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Mundo Argentina |

El gobierno de Macri deja hambre y desocupación

En Argentina, cada minuto y medio que pasa marca el momento en el que un trabajador con empleo registrado figurará en las estadísticas como desocupado. Además, los últimos indicadores muestran que alrededor de 16 millones de personas son pobres porque no acceden a la canasta básica. Emergencia es la palabra con la que en Argentina se describe lo que ocurre en diferentes áreas y rubros.

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Por Bernarda Tinetti

Crece sin parar la lista de personas que quedan desempleados a diario en el país. La desocupación alcanzó los dos dígitos en el segundo semestre de 2019 y ya llega 10,6%. “La tasa de desempleo es prácticamente la más alta en diez años”, subraya a Caras y Caretas Pablo Pereira, economista de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav). Se estima que hay 2,2 millones de desocupados en la Argentina.

“Las estadísticas de empleo privado registrado -que se conoce como empleo de calidad porque son trabajadores protegidos por la ley de contrato de trabajo y hacen  aportes a la seguridad social- dejan ver que se destruyeron alrededor de 230.000 puestos de trabajo en el último año y medio. Esto es desde diciembre de 2017”, explica Pereira.

 

Entre junio de 2018 y junio de 2019 se perdieron 40 trabajos por hora, 478 cada día, y un equivalente de 14.347 por mes, retrata el estudio.

La cifras dejan ver un retroceso hacia épocas de graves crisis en el país, como fue la salida de la convertibilidad (el 1 peso equivale a 1 dólar) que supimos conseguir a comienzos de los 2000, privatizaciones de por medio. Según los datos del Ministerio de Producción y Trabajo, en este 2019 la tasa de entrada al empleo registrado es la más baja desde el año 2002.

A esto se agrega la suba de la ocupación demandante que llegó a los 2,6 puntos porcentuales. “Los ocupados necesitan mayor cantidad de horas de trabajo para poder alcanzar los ingresos salariales necesarios y está en su nivel más alto desde el segundo trimestre de 2016”.

“Tengamos en cuenta -aclara el economista de Undav- que en el caso de los empleos informales una gran parte está relacionado con changas y cuando se derrumba el empleo registrado se produce un efecto dominó hacia los trabajadores que están en la informalidad”.

Entre 2015 y 2019 el empleo industrial perdió 150.000 puestos de trabajo. En el sector del comercio fueron despedidas 70.000 personas. Hay 30.000 puestos de trabajo menos en actividades inmobiliarias y de alquiler. “La compraventa de inmuebles está en los peores datos históricos de los últimos veinte años”, según el economista de Undav.

“Dentro del sector industrial los más perjudicados son los textiles que redujeron 7.000 puestos laborales, cuero y calzado le sigue con 5.000 despidos. Son actividades sensibles a la apertura importadora”,  explica Pereira.

Un punto aparte merece el caso de los alimentos con destrucción de 6.500 empleos “siendo un sector muy competitivo en el mercado interno, lo que indica también la caída alarmante en el poder de compra de alimentos de los trabajadores”, detalla el experto.  

Otros rubros como el metal, el caucho y plástico perdieron 4.000 empleos cada uno, son 15.000 los trabajadores que quedaron fuera de la construcción -Pereira remarca la paralización de obras públicas que implicó el acuerdo con el FMI-, 12.000l laburantes perdieron su lugar en transporte ferroviario, 9.000 en jurídicos y contables, 6.300 en agencias de empleos temporarios, y 5.000 en hotelería y restaurantes.

 

¿Por qué se destruyeron puestos de trabajo? Un círculo poco virtuoso

Pereira explica cómo la “megadevaluación” del dólar del 200% ocurrida a partir del año pasado profundizó la crisis. “El tipo de cambio pasó de 20 a 60 pesos y eso disparó la inflación y con ello se pulverizó el poder adquisitivo de los ingresos de las familias, esto es salarios, jubilaciones y pensiones”. La reducción del poder de compra achica la demanda de mercado interno y las empresas venden menos. “Cae la facturación y los empresarios empiezan por frenar el tiempo de producción de sus plantas, suspenden trabajadores y si la situación se agrava comienzan con los despidos”.

El problema afecta a las pymes y a las grandes firmas. “Se multiplican las solicitudes de procesos preventivos de crisis para poder reducir personal, y están afectadas todas las ramas de la producción”.

Las altas tasas de interés, la apertura a las importaciones y los precios dolarizados de la energía son los tres costos adicionales que impactaron para que los números de las industrias estén en rojo y “las empresas recortaron por el eslabón más débil que son los puestos de trabajo”, sostiene Pereira.

 

“Aunque ese número duela, hay que mirarlo de frente”

El textual corresponde a Mauricio Macri y fue pronunciado horas antes de conocerse el incremento abrumador en los indicadores que miden la pobreza y la indigencia. El presidente, quien durante su gestión dijo en más de una oportunidad que quería que la población lo juzgue por los niveles de pobreza con los que dejaba su gobierno, y quien llegó a ser electo en 2015 con la promesa de “Pobreza Cero” como eje de campaña, termina su mandato con 16 millones de personas sumergidas en la miseria.

El padre Francisco Paco Olivera, sacerdote en Opción por los Pobres relató a Caras y Caretas que “la situación es muy dramática, las familias no tienen para darles de comer a sus hijos en los barrios populares, y además de no poder alimentarse, están endeudados, en cosas básicas como para comprarles unas zapatillas a los chicos”.

“Considerando que la Encuesta Permanente de Hogares (EPH que mide el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo) representa 62,9% de la población total, la proyección al total del país implica que en la Argentina hay 15.928.500 personas por debajo de la línea de pobreza y 3.450.250 indigentes. Si se compara con el segundo semestre de 2016, el incremento es de 5,1 p.p. en pobreza y 1,6 p.p. en indigencia. Esto representa 2.300.000 pobres y 720.000 indigentes adicionales”, explican desde el Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

Los datos surgen de la última medición del organismo oficial, Indec, que mostraron los números del hambre. La pobreza pasó de 32% a 35,4% en el primer semestre del año, la indigencia aumentó del 6,7% a 7,7% en igual período. Se trata del crecimiento más alto y continuo del indicador luego de la megacrisis del año 2001, después de la cual el flagelo había ido disminuyendo.

“Los índices no contemplan la devaluación ocurrida en agosto en Argentina con la corrida cambiaria postelecciones (Primarias Abiertas y Obligatorias), y el consiguiente impacto sobre precios, en particular sobre el precio de los alimentos”, afirma a Caras y Caretas Hernán Letcher, contador, magíster en Economía y director del CEPA.

“Hicieron políticas en las que no hay un número que les dé bien y encima quieren discutir si hay hambre o no hay hambre. Pareciera que necesitan ver una foto como las de África para reconocer que hay hambre en nuestra patria”, denuncia Olivera.

Según Letcher, las variables que hay que considerar para entender el fenómeno son ingresos y evolución de la canasta básica alimentaria. “En las dos hay impacto. Por el lado de los ingresos, porque una de las características principales del gobierno de Macri es la pérdida del poder adquisitivo, sobre todo en los deciles más bajos, que es de entre el 25% y el 30% contra la inflación promedio, a lo que se agrega el aumento de 5 puntos en la desocupación”. Ambos factores “hacen reducir de manera sensible el ingreso”, explica.

Respecto del gasto, el economista sostiene que “la canasta alimentaria subió casi todos los meses por encima de la inflación” durante la gestión de Macri. “El precio de los alimentos se ve afectado por la variación del tipo de cambio y los productos de consumo masivo aumentan más que el promedio porque ‘como vendo menos aumento el precio de lo que vendo más’ y esas son las mercaderías más baratas, por lo tanto afecto principalmente  a los sectores que están en la línea de pobreza”. En términos conceptuales sería “caída de ventas y compensación de rentabilidad”, define.

Una de las políticas implementadas por la gestión nacional fue la eliminación de las retenciones al sector del agro, medida que también influyó en el valor de los alimentos. “Si vas a desenganchar los precios de la economía interna de los precios internacionales, hay que garantizar un stock local. La imposibilidad de que un productor exporte trigo hasta que no garantices el mercado local, junto con las retenciones permite que esos productos y los derivados no sigan el precio del dólar”, analiza Letcher.

 

Los datos duros son una foto de una película más acuciante

Desde el CEPA, advierten sobre la herramienta de medición que utiliza el Indec porque “la metodología por ingresos constituye una manera de medir la evolución de la pobreza/indigencia  que no da cuenta cabalmente de las privaciones materiales de los hogares”. Y agregan que “de incluirse en la ecuación cuestiones indispensables como, por ejemplo, el costo de los alquileres, remedios (principalmente en el caso de los jubilados), pañales y alimentos específicos en los hogares con bebés, sin dudas el indicador arrojaría resultados aún más preocupantes”.

Luego de conocerse la estadística oficial, la Universidad Católica Argentina (UCA) comunicó que la pobreza “todavía no llegó a su techo”. El director del Observatorio de la Deuda Social de la institución, Agustín Salvia, manifestó en declaraciones radiales que “la dinámica actual es de aumento de la inflación con profundización del estancamiento. Esperemos que la situación se estabilice pronto porque, si no, llegaremos a ese 39 o 40 por ciento a fin de año».

Salvia calificó la situación actual como “grave” porque “no les deja respiro a los hogares, que ven devorados sus ingresos del mes anterior y al mismo tiempo no logran compensar la pérdida con más trabajo».

Asimismo analizó el contexto que culminó en la crisis trascendente en términos de generaciones mal alimentadas en el país. «La secuencia comienza en 2017, con una burbuja de consumo. Ese año los salarios le ganaron a la inflación, hubo crecimiento de empleo, más programas sociales en un momento electoral y la pobreza bajó al 25 por ciento. A partir de ahí se agotaron las condiciones macroeconómicas, cambió la situación internacional y hubo mala praxis acumulada. Crear burbujas nunca es gratis».

Por otra parte, describió la realidad particular en la que quedó atrapada la clase media, esa que conoció la pobreza en 2001 y hoy retrocedió de nuevo hasta allí. Volvió a caer. «No son sectores marginales. Los marginales cayeron en la indigencia, que hoy estaría en un 8 o 9 por ciento. En promedio, del segundo trimestre de 2018 al segundo trimestre de este año, el ingreso real per cápita de cada argentino urbano cayó en promedio un 12 por ciento. Y entre el 20 por ciento más pobre cayó casi un 20 por ciento», analizó.

 

Clase media recalculando

La Canasta Básica Alimentaria (CBA) corresponde al costo de una canasta alimentaria mínima que incluye las calorías mínimas necesarias para estar “sano”. La CBT, Canasta Básica Total, por su parte incluye además otros bienes y servicios que representan una calidad “mínima” de vida. Si un hogar no tiene ingresos que superen la CBT, es pobre. Y si no supera la CBA, es indigente.

“Si estamos hablando de que a fin de año la pobreza va a orillar el 40%, entre 15 a 20 puntos es clase media que cayó en la pobreza”, remarcó Letcher.

“En Argentina hay 20 puntos de pobreza estructural, es un problema complejo e histórico pero, por encima de esa franja, gran parte de ese porcentaje es clase media. Hoy hay personas que tienen trabajo y están en la línea de pobreza, y lo lógico sería que con un trabajo registrado se cubriera la canasta”, amplió el especialista.

Desde la UCA, Salvia estimó que es un sector al que “el presupuesto no le alcanza” y además no puede planificar para el futuro ya que tiene que caer en endeudamiento, reducción de la dieta, los gastos de salud, educación, vivienda. “Te empobrecés en materia de ingresos y en todas tus condiciones de vida».

Hace apenas un par de semanas, Macri publicó una carta a través de la Agencia Nacional de Noticias Télam dirigida a los argentinos, pero con hincapié en la clase media, sector que lo respaldó para que llegara a la Casa Rosada en 2015 y dejó de votarlo en las últimas elecciones primarias que se desarrollaron en agosto. En la misiva, describe algunas medidas para paliar la crisis y las orienta hacia ese sector. “La que siempre pone el hombro (clase media) y siente que su esfuerzo nunca es retribuido».

Diego Born, sociólogo especialista en indicadores sociales, calcula que para el final del mandato del presidente “habrá 7 millones de nuevos pobres” entre los cuales muchos fueron sus electores en 2015.

 

Modelo corrupto

“Están de los dos lados del mostrador -enfatiza Olivera- y lo único que hicieron fue beneficiarse ellos mismos. Un claro ejemplo es el de la electricidad, hoy quien controla el servicio es socio y amigo de Macri, además de provenir del mismo sector que ahora tiene que regular”.

El decreto para que familiares del presidente pudieran blanquear dinero, la condonación de la deuda del Correo Argentino para los Macri, la timba financiera como modelo económico, son parte de la larga lista que enumera el padre Paco para caracterizar la corrupción en la gestión del presidente argentino.

Llegaron al poder con “tres versos”, analiza el cura de Opción por los Pobres: “El primero, que no íbamos a perder ningún derecho e íbamos a vivir mejor, el segundo es el combate a la corrupción con el ‘se robaron todo’, que terminó calando en mucha gente, y el tercero la lucha contra el narcotráfico, diciendo que los que dirigían antes el país eran parte de esa mafia que ellos venían a atacar”.

“Sacaron derechos, no se vive mejor, sino muchísimo peor, y finalmente se descubrió que los más corruptos son ellos porque el neoliberalismo es un sistema corrupto y que corrompe, mientras la población pasa hambre”, concluyó.

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