situación de calle. Estos proyectos del INAU también tienen mucho compromiso con cada niño y cada niña que se encuentra en situación de calle. Yo soy muy defensora de lo que se hace en todos esos programas a pesar de las carencias que tenemos en materia de recursos.

Y el Suinau hace lo que puede con esta temática

Claro, porque somos un sindicato y claramente la tarea primordial es la defensa de las y los trabajadores. Pero también es una discusión que nos damos adentro del sindicato en relación a que muchos creemos que los derechos de las infancias y los derechos de las y los trabajadores son dos caras de la misma moneda. Esa consigna que repetimos que "si les va bien a los trabajadores, le va bien al país", aplica en este caso: si a las infancias no les va bien, tampoco nos irá bien a nosotros como trabajadores ni como sociedad. Es un tema que a veces queda poco visibilizado frente a otros directamente relacionados a los derechos de trabajadoras y trabajadores. Pero son temas que también tienen sus urgencias y situaciones de extrema preocupación como lo que está sucediendo actualmente con los centros de atención de 24 horas del INAU -que antiguamente se llamaban los hogares-, están desbordados de niñas y niños en situaciones de mucha vulnerabilidad. Son niñas y niños en situación de pobreza y con familias totalmente rotas, que son atendidos con muy poco personal, muy pocos recursos y propuestas. Y sinceramente las y los trabajadores hacen malabares para sacar adelante a esos gurises y gurisas. Esos también son temas que nos implican porque no se acota solo a que las y los trabajadores la están pasando mal sino que las y los adolescentes, niñas y niños la están pasando muy mal.

¿Fue un 8M histórico? ¿El paro marcó un antes y un después?

Sí, absolutamente. Imponente desde todo punto de vista, con lo que se vio en las calles y en la contundencia de los reclamos pero también en relación a la medida del movimiento sindical. A mí me tocó trabajar en la articulación con los feminismos en los últimos años y fue algo que me sirvió para crecer y aprender mucho. Creo que a las sindicalistas nos enseñó que no estamos solas. Y nos ayudó a ver mejor nuestra propia realidad en la militancia sindical. Ahora somos conscientes que nuestra voz no tiene el mismo peso en los ámbitos de decisión, aun diciendo las mismas cosas que los hombres. También es mucho más difícil para una mujer acercarse a los espacios de militancia y los feminismos nos vinieron a traer un poquito de esa incomodidad para adentro. Fuimos y somos parte de un proceso muy potente, removedor, que también genera ruidos e incomodidades. No todo se pudo lograr cuando nos habría gustado conquistarlo, pero claramente este 8M con el paro de mujeres y las movilizaciones hemos logrado dar visibilidad a nuestros derechos históricamente vulnerados. Ha quedado expresado ahora de manera clara sobre nuestro feminismo de clase. Una obviedad porque somos Pit-Cnt, pero queda expresamente dicho que somos feministas de clase, que pertenecemos a la clase obrera, a la clase trabajadora, claramente antirracista y sin dudas anticapitalista como señala el estatuto de la CNT que explicita que queremos una sociedad sin explotados ni explotadores, y yo agrego otro énfasis en "sin explotadas". En definitiva, nada nuevo cuando decimos que somos el paraguas de quienes han sido históricamente olvidados y olvidadas. Y la central no se agota en la defensa exclusiva de los intereses de la clase trabajadora por lo que hay que salir a construir con otros y otras esa sociedad que queremos.

Claramente, hay trabajadoras de derecha. ¿Se puede ser feminista de derecha?

En nuestra postura de clase, siempre vamos a defender los intereses de las trabajadoras y por tanto, no vamos a celebrar con quienes van en contra de nuestros intereses de clase. Algo lógico y el ejemplo claro es lo que pasa con la vicepresidenta de la República, que ocupa un rol central en un gobierno que recorta políticas sociales que afectan directamente derechos de las mujeres.

Ella dice que es feminista

Yo creo que si toma medidas contra las y los trabajadores, contra los feminismos, yo me paro en la vereda de enfrente. No me gusta medir el feminismo ni el clasismo, pero claramente el movimiento sindical y nosotras estamos en la vereda de enfrente. Y si en algún momento promueve políticas afirmativas para posicionar a las mujeres en política o denunciar la violencia basada en género, lo aplaudiremos pero no alcanza con discursos, porque si a las palabras las vaciamos de contenido estamos en problemas. Si no se votan recursos para la ley de violencia de género o si se recortan políticas sociales, entonces que no nos digan que están levantando banderas feministas.

En los días previos a la votación del paro de mujeres en la Mesa Representativa hubo cierto morbo con lo que resolvería el Pit-Cnt, ¿no?

La mirada externa y lo que verdaderamente sucede dentro del movimiento sindical tiene una complejidad importante y pasan muchas cosas. Sí que hay cierto morbo, por llamarlo de manera delicada. Siempre hubo tensiones y contradicciones pero creo que ahora estamos en otro punto. Por ejemplo, fui de las que sostuvimos que había que desdramatizar la carta de la Intersocial Feminista porque el tema del paro ya estaba siendo conversado en la interna desde mucho tiempo atrás, con las características que finalmente se aprobó.

¿La sororidad es irrestricta? ¿Alcanza con creerle a quien denuncia?

Yo me paro en que sí te creo, pero no estoy a favor de los escraches. Entiendo que en algunas ocasiones son necesarios -por más que no los comparta- porque la justicia no siempre responde a favor nuestro.

Casi nunca pasa mucho en la justicia

Exacto y especialmente si se trata de hombres poderosos. De todos modos, siempre digo que no tengo una mirada punitivista en general, tampoco la tengo como feminista y creo que este es un debate profundo que nos tenemos que dar.

¿A qué edad fue la primera vez que un varón adulto te acosó en la calle?

A los 12 años. No me dijo una grosería sino que me tocó. Y como siempre fui contestataria, salí a correrlo. No me olvido más de eso. Era un señor grande y tocó mi cuerpo de forma muy grosera y lo salí a correr. Imposible olvidarlo cuando era una niña de 12 años. Claro que a las mujeres les pasan cosas mucho peores a lo largo de sus vidas pero es importante transmitir que se puede sanar, si pensamos que las cosas pueden cambiar nosotras también tenemos que poder construir procesos de sanación, algo que es fundamental para poder salir adelante y enfrentar la vida.

¿Tu hija vivirá una sociedad distinta, con otros vínculos?

Estamos trabajando y aportando para eso. Para que las próximas generaciones no vivan lo que las anteriores vivieron y vivimos. Antes teníamos cosas naturalizadas que ahora claramente ya no se sostienen. Y hoy podemos brindar más herramientas para poder interpretar y sostener -por ejemplo- que el “NO” efectivamente sea un “NO”.

Los femicidios con posterior suicidio del victimario, ¿son una especie de señal de resistencia machista a irse con la última palabra?

No sé realmente, pero creo que piensa que la mujer es su posesión. Hay una cosificación, "la maté porque era mía y ahora me mato yo porque ya no la voy a poder tener". Es difícil interpretar esa lógica perversa, con asuntos de violencia basada en género en los que ha fallado la política pública y no se han votado los recursos necesarios para trabajar en la materia. Hay también un fenómeno que se ha venido incrementando que es el de la crueldad extrema cuando el hombre violento dice: "no me conformo con matarte a vos sino que te voy a matar a tus o nuestros hijos". Eso que de solo pensarlo desgarra el alma, es un fenómeno que nos debería alarmar y actuar en consecuencia.

En Argentina, a partir del “Caso Lucio”, el niño asesinado por su madre y su pareja, se desató una lesbofobia muy notoria en redes y medios. En medios de prensa se tituló sobre “las lesbianas asesinas” o “las feministas asesinas”. Explotó una furia antifeminista que al parecer estaba agazapada. ¿Qué pensás vos?

Estamos viviendo momentos complicados. El odio es un arma muy poderosa. El odio hoy -más que nunca- tiene un sesgo de clase que se identifica por expresiones aporofóbicas de personas de las más altas esferas políticas, pero también lo vemos en el común de la gente, en los informativos y en otros ámbitos. Cuando retrocedemos en derechos, cuando retrocedemos económicamente como país, cuando las crisis nos afectan y retrocedemos en todo, eso se traduce en todos los planos y en este que vos mencionás, también.

El odio causa mucho daño en aspectos visibles y también en otros más cotidianos e invisibles. Cuando no te reconocen tu espacio, tu palabra, cuando se hacen afirmaciones sobre tu condición sexual, tu raza, tu situación económica, desde allí se está haciendo mucho daño. Y eso nos enfrenta como sociedad y nos aleja mucho de ese mundo que aspiramos y de la pública felicidad que queremos construir.

¿Hay violencia sindical? ¿Hay episodios de violencia política dentro de los partidos?

Por supuesto. Hay violencia política, hay violencia en los sindicatos, hay violencia en los partidos políticos, si no te lo dijera sería una hipócrita y no me caracterizo por eso. También creo que en algunos espacios hacemos muchísimo esfuerzo por combatirla y a eso le dedicamos muchas horas de nuestro trabajo. Esto vuelve a señalar la importancia del feminismo porque las mujeres solas no llegamos a ningún lado. Y si queremos luchar contra las desigualdades, la violencia, el patriarcado, no lo vamos a lograr si salimos solas.

¿Creés que hay una deliberada intención de descalificar la causa feminista al colocarlas como “las histéricas”?

Históricamente hemos sido tildadas de esta forma y sigue sucediendo. En la Edad Media nos quemaban como brujas y más cercano en el tiempo nos encerraban en manicomios. Son múltiples las maneras en que nos descalifican cotidianamente, de manera explícita o más sutil. Las descalificaciones son violentas pero deberían dedicarse a los problemas reales, por ejemplo de salud mental en la sociedad, ya que vivimos en un mundo narcotizado y en un país donde la tasa de suicidios es sumamente alta. Los que colocan el foco en un graffiti en una iglesia y no en una multitud que reclama por sus derechos lo hacen deliberadamente para correr el foco de lo central. Los poderosos siempre intentarán desviar la atención. Todo esto es el reflejo de lo que vivimos a diario y hasta se puede explicar cuando tenemos un presidente que en el peor momento de la pandemia y de la escalada de violencia hacia las mujeres y las infancias, dijo que esto y los femicidios eran un daño colateral. Impunemente le respondió eso a una periodista. Tampoco dijo demasiado sobre el hecho de utilizar los recursos del propio Estado para mandar seguir a su exesposa. En definitiva, es el jefe de un gobierno que no tiene entre sus planes que la riqueza pueda ser derramada, mucho menos en mujeres y NNA que la están pasando peor. Recordemos que las desigualdades tienen varias caras: la de género pero también la de clase, la de la raza y no podemos dejar al margen a las personas con discapacidad.

¿A las feministas se las observa con una lupa distinta?

Sin duda, la vara con la que nos miden es muy diferente, desde que el mundo es mundo. Ya desde el «Arroz con leche» arrancamos mal (risas). Ahora que estamos charlando para una entrevista tengo claro que cada cosa que diga puede ser tomada como «algo fuera de lugar». El costo que pagamos nosotras es altísimo.

Se habla mucho de las capacidades cuando nadie se pregunta por qué un hombre llegó a determinada posición ya sea en el mundo del trabajo, en la política, en la ciencia o en cualquier otra esfera de la vida. En el mismo sentido rescato lo que expresaba Irene Montero en un discurso de cara al 8 de marzo, en el que decía que no se trata que una sola llegue a romper el techo de cristal sino que, entre todas, podamos salir del suelo pegajoso para así lograr todas juntas romper el techo de cristal. Creo que la idea de concebir el feminismo desde lo colectivo y lo transformador va a marcar camino porque no existe proyecto emancipador si queda gente por el camino.

¿En qué aspectos hay una precarización de la vida de las mujeres en la actualidad?

Hoy el gobierno está impulsando una reforma jubilatoria que por más años de trabajo vamos a cobrar menos. Si a esto lo miramos con lentes violetas, además podemos afirmar que las dobles jornadas de trabajo producto de las tareas domésticas y de cuidado tampoco serán tenidas en cuenta en esta propuesta.

Accedemos a peores trabajos, peores pagos y a su vez centralizados en la esfera de los cuidados, la brecha salarial se ubica en un 25%, las políticas públicas se han recortado y resulta que la pobreza tiene cara de mujer, de niña y niño. La vida está totalmente precarizada para nosotras. El 42% de las mujeres no podemos acceder a un trabajo producto de las tareas no remuneradas y aportamos a la economía mundial 10,8 billones de dólares producto de este trabajo gratis e invisible. Nos matan por el hecho de ser mujeres, estamos subrepresentadas en la política, nuestros cuerpos son mercancías y nuestros derechos son constantemente vulnerados. A esa precarización nos referimos.

¿Cuál es la realidad de las madres adolescentes al día de hoy?

Si los datos muestran como decíamos que la pobreza tiene cara de mujer, si los discursos de odio atentan contra los derechos que hemos conquistado y las políticas públicas se vacían de recursos o directamente desaparecen, sin dudas la realidad para una mamá adolescente es terrible. Ser madre debe ser una decisión y debemos contar con los recursos necesarios para poder ser madres. Este tema ha sido tomado con mucha fuerza por los feminismos, fundamentalmente desde la mirada integral de la defensa de los derechos sexuales y reproductivos.

En una de las proclamas feministas del 8M se señaló: “Avanzan fuerzas conservadoras y fascistas en los territorios, en los medios de comunicación y en la política”. ¿Cómo llegan a esa conclusión?

La naturalización de la violencia es alarmante. Hoy hablábamos de la impregnación del discurso de odio en actores relevantes de la sociedad. Nada de esto ha generado una mejor convivencia, nada de esto nos deja salir más libres y seguras a las calles. El odio es un arma muy poderosa porque no solo se expresa con leyes regresivas o recortes presupuestales. El fascismo y el odio son dos caras de la moneda y a estos se los debe combatir. Los medios de comunicación huelen la sangre y salen a mostrar una y otra vez lo peor de nosotros y nosotras. Pero los discursos de odio no son ingenuos sino que son parte de una concepción del mundo, de la sociedad que algunos trabajan insistentemente en construir y, al mismo tiempo, muestra lo excluyente del proyecto conservador. Además ese odio se traduce en miedo y esto parte aguas. Esta visión del mundo se traduce en la práctica en una profunda agudización de la violencia, la discriminación y con el hecho de ver al otro u otras como algo peligroso. Para forjar este proyecto deben desplegar un conjunto de baterías como lo fue la Ley de Urgente Consideración, los recortes en salud, educación y vivienda, otro conjunto de leyes que sacan de foco a las niños y niñas como sujetos de derechos, meterse con las organizaciones y las leyes obreras y privatizar las empresas públicas, por ejemplo. Sin duda, este proyecto solo favorecerá a unos pocos y los costos que paga la gente son demasiado altos. Y lo que me preocupa es que reconstruir lo que se ha retrocedido no será tarea sencilla. De todos modos creo que debemos pensar qué mundo queremos construir, por quienes estamos ahora y por los que vendrán. Es impostergable reafirmar la idea de que podemos vivir de otra manera. Porque somos miles y miles quienes marchamos entendiendo que nuestros derechos son fundamentales para la consolidación y el fortalecimiento de la democracia. La lucha feminista es antipatriarcal, anticapitalista y por lo tanto se trata de una lucha por un proyecto emancipador que elimine todas las formas de opresión.

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