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Mundo

“Macron, démissionne”

La cólera de los franceses

Por Victor Carrato

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Caras y Caretas Diario

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Desde el pasado 17 de ‎noviembre de 2018, los franceses ejercitan el nuevo deporte nacional que es dedicar sus sábados a manifestar en contra del gobierno, durante diez sábados seguidos, por ahora. El movimiento de los chalecos amarillos inició sus movilizaciones en contra de las alzas de precios de los combustibles, pero se convirtieron en la demanda del fin del gobierno de Emmanuel Macron, a quien acusan de gobernar solo para los ricos.

El aumento del impuesto sobre el carbono (Ticpe) hizo subir los combustibles y esto generó llamados espontáneos, a través de las redes sociales, a enfrentar este mazazo. El movimiento, desestructurado y sin una dirección definida, extendió sus demandas al aumento del poder adquisitivo de las clases medias y clases bajas, particularmente rurales y cercanas a la ciudad. Los manifestantes reclaman que el salario mínimo es ridículo, los impuestos muy altos y no se puede llenar la heladera ni llegar a fin de mes.

La pauperización creciente de la clase media empeora la desindustrialización de las fábricas. El consumo se derrumba, los servicios de salud que ‎estuvieron entre los mejores del mundo se caen a pedazos, al igual que los servicios públicos y el sistema educativo. ‎La llegada de grandes ‎masas migrantes provenientes de Oriente Medio y Norte de África han disminuido gravemente la fuerza laboral francesa, lo que genera grandes pérdidas de puestos de trabajo.

Sin respaldo

Según las encuestas, solo el 25% de las personas están contentas con la forma en que el gobierno está dirigiendo el país. El primer ministro Edouard Philippe y el ministro del Interior Christophe Castaner cuentan con 54% y 53% de calificaciones negativas.

Francia se ha desindustrializado. Las industrias mecánicas, que eran el ‎orgullo de los franceses, están derrumbándose con el empuje de la industria china.

La deuda pública pasó de 88% del PIB al 98,5% en 2017.

Los chalecos amarillos han llamando la atención de los medios de todo el mundo sobre la derogación de una ley de 1973 que prohíbe que el Tesoro Público pida préstamos directos al Banco de Francia. Entonces el gobierno no tiene otro remedio que vender bonos y pagar tasas de interés para financiarse.

Las protestas han disminuido los ingresos de diferentes fábricas en todo el país, y algunos de los grandes supermercados han visto caídas de hasta el 35%.

Las empresas más afectadas fueron los dos grupos nacionales de distribución, los grandes supermercados Carrefour y Auchan, cada uno de los cuales perdió al menos 170 millones de dólares en las primeras seis semanas de protestas.

Los pequeños comercios de los centros de las ciudades reportaron una baja en sus ventas durante las protestas hasta 70% en el peor de los casos.

La promesa de eliminar el déficit presupuestario para ofrecer recortes de impuestos y más servicios públicos a la gente no da resultados. La cancelación de los controvertidos aumentos de los impuestos al gas, entre otras medidas impulsadas por Macron, no ha logrado satisfacer las demandas del movimiento de chalecos amarillos.

Macron se ha alejado de la realidad política de su país, y culpa por las protestas a Rusia. Es el fracaso de otro gobierno populista. Sin embargo, el problema no es únicamente Macron. Es el sistema político y económico de Francia y gran parte de Europa que ha sido golpeada y enajenada por sus gobernantes que siguen el modelo banquero/financiero/globalista.

Los ricos, cada vez más ricos

Lo que sucede en Francia se repite en todo el mundo. La concentración de la riqueza se acentuó en el mundo a tal punto en 2018 que 26 multimillonarios poseen más dinero que los 3.800 millones de personas más pobres del planeta, según un informe de la ONG Oxfam Internacional.

“El abismo que aumenta entre ricos y pobres penaliza la lucha contra la pobreza, perjudica la economía y alimenta la rabia en el mundo”, afirmó Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam Internacional.

Según la ONG, en 2017 la proporción era de 43 multimillonarios poseedores de más riqueza que la mitad más pobre de la humanidad.

El gran debate

Macron lanzó un debate nacional con el cual pretende aplacar la crisis, una iniciativa que genera más dudas que certezas.

El mandatario dio inicio a la gran concertación que se extenderá hasta febrero, y cuyos resultados serán dados a conocer el 15 de marzo, según el compromiso asumido.

Macron se reunió con 600 alcaldes de la región de Normandía con quienes dialogó durante varias horas, un formato que deberá repetirse en las próximas semanas en unas 10 ocasiones para cubrir todo el territorio nacional.

En su intervención, el jefe de Estado abogó por un debate sin tabúes.

Más allá de los temas propuestos por el gobierno, sostuvo, “estamos abiertos a todos los asuntos”.

“Si hay cuestiones inteligentes, asuntos que emergen y que yo no he visto, serán también tomados en cuenta. No debe haber tabúes al momento de hablar”, aseveró.

Previamente, el presidente había publicado una ‘carta a los franceses’ en la cual mencionó unas 30 cuestiones en las que considera necesario reformar el país, articuladas en torno a los cuatro temas del debate: la transición ecológica, la fiscalidad y los gastos públicos, la democracia y la ciudadanía, y la organización del Estado y los servicios públicos.

Otras salidas

El economista francés Thomas Piketty encabeza la coalición de economistas, políticos e historiadores que han elaborado un manifiesto de 50 páginas que exige mayores impuestos corporativos e individuales para recaudar fondos que asciendan a aproximadamente cuatro veces el presupuesto actual de la Unión Europea (UE).

Ese dinero financiaría la creación de una asamblea europea para hacer un “progreso inmediato” en la reducción de la “división dañina” que sostienen que está amenazando a la región.

La desigualdad ha aumentado la agenda global a raíz de la crisis financiera de 2008, que incrementó de manera exponencial las divisiones entre aquellos con ingresos más altos y más bajos.

El plan de Piketty se basa en cuatro impuestos paneuropeos. Uno sobre los beneficios de las grandes empresas, otro sobre los ciudadanos individuales que ganan más de 200.000 euros al año y un tercero sobre quienes poseen una riqueza superior a un millón de euros, así como un nuevo impuesto sobre las emisiones de carbono.

Los impuestos más altos para las grandes corporaciones multinacionales como Amazon, Apple, Facebook, Google y Microsoft ayudarían a recaudar alrededor del 4% del PIB de la UE, o aproximadamente cuatro veces más que el presupuesto actual, según el manifiesto.

Actualmente, los ingresos fiscales varían enormemente dentro del bloque. Incluyendo las contribuciones sociales, el promedio de la UE fue de alrededor del 40% del PIB en 2017.

Los índices más altos se encontraron en Francia y Bélgica, con casi el 50%, mientras que los más bajos se registraron en Irlanda (24%) y Rumania (26%).

De acuerdo con el plan, la creación de impuestos comunes eliminaría la competencia fiscal entre los países europeos y, por lo tanto, reduciría la posibilidad de las personas y empresas que pagan impuestos a trasladarse a destinos con impuestos más bajos.

“La justicia fiscal requiere la creación de una Asamblea Europea soberana que pueda aplicar impuestos comunes a las grandes corporaciones y los contribuyentes ricos”, escribió Piketty en una publicación de Twitter. El plan “puede comenzar con algunos países y luego extenderse a otros”.

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