El plan de gobierno de Tortorelli incluía además medidas de claro contenido populista: empleos públicos garantizados para todos los ciudadanos mayores de 18 años, matrimonio obligatorio a los 25 para fomentar la natalidad, cines gratuitos y precios bajos en alimentos y vino. Soñaba también con transformar Valle Edén en una Venecia uruguaya, llena de góndolas, y con techar el Estadio Centenario.
Su partido, La Concordancia, contaba con su propio órgano de prensa, La Voz de Tortorelli, desde el cual difundía su ideario. Aunque sus candidaturas apenas lograron unas decenas de votos —69 en 1938, 40 en 1942 y 38 en 1950—, Tortorelli se convirtió en un fenómeno popular. Sus discursos convocaban multitudes y su nombre pasó al habla cotidiana: decir que una propuesta era “digna de Tortorelli” se volvió sinónimo de idea absurda.
Pinchinatti
Su figura trascendió la política. Inspiró al actor Ricardo Espalter para crear al personaje ficticio “Pinchinatti”, y su legado de extravagancia fue invocado incluso en tiempos recientes. En 2019, el presidente Tabaré Vázquez comparó las propuestas de Juan Sartori con las del histórico excéntrico.
Aunque sus ideas nunca se concretaron, Domingo Tortorelli sigue siendo un símbolo del delirio político con ribetes de genialidad, una mezcla de utopía, humor y espectáculo que solo podía surgir en el Uruguay del siglo XX.