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Lágrimas cebolleras

Melodrama culinario: ¿por qué lloramos al cortar cebollas?

No es un melodrama. No es por una crisis sentimental y ni por un recuerdo doloroso. Entonces, ¿por qué soltamos lágrimas cada vez que cortamos una cebolla?

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La cebolla desempeña un rol medular en la gastronomía iberoamericana, ya sea en sofritos, en guisos o como protagonista, bien caramelizada o en tempura. Hay incluso quien la come cruda, con fines medicinales, o como parte de encurtidos para picar o acompañar. Es muy versátil, pero casi siempre se le asocia a su lado menos agradable y que puede parecer un melodrama culinario: te hace llorar cuando la cortas…

No se trata de sentimentalismo barato, si no de química pura: cuando cortamos una cebolla, esta libera alinasa, una sustancia que desprende sulfóxido de propanotial. Este aceite esencial sulfurado se transforma en gas, y al entrar en contacto con los ojos, reacciona con la humedad y forma ácido sulfúrico, lo cual provoca esa irritante sensación de ardor.

El cuerpo humano reacciona a dicha irritación produciendo lágrimas para diluir y eliminar el ácido sulfúrico de los ojos, para protegerlos y mantener una visión clara. En otras palabras, al llorar, nuestro organismo nos trata de proteger de la irritación.

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Técnicas para no llorar

Ahora bien, ¿qué puedo hacer para cortar cebollas sin llorar? Hay consenso entre cocineros en varias técnicas para reducir o evitar el lagrimeo al cortar cebollas:

* Enfría la cebolla: antes de cortarla, ponla en el congelador durante unos minutos o en la nevera durante una hora, para reducir la cantidad de compuestos químicos que libere al ser cortada.

* Usa un cuchillo afilado: un cuchillo afilado produce menos daño a las células de la cebolla y, por lo tanto, libera menos compuestos químicos irritantes.

* Corta la cebolla debajo del agua corriente: así el gas liberado se disuelva en el chorro, y no en tus ojos.

* Usa lentes de protección: una alternativa para proteger tus ojos.

* Enciende una vela: esto puede ayudar a neutralizar los gases irritantes.

* Activa una campana de cocina o ventilador: la idea es que el aire circule y disperse los gases irritantes.

Igual, hay todo un rosario de técnicas más o menos disparatadas para, en teoría, prevenir el llanto cada vez que toque cortar una cebolla, como mascar un chicle para salivar más, o ponerse cáscaras de cebolla en la cabeza: no hay fundamentos, pero igual hay quien insiste.

Existe, eso sí, consenso en la importancia de contar con un buen cuchillo cebollero: un corte fino y preciso desgarra menos las capas de cebolla. Hay quien unta el filo con un poco de vinagre, pero eso le añade un sabor extraño a la cebolla, que puede ser contraproducente.

Ayuda mucho tener una buena tabla de apoyo, y la técnica para el corte preciso, ya sea en juliana (tiras), en “emincé” (aros) o en “brunoise” (cubitos). También se recomienda alejarse lo más posible de la tabla, para tratar de sacar los ojos del radio de acción del gas lacrimógeno.

Superado ese trance, venga cebolla y sus beneficios: sabor, textura, nutrientes, versatilidad e incluso valores medicinales… todo es ganancia con esta bendita especie.

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