Cuatro de cada diez personas en América Latina y el Caribe padecen de inseguridad alimentaria según el último informe de las Naciones Unidas. El panorama regional de Seguridad alimentaria arroja que 60 millones de personas padecen hambre, 267 millones padecen de inseguridad alimentaria moderada o grave y 106 millones viven con obesidad.
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El impacto de la pandemia en la economía global deterioró la seguridad alimentaria aumentando la pobreza, la caída en los ingresos, la inflación y el alza en los precios de los alimentos, empujando a millones de familias a optar por dietas mas pobres y comidas menos nutritivas.
Pero la pandemia soló agudizó un proceso en crecimiento de padecimiento de hambre; en la región la gente con hambre aumentó en un 79% desde el 2014, unas 26,5 millones de personas.
La otra vacuna
Los expertos alertan que así como se debió urgentemente producir la vacuna contra el Covid-19, se debe producir una «vacuna» contra el hambre que implica todos los gobiernos de la región tomen las presentes medidas:
- Fortalecer los programas de seguridad y asistencia social creados antes y durante la pandemia
- Recuperar para los sectores de trabajadores informales y familias mas pobres los niveles de ingreso previos a la pandemia
- Inversión pública y privada dirigida a resolver las debilidades estructurales que desnudó la pandemia
- Seguridad social para los sectores mas vulnerables como productores familiares y asalariados de la agroindustria y la agricultura
- Fortalecimiento de los mercados locales en el campo y la ciudad como forma de asegurar canales de distribución y acceso a alimentos sanos y de alta calidad nutricional
- Desarrollo de sistemas agroalimentarios que permitan enfrentar el aumento en los precios internaciones de los alimentos y las subidas de costo en los insumos agrícolas y fertilizantes