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Mundo

Los pasos desesperados de la caravana migrante en Centroamérica

De nuevo miles de personas toman las vías de Centroamérica en un proceso de migración masivo con rumbo a Estados Unidos. La pobreza y el abandono institucional que se profundizó con la pandemia y el paso de dos huracanes han sido motivos suficientes para iniciar la larga marcha hacia el norte. A tres días de haber salido de Honduras, el grupo de 4.000 personas, aproximadamente, fue brutalmente reprimido por la policía y el ejército de Guatemala, el domingo 17 y el lunes 18 de enero.

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La esperanza de siempre mueve a miles de personas a caminar casi 3.000 km para llegar desde Honduras hasta la frontera entre México y Estados Unidos, a donde esperan entrar como ilegales y comenzar a trabajar de inmediato. El sueño americano les espera, nadie va con la visión de que al otro lado de la frontera tendrán que vivir la misma miseria que dejan atrás. Sin embargo, la precarización de las condiciones de los migrantes que ingresan por la frontera sur es demoledora.

Otro factor que ha motivado el inicio de la caravana, ha sido el cambio de presidente en Estados Unidos, pues el mensaje que ha dado Biden en reiteradas oportunidades es el de dejar atrás la violenta política migratoria que Trump implantó y con la que pasó a la historia gracias a los vejámenes a los que fueron sometidas las familias de migrantes, separadas, encerradas en jaulas y con juicios sumarios a niños y niñas.

Las caravanas migrantes son un fenómeno que no es nuevo, sin embargo, desde 2018 han adquirido una especial relevancia debido a que se empezó a convertir en un evento masivo, pues se estima en más de 7.000 personas las que lograron llegar a la frontera norte de México, ya que se fueron sumando por el camino miles de personas que vieron en la caravana la oportunidad para no atravesar México solas.

En 2018 se habló de que del norte de Honduras partieron cerca de 2.000 personas, y las otras 5.000 se fueron sumando; en esta oportunidad, la caravana incial que se encuentra en la frontera entre Honduras y Guatemala supera las 4.000 personas, y dadas las condiciones que hay en todo Centroamérica, las entidades que acompañan el desarrollo de estos procesos afirman que en esta ocasión posiblemente se presencie una caravana sin precedentes y aunque no se atreven a dar cifras, se espera un número importante de caminantes.

Por su parte el gobierno mexicano también está tomando medidas en la frontera sur con Guatemala. Los factores a tener en cuenta hoy no son los mismos de 2 años atrás. Ya no solamente se trata de recibir a miles de personas que se desplazan caminando, mayoritariamente sin la mínima posibilidad de resolver sus necesidades básicas, sino que a eso ahora se le suma la incertidumbre del manejo sanitario en el contexto de la pandemia.

En los países por los que pasa la caravana, existen una serie de protocolos de ingreso al país, que incluyen pruebas PCR y medidas preventivas. Es una realidad que la mayoría de personas que viajan en ella no tienen los medios para hacerse las pruebas, e incluso, si los tuviesen, difícilmente se encontrarían los laboratorios capaces de darle curso a ese número de solicitudes en tan corto tiempo.

Por lo tanto, en el caso del gobierno de Guatemala, fue la excusa para impedir por la fuerza el ingreso de la caravana el domingo 17 de enero. Cerca de 2.000 efectivos policiales fueron desplazados a la ciudad fronteriza de Chiquimula, en Guatemala, desde donde se coordinó el operativo que durante dos días se encargó de intentar impedir la entrada de la caravana al país.
Esa historia ya se conoce de antemano. Posiblemente puedan sostener el operativo durante varios días, pero difícilmente podrán detener la caravana, que encontrará otros pasos, otras vías, fisuras en el bloque de las fuerzas militares de Guatemala y terminarán rompiendo el cerco. No tienen ya nada más que perder.

Pese a que Andrés Manuel López Obrador se ha caracterizado por dejar ver un talante progresista y humanitario con los migrantes, se tendrá que enfrentar a una situación que no será fácil de manejar. La entrada de miles de personas a su país, que se mueven, prácticamente sin poder guardar los mínimos recaudos sanitarios, y que literalmente atravesará el país de sur a norte, es una situación que no puede manejar sin unos mínimos controles.

El paso por México, que es el país más grande por atravesar, tiene sus propios desafíos tanto para la caravana como para el gobierno. Una vez completado el primer tramo dentro del país azteca, lo más seguro es que la caravana se divida, mínimo en dos grupos: los que decidirán tomar la ruta corta y los de la ruta larga. El paso por México es uno de los aspectos que más preocupa a los viajantes, pues, aunque las condiciones más peligrosas están en la ruta corta, que bordea el Golfo de México, en la ruta larga las condiciones tampoco son fáciles, ya que deben atravesar en desierto de Sonora, un lugar con unas condiciones particularmente hostiles.

Quienes deciden tomar la ruta corta, que en su mayoría son personas jóvenes y que viajan sin niños pequeños, se deben enfrentar a las condiciones propias de la confrontación entre los carteles de droga en México. En esta ruta, los reportes sobre secuestros se disparan exponencialmente durante el paso de las caravanas, sin embargo, no hay procesos de investigación y los pocos que se abren quedan en nada por falta de seguimiento.

En este sentido destaca que las personas que son secuestradas en esas zonas, terminan fortaleciendo de alguna manera las lógicas propias de la economía ilegal, bien sea desde las redes de trata, prostitución o vinculándose directamente con los carteles como modo de supervivencia. La migración es un fenómeno antiguo como la humanidad. Como todo fenómeno social puede ser aprovechado políticamente con arreglo a fines. Para la derecha ideológica, la migración masiva de población venezolana que huye del bloqueo es una muestra del fracaso de la izquierda y la migración masiva de la población centroamericana que huye de la expoliación y el saqueo es una muestra del triunfo del capitalismo.

El capitalismo siempre muestra solo su mejor cara, la del sueño americano, la de la eterna promesa de un mejor y seguro porvenir. Siempre muestra el capitalismo al que se aspira llegar. El capitalismo no muestra que la gente huye del mismo capitalismo, que lo que miles de personas están dejando atrás también le pertenece al capitalismo, el saqueo, la expoliación, la sobreexplotación, la mano de obra mal pagada; la educación y la salud como negocios hacen parte del mismo modelo, solo que son el desarreglo que se oculta bajo el mantel.

Hay cerca de 4.000 personas caminando y arriesgando la vida por huir de su realidad. Para esta migración no hay grandes despliegues de prensa ni grupos de países preocupados por sus implicaciones. La OEA no parece darse por enterada de una posible crisis humanitaria en la puerta de sus Estados miembros. A Almagro la preocupación no le alcanza para llegar hasta ese punto.

Aunque las condiciones más peligrosas están en la ruta corta, que bordea el Golfo de México, en la ruta larga las condiciones tampoco son fáciles, ya que deben atravesar en desierto de Sonora, un lugar con unas condiciones particularmente hostiles.

Para la derecha ideológica, la migración masiva de población venezolana que huye del bloqueo es una muestra del fracaso de la izquierda y la migración masiva de la población centroamericana que huye de la expoliación y el saqueo es una muestra del triunfo del capitalismo.

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