En Haití se levantó en 1789 la primera rebelión general de esclavos inspirada en los principios de la Revolución Francesa, fue una de las primeras naciones libres de América y la primera y única declarada como nación negra en el continente; a partir de ahí se convirtió en un referente para la liberación de varios de los pueblos de América Latina y el Caribe durante los albores del siglo XIX.
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Fue Haití la nación que sirvió como retaguardia estratégica a Simón Bolívar cuando sufrió los primeros reveses en la lucha por la liberación de los virreinatos de la Nueva Granada y Lima, que luego se convirtieron en Colombia, Panamá, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia. Fue Alexandre Pétion, presidente de Haití, quien aprovisionó a Bolívar para regresar a la América continental a dar la batalla contra los españoles.
Sin embargo, los hechos subsecuentes en la carrera de Haití como nación estuvieron marcados por la injusticia sustentada en una profunda inequidad, convirtiéndolo en el segundo país más desigual del mundo, con un índice de Gini de 0,60, sólo superado por Sudáfrica con 0,63.
Durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX, sufrió la dictadura de los Duvlaier, primero François, el padre y luego Jean Claude, el hijo, quienes instauraron un régimen de terror que dejó más de 30.000 muertos, pero que contó con el apoyo de Estados Unidos, pues estos consideraban que el carácter anticomunista de la dictadura Duvalier era “muy útil” en la región tras el triunfo de la revolución cubana. Finalmente, Jean Claude fue derrocado en 1986 dejando a Haití como el país más pobre del hemisferio.
Haití comparte el mismo territorio insular con República Dominicana, sin embargo, las diferencias físicas y sociales son verdaderamente notorias; con una población cercana a los 11 millones de habitantes, pasa hoy por un momento de fuerte agitación social que no es nueva, pues hace meses se han producido violentos levantamientos populares que ya desalojaron de su cargo a un primer ministro.
Un amplio margen de la población sobrevive con un ingreso medio de 2 dólares al día, razón por la que en julio de 2018 el anuncio del alza del precio de los combustibles por parte del gobierno de Jovenel Moise, generó una serie de protestas que dejaron aproximadamente 11 personas muertas en medio de un clima de agitación que exigía la renuncia del primer ministro Jack Guy Lafontant.
Finalmente, Lafontant renunció por la crisis que se desató, no sólo por el alza del precio de la nafta, sino porque se descubrió la corrupción generada por el manejo inadecuado de los recursos provenientes del acuerdo entre Haití y Venezuela, que le entregaba combustible a precios módicos al país isleño por medio de PetroCaribe.
Luego de la renuncia al primer ministro Lafontant, hoy quienes protestan exijen la renuncia del presidente Jovenel Moise, quien dirigió la empresa encargada de administrar los fondos destinados a la construcción de una carretera y por la que no llegó a firmarse contrato alguno; Moise lleva apenas dos años en el gobierno, pues asumió la presidencia en febrero de 2017.
En noviembre pasado se volvieron a levantar enérgicas protestas convocadas por la oposición en contra de la corrupción y la impunidad reinantes en el país, protestas que dejaron al menos 15 muertos más en varias ciudades, y que convirtieron a Puerto Príncipe en un campo de batalla.
En ese momento el nuevo primer ministro Jean Henry Ceant, reiteró el compromiso del gobierno para que se investiguen los múltiples casos de corrupción y se procese a los responsables, mientras se anunció la creación de nuevos puestos de trabajo para la población más sumergida; sin embargo, los resultados hasta ahora no se han visto.
Por estas razones el 7 de febrero, con motivo de la conmemoración de un aniversario más de la caída de la dictadura de Duvalier en 1986, las protestas se volvieron a alzar, una semana después no han cesado y tienen a Puerto Príncipe convertida en un campo de batalla, donde la principal exigencia es la renuncia del presidente Moise, pues hace varios días el Tribunal Superior de Cuentas divulgó un informe donde se documenta la desviación de los recursos entregados por Venezuela desde 2008 para fomentar el desarrollo social del país, y que nunca llegaron a su destino.
Por esta situación, han sido señalados al menos 15 altos funcionarios de los últimos gobiernos, lo que despertó aun más la indignación de la población, que ha paralizado prácticamente todas sus actividades debido a las protestas que llevan hasta el momento 7 personas muertas registradas.
Los llamados hechos por el gobierno, claman por el cese de la violencia en las calles y abogan por el ejercicio a la protesta pacífica, mientras la policía actúa reprimiendo las protestas y generando un clima de confrontación permanente.
En Haití, la crisis institucional es tangible, la oposición convoca movilizaciones que ponen a miles de personas en la calle mientras el gobierno no es capaz de devolverle la confianza institucional a la población, demostrando la impunidad que viene tras la corrupción que es un verdadero mal endémico en ese país. Los grandes comercios están cerrados por temor a ser saqueados como ocurrió durante las protestas de noviembre.
Este tipo de situación en una economía tan frágil y con tan pocas alternativas tiene a Haití al borde de una crisis humanitaria en una población que no se ha logrado recuperar del todo luego del terremoto que sacudió la región en 2010 y que fue catalogado como el más fuerte en 250 años, pero cuyo proceso de recuperación se vio opacado por los escándalos de la siempre presente corrupción, donde además del mal manejo de los recursos provenientes del acuerdo con Venezuela, se conoció que mucha de la ayuda humanitaria entregada por diferentes países fue a parar a manos de particulares.
Hoy la agitación e inestabilidad política suma alrededor de 50 personas muertas en los últimos meses en una nación profundamente empobrecida, sin embargo la información que trasciende desde allí es muy poca y el eco que se hace de lo poco que se conoce es mínimo; si existe un país en la región que precise acompañamiento internacional para resolver una profunda crisis institucional, y precise una copiosa solidaridad internacional para la solución de los mínimos vitales de la población, es Haití; sin embargo ese no tan pequeño país, parece ser invisible a los ojos de la prensa internacional.