Con atinada precisión y economía de palabras, Fidel Sclavo escribió: “Toda fotografía es una invención. Poco tiene que ver con la realidad. En el mejor de los casos, es apenas un reflejo de la mirada. La consecuencia de quien puso el acento ahí y no en otra parte. Lo real, en cambio, es todo lo demás. Lo que no entró en el cuadro y está alrededor” (fragmento de la nota para “Paisajes imaginarios”, portfolio con parte de su obra publicado en la revista Materia sensible número 19, de mayo de 2019).
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Lo que llamamos realidad está en constante escrutinio. Desde la Justicia a la práctica periodística, lo que ocurre -u ocurrió- en el dominio de lo perceptible e interpretable está bajo la lupa. Alguien o algo debe probar su existencia y juzgarla. Los técnicos forenses toman fotos y notas en la escena del crimen para reconstruir con el mayor grado de precisión lo ocurrido para luego someter a los responsables al rigor de la ley. El periodista graba o toma nota de las declaraciones de la figura política que está en el centro de la polémica y luego dará, con la ilusión de honrar la ilusión de la objetividad, la noticia, un relato sobre ese fragmento de lo real. El documento gráfico sellará el contrato con lo real: la foto que completará la trama informativa de la noticia.
Esa foto, sin embargo, será un recorte, un encuadre, un ángulo puntual en un continuo de posibilidades. Su valor informativo, técnico, estético, estará en un borde sinuoso. Importará el enfoque, el control de las tensiones entre luces y sombras, el color, la profundidad de campo, entre otros elementos técnicos que se escrutarán tras el revelado -el analógico o el digital-. Ahí está, o estaría, la prueba de lo real: la mirada preocupada del funcionario acusado de corrupción, la acrobacia futbolística que terminó en gol, la multitud que recorrió una peatonal sin respetar el distanciamiento social. Pero sabemos, aunque no se asuma, que estos son pruebas provisorias, precarias, sobre lo real.
La foto se coloca en la frontera entre lo encuadrado y el resto de los estímulos. Es el dispositivo que dispara hipótesis sobre lo que ocurrió antes y después de que se presionó el obturador. Juega con lo que quedó fuera de foco y fuera del encuadre: con lo que no se ve y funciona como una extensa red de posibilidades significantes.
Es, sí, un documento, la prueba gráfica de algo o de alguien. Es el objeto que será escrutado por historiadores. Y al mismo tiempo, es el dispositivo que nos coloca en el dominio de lo improbable. Es la disposición de otro universo de posibilidades que no necesita constatarse con precisión científica. Aquí vale la evocación, la posibilidad de llegar al incierto límite de la imaginación, al misterio: los confines siempre discutidos del arte.
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Recurriendo a la técnica informática para sortear las restricciones impuestas por la crisis sanitaria, este viernes (29 de enero) el Centro de Fotografía de la Intendencia de Montevideo (CdF) inaugurará vía Zoom, a partir de las 19 horas, la muestra Africamericanos, con la participación del curador, el español Claudi Carreras, y varios de los autores.
Se trata de una exposición que reúne varios de los proyectos presentados en el Centro de la Imagen de México, en 2018, más una selección de trabajos inéditos de Uruguay, Argentina, Chile, Paraguay, Ecuador, Colombia y Costa Rica, que se enfocan en la creación de distintas miradas sobre las vivencias, relatos, memorias, de los afrodescendientes en este extenso continente. Tal temática convierte a la muestra en un proyecto abierto, en constante ampliación y cambio. Un interesante desafío para la apreciar esa doble condición de la fotografía: la de ser el documento de un recorte de lo real, y a la vez un activador de la comunicación estética.
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El extenso proyecto Africamericanos está dirigido por el curador, editor y gestor cultural español Claudi Carreras (Barcelona, 1973), quien ha investigado ampliamente en distintos caminos que ha tomado la fotografía latinoamericana. El objetivo, ha explicado Carreras, es crear un espacio abierto, una suerte de plataforma para múltiples medios de expresión, donde confluyan la investigación, la exhibición, difusión y producción visual. Un conjunto diverso de apuestas visuales que se orientan a la construcción de los imaginarios asociados a las comunidades afrodescendientes en América Latina y el Caribe, recuperando sus narrativas particulares, sus experiencias como comunidades locales.
Escribió el curador: “Africamericanos ofrece un recorrido visual que reúne imágenes históricas procedentes de importantes archivos fotográficos y producciones contemporáneas de reconocidos artistas residentes en Latinoamérica, además de una selección de proyectos pensados y comisionados ex profeso. No hemos pretendido acotar ni limitar aproximación alguna, por el contrario, nos proponemos reflexionar y cuestionar aquellas verdades que se han asumido sobre la afrodescendencia hasta hoy. Con ello buscamos contribuir en los procesos de reconocimiento y visibilidad de las distintas comunidades que construyen nuestra sociedad”.
En esta primera exposición en Montevideo se podrán ver los trabajos de los siguientes artistas: Bruno Morais (Brasil), Cristina de Middel (España), Yeison Ryascos (Colombia), Yohis Alarcón (Ecuador), Nelson Garrido (Venezuela), Maya Goded (México), Yael Martínez (México), Sandra Eleta (Paraguay), Colectivo Nómada (Costa Rica), Victoria Santa Cruz (Perú), Archivo sobre el racismo en el Perú y el mundo (Perú), Archivo Juan García Salazar (Ecuador) Angelica Dass (Brasil), Jorge Panchoaga (Colombia), Archivo IMS (Brasil), Mayra Da Silva y Pablo Albarenga (Uruguay), Mayeli Villalba (Paragua), Archivo DIAFAR (Argentia), Christian Jamett (Chile), Eustaquio Neves (Brasil).
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Articulada conceptualmente con Africamericanos, se exhibe en la fotogalería del Parque Rodó el proyecto fotográfico Humanae: Work in progress, de la fotógrafa brasileña Angélica Dass, quien también participa de la muestra curada por Claudi Carreras. Un original y potente trabajo que moviliza una reflexión sobre el color de la piel y lleva a un punto crítico las etiquetas discriminatorias como “blanco”, “rojo”, “negro”.
Desde el título este proyecto se define como abierto, en evolución, y que se enriquece a partir de la singularidad humana, cuya diversidad está bajo la constante presión de las estructuras estereotipadas, la discriminación. El fondo de cada retrato incluido en la muestra está teñido con un tono de color idéntico al de una muestra de 11 x 11 píxeles tomada de la nariz del sujeto y emparejada con la paleta industrial Pantone. La neutralidad de esta paleta, usada en la industria editorial, expone las contradicciones y estereotipos relacionados con el tema de la raza. Más allá de los rostros y los colores, el proyecto cuenta con casi 4.000 voluntarios, con retratos realizados en 20 países diferentes y 36 ciudades distintas de todo el mundo, gracias al apoyo de instituciones culturales, sujetos políticos, organizaciones gubernamentales y organizaciones no gubernamentales.
Angélica Dass es una reconocida fotógrafa brasileña que desde hace varios años reside en España. Su práctica combina la fotografía con la investigación sociológica y la participación pública en la defensa global de los derechos humanos. Su trabajo ha viajado a más de 80 ciudades de todo el mundo, desde PhotoEspaña, al Foro Económico Mundial (Davos), UN Habitat III, London Migration Museum, AMNH, Montreal Fine arts Museum, Dublin Science Gallery; a las páginas de National Geographic, Time Magazine, Foreign Affairs entre otros importantes medios de comunicación.