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Sociedad

Jaime Saavedra: «Yo creo más en el amor que en el palo»

El espacio «La Casa», un proyecto de la Intendencia de Montevideo gestionado por la ONG El Abrojo, está orientado a mejorar la calidad de vida de las personas que habitan la calle y desde su inicio, noviembre de 2020, alcanzó a más de 800 usuarios.

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Caras y Caretas dialogó con el director de este proyecto, Jaime Saavedra, quien contó la dinámica de funcionamiento, las problemáticas que se abordan, a la vez que reflexionó sobre los desafíos de las políticas sociales.

Sobre las 14 horas, en avenida Uruguay, entre Yi y Cuareim, unas cuantas personas esperaban para ingresar en «La Casa», un lugar «de achique» para quienes se encuentran en situación de calle, pero que es mucho más que eso. En la puerta también estaba el director del proyecto, Jaime Saavedra, conocido por su vasto trabajo en políticas pospenitenciarias y su desempeño frente a la Dirección Nacional de Apoyo al Liberado (Dinali), cargo al cual renunció en marzo de 2020. Él mismo recibe a los usuarios y usuarias que se van arrimando, les brinda un saludo, les pregunta dónde comieron y cómo andan. El diálogo fluye, le cuentan a qué comedores asistieron, y alguna cosa más. La pandemia y las medidas de distanciamiento físico no impiden que el director les muestre afecto, con la mirada, la atención en sus relatos y algún palmeo en la espalda. Saavedra explica que están afuera porque cada dos horas realizan limpieza y desinfección del lugar como protocolo contra la covid-19.

«La Casa» es uno de los cuatro dispositivos que tiene el programa Calle de la Intendencia de Montevideo, funciona como un espacio diurno, de lunes a domingo entre las 9 y las 18 horas, y está pensado para personas de entre 18 y 60 años. El objetivo principal es la búsqueda de la integración y el bienestar de esta población con énfasis en la perspectiva sociosanitaria.
El espacio es amplio, luminoso, tiene plantas, lugares para sentarse, cuadros y rincones de esparcimiento. «Este es un lugar donde encontrarse en los horarios en que los refugios están cerrados y la gente no tiene a donde ir. La idea es recibirlos, conocerlos y comenzar a pensar soluciones según las necesidades de cada uno. Hacemos un esfuerzo muy grande para que la casa sea un lugar acogedor, con un clima de paz y de construcción, evitando que se asocie la situación de calle con el deterioro y la violencia», explicó Saavedra.

De la calle a la comunidad

Con respecto al abordaje sociosanitario que se realiza en «La Casa», el director explicó que el dispositivo cuenta con un consultorio a disposición de las usuarias y usuarios, atendido por una doctora de Medicina Familiar y Comunitaria y dos enfermeras. «Muchas de las personas que recibimos, por distintas razones, no acceden a los servicios de ASSE, ni a los de las policlínicas de la Intendencia de Montevideo. Aquí se les brinda atención primaria y se los orienta para que usufructúen los servicios del Estado, no hay ninguna razón para que no se atiendan ahí. El problema es que se ha generado una dinámica compleja a través de la institucionalidad que tiene algunos rasgos expulsivos. La gente tiene miedo de ir, les da vergüenza porque no están bañados o prolijos. Hay un circuito difícil que estamos intentando desarmar».

Para hacer uso de «La Casa» no es necesario agendarse ni llenar formularios, contó Saavedra: «Vienen, los recibimos junto al equipo de trabajo y mantenemos una entrevista con la persona para conocer su situación y ver qué más podemos hacer, o simplemente vienen a pasar el rato, que también es muy importante». En algunos casos, luego de los primeros encuentros, si lo amerita y la persona está de acuerdo, se la deriva a otros dispositivos de atención en salud mental o consumo de drogas, dos problemáticas fuertemente asociadas a la situación de calle. Según Saavedra, las necesidades más recurrentes que manifiesta esta población están relacionadas al uso problemático de sustancias, falta de empleo, dificultad para recomponer vínculos familiares y soledad. «Hay gente sola que está muy triste por diversas situaciones que padecen, y que se han agudizado debido a la situación compleja que está transitando el país con la pandemia y sus efectos».

«No se puede estar solo en la vida, siempre hay alguien que nos quiere, y nosotros apostamos a que las personas puedan recomponer el vínculo con sus afectos porque nos parece fundamental. La vida hay que transitarla acompañado», agregó.

Saavedra hizo énfasis en la problemática de las drogas, como la pasta base, «que está causando estragos en esta población». A su entender, «es necesario dar una pelea dura para generar más espacios de asistencia y así darles la oportunidad de que ellos hagan lo suyo. Nosotros estamos ayudando, pero tenemos que lograr que la persona ponga todo de sí». En tal sentido, insistió en que uno de los problemas históricos que presentan las políticas sociales en Uruguay es que los educadores y educadoras que trabajan en territorio no tensan lo suficiente el vínculo con el usuario y ahí, aseguró, se corre riesgo de caer en un asistencialismo perjudicial. «Antes de que esté habilitada ‘La Casa’, dormían todos acá afuera, desparramados, con unos cortes importantes al lado. Si tienen dificultades para encontrar un lugar donde dormir o problemas de inseguridad, y por eso duermen con un corte cerca, los ayudamos a resolver esas cosas, pero les aclaramos que así no funciona. Los vecinos tenían miedo de pasar por acá y cruzaban la calle en la otra esquina. Nosotros brindamos ayuda, pero tenemos que tensar el vínculo para que ellos pongan lo suyo y aprendan a vivir en comunidad».

Otro de los ejes fundamentales del proyecto es la orientación laboral, para Saavedra «la clave» que posibilitaría mejorar la situación de esta estas personas. En este espacio se realizan talleres de orientación sociolaboral y se buscan oportunidades para quienes participan. «En estos dos meses de funcionamiento se han generado 8 puestos de trabajo mediante un convenio con la empresa Teyma, y estamos realizando gestiones para otros convenios. Próximamente cerraremos uno con la Facultad de Ciencias Exactas para que dos o tres personas realicen una pasantía en tareas de mantenimiento».

Además de los aspectos sociosanitario, laboral y psicológico, «La Casa» cuenta con una serie de talleres que apuntan a la integración, convivencia, aprendizaje y bienestar. Esta propuesta incluye deportes, meditación, fotografía, ajedrez, murga, percusión, canto, entre otras cosas. «Existen diversas actividades que se van modificando en función de las necesidades y planteos que hacen las personas que participan. Actualmente, debido a la emergencia sanitaria, el funcionamiento de algunos talleres, especialmente aquellos de dinámicas grupales, se encuentran suspendidos transitoriamente, pero otros como el sociolaboral, que entendemos prioritario, se realizan con un aforo inferior, no más de 9 personas», contó el director.

«En el contexto de pandemia algunas condiciones cambiaron, por ejemplo, las personas que vienen pueden permanecer en «La Casa» dos horas por día como máximo y tenemos un aforo más reducido. También cada dos horas se realiza la limpieza del lugar. Fuera de eso, el esquema de funcionamiento es el mismo», agregó.

Con respecto a la solución habitacional para esta población, Saavedra adelantó que hay un proyecto incipiente mediante el cual se está armando una propuesta para presentar ante la comuna capitalina que posibilitaría soluciones habitacionales. «Acá hay gente que ya está ganando un salario y podría estar en condiciones de alquilar una pieza. Si nos cedieran una casa vieja, podemos acondicionarla, pintarla, hacer la instalación eléctrica, hay usuarios que saben hacer todas esas cosas. De esa forma, y con los apoyos debidos, se pueden generar oportunidades de vivienda a muy bajo costo. Esta semana nos reunimos con la intendencia para hacerles un planteo concreto».

Otra de las iniciativas de este espacio, informó el director, tiene que ver con generar oportunidades de crédito para quienes lo necesitan, «algo así como un banco para pobres», expresó. «La idea es que la gente que está empezando a trabajar pueda aportar una módica suma a un fondo que estará destinado a prestar plata para cubrir necesidades o emprendimientos de otras personas. Quien recibe un préstamo luego devuelve el importe y un poco más para que ese fondo vaya creciendo». «Esta posibilidad es muy importante para esta población. Vivimos en una sociedad que funciona en base al crédito y la población a la que asistimos no es que tenga problemas con el crédito, están en un agujero negro y, sin apoyo, no pueden salir. Todos precisamos un préstamo alguna vez, ya sea para comprar un auto, ropa o calzado. O te presta un banco, o un familiar o un amigo, las modalidades pueden ser varias, pero lo cierto es que es algo fundamental para vivir en comunidad. Acá hay personas que te cuentan que consiguieron una changuita para cortar el pasto, pero que no tienen plata para comprar la bordeadora. Nosotros también queremos ayudar en esas cosas».

Al evaluar los dos meses de funcionamiento de “La Casa”, el director valoró que durante el primero se llegó a 717 personas y que actualmente ese numeró superó las 850. Además, subrayó que aumentó la cantidad de mujeres usuarias, lo cual es, dijo Saavedra, muy importante porque la población en situación de calle está muy masculinizada, razón por lo cual los dispositivos existentes para atender esta problemática también lo estaban. «El hecho de que este lugar se sea un espacio donde las mujeres tienen su lugar y se sienten cómodas es una cosa que veníamos buscando».

Los retos de las políticas sociales

Consultado sobre el abordaje que viene realizando el Ministerio de Desarrollo para enfrentar la problemática de la situación de calle, Saavedra respondió manifestó no contar con la información suficiente para emitir un juicio fundamentado, además, consideró que es muy pronto para opinar. «Sin prejuicio por las diferencias de opinión que puedan existir, creo que los que somos oposición debemos ser muy cautos hasta diciembre de 2021, recién en esa fecha se cumplirá el primer año de gestión con el nuevo presupuesto».

Saavedra reconoció la trayectoria y las obras que respaldan al actual ministro de Desarrollo Social, Pablo Bartol, así como su sensibilidad social, pero advirtió que en su entorno existe un discurso «más agresivo de lo conveniente para la convivencia política. Con los años y con lo vivido, me convertí en un fundamentalista del buen trato. El buen trato como utopía y como estrategia».
«Más allá de las políticas sociales, quienes somos parte de la gestión tenemos que hacer un despliegue de empatía y de esfuerzo que no está y es muy importante. Si no hay compromiso y garra puestos en el territorio, con la gente que está sufriendo, la cosa no tiene mucha vuelta», agregó.

En el entendido de que un gran porcentaje de la población liberada del sistema carcelario es la que vive en la calle, le preguntamos al experto cuáles son los retos de las políticas pospenitenciaras. «Gran parte de los problemas crecientes que tenemos en políticas pospenitenciarias se reflejan en el Presupuesto. Para un artículo que estoy redactando me tomé el trabajo de analizar los últimos 5 presupuestos. Cada año, tenemos 7.000 personas liberadas del sistema penitenciario, personas con un perfil conocido por todos: muy jóvenes, con bajo nivel de adhesión al sistema educativo, con problemas de drogas y a veces muy violentas. Todos los años 7.000 personas con estas características se integran a la convivencia ciudadana. En ese contexto, en los presupuestos nacionales, las políticas pospenitenciarias no existen. En cuatro o cinco presupuestos, hay cuatro normas que refieren a las políticas pospenitenciarias. Y las políticas públicas que no están en el Presupuesto no son ni políticas ni públicas. Este es un problema tremendo que no se termina de comprender ni de abordar, y que termina repercutiendo en la vida cotidiana. Lo ves acá en la puerta todos los días, la mayoría de la gente tiene años de cana, en los establecimientos más complicados. Transformar esos años de encierro en convivencia social es un enorme desafío y se necesitan recursos».

Sobre su desvinculación de la Dinali, dependiente del Ministerio del Interior, explicó que más allá que las nuevas autoridades de gobierno le ofrecieron la continuidad en el cargo, «se dieron ciertos hechos por los cuales entendimos, en común acuerdo, que lo mejor era la separación». «Elegí no contar los motivos porque entendí que en ese momento no aportaba. Desvincularme no era lo que tenía pensado, fue una decisión fuerte porque estaba muy comprometido y contento con el trabajo, pero a los días de haberme ido supe que había tomado la decisión correcta. Quienes me conocen saben que actualmente hay una línea de trabajo que no es la mía, aunque ojalá que el equivocado sea yo y la nueva administración este en la dirección correcta, para la felicidad de los uruguayos. A mi juicio, el camino es cada vez menos presos, cada vez más medidas alternativas, fortalecer los programas de inserción, la legalización de todas las drogas en Uruguay, la separación del Instituto Nacional de Rehabilitación del Ministerio del Interior y la separación de la Policía de las cárceles porque no tiene ningún sentido que este ahí. Yo creo más en el amor que en el palo», concluyó.

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