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Entrevistas Inna Afinogenova |

Periodista referente

Inna Afinogenova: «Hay que apoyar a los medios alternativos»

La periodista rusa más famosa en América Latina y gran parte del mundo destacó la importancia de los nuevos medios periodísticos alternativos y explicó cómo fue su llegada a Uruguay a través de Caras y Caretas.

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A sus 34 años, Inna Afinogenova, la periodista rusa nacida en Daguestán que fuera un emblema periodístico del canal de noticias RT y una verdadera referente del público hispanohablante por sus originales videos sobre política internacional, vive un momento bisagra en su vida profesional.

La decisión de alejarse del canal en el que se hizo famosa por proclamarse “abiertamente en contra del conflicto bélico entre Ucrania y Rusia” la llevó a radicarse en España y comenzar una nueva etapa como referente del periodismo alternativo "comprometido y consciente", donde participó junto a Pablo Iglesias en la creación de Canal Red.

Asegura que su postura no ha cambiado demasiado desde el punto de vista ideológico, pese a las críticas malintencionadas de algunos sectores. "Estar en contra de la guerra no me ha convertido, ni mucho menos, en una adoradora de la OTAN o de las políticas de EEUU. Pero hay gente que no lo ve así, que considera que si no apoyas incondicionalmente las políticas de Rusia, eres una traidora a la patria y cosas así, muy de la época del romanticismo", afirma.

En su entrevista con Caras y Caretas, habló de todo, de cómo desembarcó en Uruguay para formar parte de Macondo, el programa que conduce con Leandro Grille y Marco Teruggi; el nuevo equilibrio de poderes en América Latina; la posición de Rusia y el conflicto con Ucrania, la polarización de los medios informativos de derecha y la lucha de los productos alternativos para mantenerse en el mercado.

¿Cómo llega una influencer global como Inna Afinogenova a formar parte de una propuesta periodística en un medio alternativo uruguayo?

Todo se inicia con mi salida de RT y mi abandono de Rusia. Cuando decido dejar el canal y salir del país, obviamente, me quedo sin trabajo. Y a través de otro compañero argentino, Juan, Leandro [Grille] se pone en contacto conmigo. De hecho, Leandro y Alberto Grille son los primeros en ofrecerme crear algún proyecto conjunto. Después, llegaron otras propuestas en el mismo país en el que vivía, pero ellos fueron los primeros. Y me hizo mucha ilusión que pensaran en mí para hacer algo, lo que fuera, lo que se nos ocurriera, porque así surgió todo. Así que, pese a que surgieron otras cosas, yo decidí que tenía que hacer algo con ellos, solo para honrar ese hecho, el hecho de que fueran los primeros en ponerse en contacto conmigo. Además, yo tengo una vinculación especial con Latinoamérica y tenía muy claro que, hiciera lo que hiciera, tenía que estar vinculado con esta parte del mundo. Qué mejor que trabajar para un medio de un país tan especial como Uruguay y de la mano de dos personas tan comprometidas con la comunicación desde el espacio ideológico de la izquierda como los Grille.

¿Cómo vives está nueva etapa de tu carrera después de haber dejado una huella imborrable en RT?

Bueno, no sé si es tan "imborrable" esa huella. De hecho, me han borrado, literalmente. Tanto la propia empresa, que oculta mis trabajos cuando se refieren a esa época, como las autoridades europeas y las redes sociales, que, preocupadas por la democracia y por la diversidad de ideas, decidieron prohibir o eliminar todos esos materiales que no tenían relación ninguna con Rusia ni con Ucrania, sino con Latinoamérica en su gran mayoría. La adaptación a esta nueva etapa ha sido dura. Porque en RT nosotros trabajábamos básicamente como si fuera un medio alternativo para el mundo hispanohablante: eligiendo nuestros temas, estableciendo una línea editorial. Por supuesto que el medio tenía la suya, pero a nosotras no nos tocaba mucho en lo referente a los videos. Y en ese sentido, trabajábamos, como digo, como en un medio alternativo. La diferencia es que contábamos con los recursos de un enorme medio estatal de un país tan grande como es Rusia. Así que el trabajo era parecido al que ahora hago, pero los recursos eran infinitamente superiores. Adaptarse a ello tiene sus dificultades y a nivel personal me ha costado. Yo entré en RT como redactora de base de la página web cuando se estaba creando y ahora he participado, ya con otras responsabilidades, en la creación de Canal Red. He aprendido muchísimo de ambas experiencias, pero no tienen nada que ver.

¿Qué receptividad tuvo esta nueva etapa en tus seguidores en todo el mundo?

Ha habido de todo. Por lo general la acogida no ha sido mala. Pese a lo que dice mucho desinformado o desinformador, según el caso, mi postura no ha cambiado demasiado desde el punto de vista ideológico. Estar en contra de la guerra no me ha convertido, ni mucho menos, en una adoradora de la OTAN o de las políticas de EEUU. Pero hay gente que no lo ve así, que considera que si no apoyas incondicionalmente las políticas de Rusia, eres una traidora a la patria y cosas así, muy de la época del romanticismo. Yo nunca me he sentido muy cercana a las políticas de Rusia como Estado en lo referente al interior del país, por la política neoliberal en lo económico y la conservadora en lo social, por decirlo suavemente. En la política exterior, aunque tampoco estoy de acuerdo en muchas cosas, me parece que ejercía un papel de contrapeso al imperialismo estadounidense que no venía mal a todas las que no consideramos que ese imperialismo sea algo que favorezca la paz y el bienestar en el mundo. Pero cuando pasas a comportarte del mismo modo que el imperio invadiendo un país... en mi opinión el fin que sea no justifica unos medios que están suponiendo la muerte de cientos de miles de personas y la destrucción de un país.

Además de ser algo que solo está favoreciendo al atlantismo, a la OTAN y en última instancia a EEUU, piensen lo que piensen los apologetas de esta guerra.

¿Cómo ves al periodismo alternativo latinoamericano que puja por posicionarse ante la voz dominante de los medios hegemónicos?

La verdad es que veo movimiento en Latinoamérica. Veo un intento de romper el bloqueo, de romper el blindaje, como dice Leandro. Me da la impresión de que en España está todo mucho más atado, más difícil. Allí nos enfrentamos a un bloque monolítico que intenta aplastar, por las buenas o por las malas, mintiendo, difamando, haciendo lo que sea para aplastar a sus adversarios mediáticos. Es algo que estoy viviendo en primera persona. Aquí, pese a la grieta, pese a la polarización, o quizás por ella, no sé, parece que los medios alternativos sí que se abren paso como pueden y que aparecen proyectos alternativos de peso, con grandes periodistas que tienen una experiencia brutal y que encuentran su sitio en estos medios. La sensación que me da es que aquí hay más seguimiento y que se valoran más estos proyectos comunicativos. En España remamos en dulce de leche en todos los sentidos. Por la falta de recursos por un lado y por los ataques despiadados, coordinados y sistemáticos sin ningún tipo de código ni de límite. Se pasan todas las líneas rojas.

¿Por qué a la izquierda se le hace tan difícil crear medios poderosos, qué caminos debe tomar para lograrlo?

La respuesta creo que está clara para todos: dinero. Financiación. No hay de dónde sacar la financiación para estos medios, a no ser que seas un tipo genial, con décadas de experiencia y que sabe moverse, como Alberto Grille, o que te financien tus propios seguidores de manera directa. En publicidad la cosa está muy difícil. Los grandes capitales no suelen querer promover ideas de igualdad y de solidaridad. Van más por otro camino. Al contrario que muchos votantes, ellos nunca van en contra de sus intereses. No van a querer un mejor reparto de la riqueza, más humano, mejor para todos. Hace unos años tenían que disimular, ahora ni eso. Ahora pueden defender sus políticas del sálvese quien pueda y tonto el último sin ni tan siquiera disimular porque la ultraderecha ha entrado plenamente en las políticas y en los discursos ideológicos nacionales.

¿Cómo ves el nuevo equilibrio de poderes instaurado en estos últimos años en Latinoamérica?

Lo veo cambiante. Hay movimientos ilusionantes en Colombia o en México, donde, por primera vez en décadas o incluso en la historia, han accedido al poder proyectos progresistas. También en Chile, pese a todas las indefiniciones. Lula ha regresado, lo cual también es ilusionante. Pero los equilibrios parlamentarios con frecuencia no permiten sacar adelante políticas tan renovadoras como sería deseable. Además hay varios proyectos cuya continuidad está en riesgo, como Argentina, donde no se sabe ni qué candidatos van a disputarse la presidencia en unos meses.

¿Cuál es tu visión sobre la situación política y social en Uruguay?

Pues estos días me han dado para verla con un poco más de claridad desde dentro. Veo que hay mucha ilusión entre la izquierda sobre un cambio que parece más que posible. En cualquier caso, algo que me queda claro es que lo que se ha conseguido aquí uniendo a las izquierdas en un frente amplio es un ejemplo para las izquierdas de todo el continente y también en España, donde se hace referencia a él con relativa frecuencia entre los progresistas que ahora mismo necesitan más que nunca esa unión, con la ultraderecha acechando a la vuelta de la esquina.

Participaste en la Marcha de Silencio por la avenida 18 de Julio. ¿Cómo ves el reclamo de verdad y justicia del pueblo uruguayo?

Pues es algo por lo que merece la pena seguir luchando. Recordar cómo ha sido la lucha por construir un mundo mejor. Porque ahora se nos está reescribiendo la historia en muchos países y en ese sentido es muy necesario apelar a la memoria. Que no olvidemos lo que pasó, que recordemos a las víctimas y también a los represores. La marcha fue impresionante.

Tanto por la cantidad de gente, como por el respeto con el que se lleva a cabo.

¿Cómo analizas la pulseada de Estados Unidos, Europa, Rusia y China por desembarcar con más fuerza en Latinoamérica?

Al final son fuerzas coloniales que buscan más beneficios para sí mismas en lugares en los que ven que pueden obtenerlos. Yo creo que hay un movimiento soberanista en Latinoamérica que tendría que intentar sacar de todo esto un beneficio para sus propios pueblos. Si lo logran, todo bien. Pero para lograrlo lo que está claro es que no puedes convertirte en un país extractivista. Que tienes que controlar tus recursos y no dejarlos en manos de potencias extranjeras. Si vienen para colaborar, si hacemos negocios y ganamos todos, pues todo bien. Pero por lo general no suele ser así. Vienen, se llevan la materia prima a precio de ganga y el beneficio real del producto con valor añadido se lo llevan a otros países. Igual daría si fueran las oligarquías locales quienes lo hicieran. Lo suyo sería que hubiera un control estatal sobre las materias primas y sobre los sectores estratégicos porque eso es lo que ayudó a hacer de Europa y de EEUU y de China lo que son ahora. Por más que después privatizaran o liberalizaran, en principio el control de los sectores estratégicos debería ser público para intentar conseguir que la mayor parte de la población se beneficie en la medida que sea posible de estas riquezas naturales que son del país o deberían serlo. En definitiva, que las riquezas del país traigan un beneficio real para la población, ya sean las élites nacionales o las extranjeras, las que intenten hacerse con el control de ellos, algo que parece casi inevitable en el momento en el que estamos. Pero bueno, como digo, la nacionalización no le fue mal a Europa, visto lo visto. Quizás nos sirva como ejemplo. Los Estados del bienestar no se crearon privatizando, la verdad.

Hay quienes afirman que la paz se conquista en los campos de batalla. ¿Cómo vives la dura realidad planteada por la guerra en Ucrania?

La vivo muy mal. Le afecta a mi familia, le afecta a mi país y afecta a un país con el que tengo una relación familiar, como muchísimos rusos. Es una tragedia para Ucrania, es una tragedia para los derechos humanos en Ucrania y en Rusia, como todas las guerras. Ojalá se acabe pronto, ojalá las armas dejen paso a la diplomacia y se dejen de tirar bombas, que es lo único que importa. Obviamente, yo no comparto la idea de que la paz se logra en el campo de batalla. Borrell y Putin sí que tienen esa idea. A Zelenski no le dejaron mucha más opción. No es alguien que me guste, ojo. No creo que haya hecho las cosas bien, pero sí que es cierto que a él no le queda más opción que pedir armas. A Borrell, mal llamado "jefe de la diplomacia europea", y a Putin, sí les queda. Llamar "jefe de la diplomacia" a ese señor me parece un chiste, la verdad. De Putin pues ya sabemos todos qué esperar.

¿Consideras justificado el gran temor global de que esto pueda ser el paso inicial de un conflicto a gran escala?

Es un temor que yo también tengo. No dispongo de información suficiente para saber si es real o no. Pero sabemos, por lo que nos cuentan de otras épocas de la historia, que hubo dirigentes que no habrían dudado en hacer escalar esto hasta el conflicto nuclear. Espero que ahora no sea así, pero una vez que alguien ha tomado una decisión tan estúpida como la de invadir Ucrania, una ya no sabe muy bien qué otra ocurrencia puede tener ese dirigente. Y a qué puede llevar que los jefes de la diplomacia se dediquen a echar gasolina al fuego diciendo que la paz se logra con más armas y en el campo de batalla. Esto no dice nada bueno de la salud mental de esta gente. Y no, no los estoy equiparando, solo constato la realidad de lo que dicen y hacen. Yo creo que es inevitable tener miedo. Yo al menos lo tengo.

Esperemos que la cosa no vaya a más y sobre todo que esta guerra se termine cuanto antes y empiecen las negociaciones, las reparaciones, las devoluciones o lo que se establezca por vías que no supongan la muerte indiscriminada de gente.

¿Qué novedades podremos ver en Macondo en lo que resta de esta temporada?

Vamos a seguir apostando por una mirada alternativa de la realidad política latinoamericana, siempre desde nuestra visión y nuestra línea editorial, que no es precisamente un secreto. Y siempre viendo qué innovaciones quiere incorporar Leandro, que siempre está buscando cómo mejorar lo que ofrecemos a nuestra audiencia. La verdad es que Leandro y Marco son un equipo en el que me siento como una auténtica impostora, ante toda esa erudición y sabiduría. Simplemente tenerlos a ellos hace del programa algo muy difícil de equiparar si de lo que hablamos es de política latinoamericana global, de la patria grande.

¿Hay algo que no pregunté y que te gustaría agregar?

Bueno, más o menos ya lo dije, pero como siempre digo y como dicen compañeras más veteranas y mejores que yo: hay que apoyar a los medios alternativos. Como dije, nuestro mayor problema para sacar adelante el trabajo es la financiación. Necesitamos de su compromiso, de verdad que sí. Necesitamos que nuestro trabajo sea sostenible, como todos los trabajos, obviamente. Necesitamos un periodismo comprometido y consciente y sin ese apoyo, no lo vamos a tener.

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