Todo el amor
Entre sus recuerdos más queridos, destacó el dulce de higos que su abuela solía preparar en un brasero. "Nunca en mi vida probé algo igual", confesó Carolina, sonriendo al evocar el sabor único de aquella receta que contenía el amor y la dedicación de su abuela. "No ahorraba en el azúcar, y no es menor lo que estoy diciendo", añadió. En esos pequeños detalles se encontraba toda la esencia de esa mujer que, sin gestos extravagantes, demostraba su afecto de manera tangible.
La infancia de Carolina estuvo marcada por su sentido de responsabilidad, algo que ella misma describe como "nerviosismo". Recordó cómo, de pequeña, al acercarse la hora de entrar a la escuela, su inquietud por el tiempo la llevaba a observar el reloj insistentemente. "Ya empezó a mirar el reloj", decía su abuela a su madre, en una escena que revela el carácter ordenado y meticuloso que Carolina desarrolló desde temprana edad.
Entre risas, rememoró cómo su abuela le preguntaba cada día qué quería comer, y Carolina siempre pedía ñoquis. "No era una mujer ni de regalar sonrisas ni de apretarte ni besarte, era sobria en eso", reconoció, pero detrás de esa seriedad se escondía un amor inmenso. "En esos ñoquis estaba todo el amor", dijo conmovida.
La partida de su abuela fue un momento complejo para Carolina, pero también se siente afortunada de haberla tenido en su vida y de que su abuela haya conocido a sus hijos. "La amaron, la llamaban Popi", compartió con una sonrisa.
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