Apenas un cuarto de la población adulta mundial practica ejercicio físico con regularidad, pero buena parte de ellos no saben a ciencia cierta si los hacen bien o mal, si pecan por exceso o por defecto.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
La vida sedentaria es tentadora, pero si nos abandonamos a ella, inevitablemente le pasará factura a la salud, por eso cada vez más personas intentan abrazar la cultura del “fitness”. El problema es que, incluso algo tan beneficioso como el ejercicio físico puede ser contraproducente cuando se hace a lo loco, sin supervisión ni más guía que los instintos de cada cual, y de cuanto programa te encuentres dando “scroll” en redes…
De hecho, a muchas de las personas que se lanzan a la aventura de fortalecer el cuerpo, ganar movilidad y paz mental les cuesta mantener el embullo y suele pasar que renuncian, con un efecto rebote que multiplica las libras que, si acaso, se perdieron con el rigor inicial. La mayoría se pregunta cuánto ejercicio es necesario para gozar de buena salud.
Simplemente muévete
Para el doctor I-Min Lee, profesor de la Escuela de Medicina de Harvard y la División de Medicina Preventiva del Hospital Brigham and Women's, la respuesta es sencilla: “simplemente muévete”. Según sus estudios, no hay que machacarse como un guerrero espartano, ni obsesionarse con hacer repeticiones hasta alcanzar la fatiga muscular, lo importante es tener algún tipo de actividad física.
“Mover los músculos y gastar energía como puedas. Si la pregunta es cuánto es suficiente para mejorar su salud, la respuesta, especialmente si hace poco ahora, es simple: más”, comenta Lee, cuya tesis no minimiza la importancia de los entrenamientos especiales, los cuales considera “excelentes para quienes pueden y quieren hacerlo”.
Sin embargo, insistió en que “cualquier actividad física es saludable”, y eso incluye lo que hacemos en la vida diaria. Para el académico, las actividades dependen del objetivo de cada cual: algunos se entrenan para asumir retos físicos mayores, otros buscan perder peso y otros quieren evitar posibles enfermedades. En cuestiones de salud, estima Lee, el objetivo es simplemente comenzar.
En su artículo, Harvard cita a la doctora Christina Ruggeri, del Centro para pacientes ambulatorios Spaulding en Salem, quien asegura que, si la persona ha sido sedentaria por mucho tiempo, debe aumentar sus niveles de actividad de manera paulatina.
“Está bien si apunta a una caminata de 10 minutos todos los días junto con otros dos períodos de ejercicio de 10 minutos, para aumentar el ritmo cardíaco. O sea, no tiene que hacer 30 minutos consecutivos”, explica la experta, quien aconseja incluso comenzar con ejercicios acostados, como levantamiento de piernas y trabajo con bandas de resistencia. “Esto ayudará a desarrollar fuerza antes de comenzar los movimientos de soporte de peso, como marchas de pie y sentadillas”, explica.
La clave, insiste Ruggeri, es hacer lo que cada cual sea capaz de tolerar y de qué condiciones preexistentes se tengan. También aconseja probar diferentes cosas hasta encontrar algo que realmente disfrute. “Caminar es bueno para todos. Si lo disfrutas, vas a seguir haciéndolo”, asegura.
El asunto, queda demostrado, es romper la inercia, y luego seguir moviéndose. Siempre moviéndose.