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Sociedad

Abrir los ojos: 14 años de la colaboración médica cubana en Uruguay

Mientras el Hospital de ojos cumplió las 90.000 operaciones y el Centro Nacional de Ayudas Técnicas y Tecnológicas (Cenatt) entregó más de 1.000 prótesis a personas que no tenían acceso a estos servicios, todavía se sigue cuestionando la participación de residentes cubanos en estas prácticas médicas.

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Caras y Caretas Diario

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Por Meri Parrado

Caras y Caretas dialogó Con José Hernández, coordinador y médico de la Misión Milagro en Uruguay, sobre los logros de una experiencia que está siendo atacada por la política mediática conservadora.

Uruguay cuenta actualmente con dos convenios vigentes para la atención oftalmológica y ortopédica por parte de profesionales cubanos y uruguayos. Desde el año 2007 se encuentra en funcionamiento el Hospital de Ojos José Martí, ubicado en el Hospital Saint Bois, que ofrece servicios de oftalmología general, glaucoma, retina, catarata, pterigium, miopía y oculoplastia. Por otra parte, se cuenta con el convenio para la atención en el Centro Nacional de Ayudas Técnicas y Tecnológicas (Cenatt) que se firmó en el año 2008 y depende del  Ministerio de Desarrollo Social (Mides) a través del Pronadis. Este centro está ubicado en camino Castro y Molinos de Raffo, Montevideo, y gestiona soluciones técnicas para personas con discapacidad en situación de vulnerabilidad a las que se les proporcionan sillas de ruedas, bastones, audífonos, entre otras cosas.

Mediante estos programas, miles de personas, en su mayoría de bajos recursos que no cuentan con prestaciones de otras instituciones, pudieron acceder a servicios sin costo para solucionar problemas de salud y mejorar su calidad de vida. Aun así, existe un debate a nivel internacional que ha cobrado protagonismo e intenta empañar los logros de la colaboración médica cubana que ha llegado a diferentes países.

El coordinador de la Brigada Médica en Uruguay, José Hernández, explicó que Cuba inició ese tipo de cooperación en el año 1963 y que el humanismo, la solidaridad y el desinterés son parte de la herencia que la Revolución cubana le dejó a su pueblo. La Operación Milagro es parte de un proyecto humanitario internacional que tiene como objetivo combatir la ceguera o deficiencia visual corregible.

Hernández recordó que cuando se tomó la decisión por parte de los gobiernos de Cuba y Venezuela de iniciar este proceso, se pretendía realizar estudios epidemiológicos y una valoración de la situación que presentaba el mundo respecto a discapacidad visual teniendo en cuenta sus repercusiones en el desarrollo del conocimiento. «Cuba es un país que en 1961 realizó una campaña de alfabetización y quedamos libres de analfabetos. La visión y el conocimiento están correlacionados, un paciente con discapacidad visual o ceguera está destinado al desconocimiento e ignorancia», argumentó.

La Operación Milagro comenzó el 10 de julio de 2004 en el Instituto Oftalmológico Cubano Ramón Pando Ferrer, al oeste de la capital, donde fueron operados los primeros pacientes venezolanos.
La iniciativa surgió con el objetivo de operar a seis millones de personas en diez años, tanto en Cuba como en los centros oftalmológicos habilitados de otros países con el objetivo de eliminar la ceguera. Esta patología, que se encontraba muy presente en países del Tercer Mundo, tiene como causas principales la catarata, el glaucoma, la retinopatía y la diabetes, entre otras.

En la primera etapa del proceso, desde 2004 a 2008, los médicos cubanos operaron a 1.225.339 personas en 33 países.

 

Mirando a Uruguay

En el año 2005 Uruguay se incorpora formalmente a este programa. Llegaron a nuestro país los tres primeros colaboradores cubanos y realizaron las primeras pesquisas en nuestro territorio. A los pocos días, viajaron a Cuba las primeras 13 personas para operarse. Ese fue el comienzo de una etapa en la cual se beneficiaron 2.027 pacientes viajando a la isla para solucionar su problema visual.

Asimismo, el profesional cubano sostuvo que la evolución y continuidad de este proyecto se debió a la magnitud del problema oftalmológico que padecía la sociedad, lo que planteó la necesidad de aumentar la capacidad y los recursos humanos, sobre todo en oftalmología. «Al comienzo se trasladaban los pacientes a Cuba para resolver su problema mediante el convenio inicial con países de América Latina, pero la idea siempre fue resolver el problema en cada país de origen. Un país que carece de recursos para atender el problema se queda con el problema».

Finalmente, en noviembre de 2007 surgió la posibilidad de inaugurar un convenio entre Uruguay y Cuba que establecía que nuestro país se haría cargo de la estructura edilicia y los recursos humanos y Cuba aportaría la tecnología y el personal capacitado para el manejo, mantenimiento y capacitación de los técnicos uruguayos. Así nació el Hospital de Ojos José Martí, ubicado en uno de los pabellones del Hospital Saint Bois: hoy, con 12 años de trayectoria, cumplió 90.000 operaciones.

Hernández destacó la importancia de todo este proceso que no solo resolvió el problema de miles de pacientes, sino que generó recursos que quedarán en nuestro país. «A partir de la organización que se conformó en el Hospital de Ojos José Martí, la minoría de los recursos humanos es cubana. La mayoría es personal uruguayo que se ha logrado capacitar como parte del proceso de la asistencia médica cubana. La Misión Milagro tiene como anhelo que a partir de ese recurso que genera Cuba, se solucione el problema de la persona, pero también que cada país tenga su autonomía», expresó.

Hernández valoró que la experiencia de este programa en Uruguay es una de las que ha logrado más sostenibilidad en América Latina. A su entender, esto responde a la recepción y aceptación del pueblo uruguayo con la propuesta y a las voluntades políticas que han priorizado el desarrollo humano de sus ciudadanos.

 

Logros y desafíos

Por otro lado, Hernández enfatizó en el logro reciente de las 90.000 cirugías cumplidas en el marco de este programa y aseguró la continuidad de la atención. «Nuestra la perspectiva es continuar brindando este servicio en Uruguay porque la población lo demanda. Los problemas visuales van a seguir apareciendo», afirmó. Sobre este punto, agregó que durante todo este tiempo han transitado por esta experiencia aproximadamente 60 médicos cubanos y manifestó que sienten una gran satisfacción por la tarea que están desarrollando y por la vida que llevan aquí. «Por nuestra parte, nos sentimos a gusto con lo que hacemos, vivimos en un sector del hospital, en buenas condiciones, y recibimos satisfacción y admiración por parte de las personas que logran solucionar sus problemas de salud», expresó.

También destacó el aporte del programa de ortopedia en cuanto a la formación de recursos técnicos para nuestro país y explicó que, en el caso de Uruguay, no existe formación en esa especialidad y que los uruguayos graduados en esa área han estudiado en otros países. Actualmente se está trabajando con base en el conocimiento existente en el marco del convenio con Cuba, que envió especialistas para la capacitación de uruguayos dada la demanda existente en esta área.

Con respecto a los desafíos futuros,   adelantó que los próximos pasos están orientados a descentralizar la actividad de ojos hacia el interior del país para que los usuarios no tengan que trasladarse a Montevideo para realizarse una intervención.

 

Las malas lenguas

En el año 2005, cuando Uruguay se preparaba para incorporarse al programa, llegaron los tres primeros colaboradores cubanos a realizar las pesquisas visuales iniciales. Esta situación generó ciertos conflictos y resistencias por parte de la comunidad de médicos uruguayos, los cuales, con el tiempo, se fueron superando. «Por suerte estas primeras reclamaciones del personal oftalmológico uruguayo desaparecieron cuando se instauró el contrato. Hoy compartimos la actividad con un grupo de oftalmólogos uruguayos con relaciones muy normales y ya no constituye un problema», aseguró.

Para el residente cubano, esas primeras reclamaciones surgieron en el entendimiento de que esta actividad representaba una intromisión en la salud interna de cada país al que aterrizaba la Operación Milagro. «Nosotros no hacemos intromisión en ningún gremio de salud ni en la política de otro país. Había pacientes que nunca iban a ser atendidos por los gremios oftalmológicos de su país, eran millones. Personas de bajos ingresos que no tenían acceso a servicios de salud y estaban condenados a la ceguera. Nosotros no hacemos intromisiones porque la medicina mercantilista no es la nuestra», remarcó.

«Los beneficiarios de este programa, en su gran mayoría, son pacientes de zonas alejadas y que no cuentan con ingresos para costear ese tipo de cirugías, como las de cataratas, que están en el orden de los 1.500 dólares. Aquí se atiende a pacientes de ASSE y del sector privado a través de convenios con BPS de forma gratuita. No solo la intervención es gratis para el paciente, sino todos sus gastos de traslados y alojamiento aquí en el hospital», agregó.

La triste realidad es que actualmente la colaboración cubana se encuentra enfrentando una siniestra campaña de descrédito contra la asistencia médica que brinda la isla a más de 60 países del mundo. Presidentes como Donald Trump o Jair Bolsonaro han sido algunos de los abanderados en desmantelar convenios de cooperación ensuciando la política solidaria que Cuba viene llevando a cabo desde la década de los 60, enviando sus brigadas para prestar asistencia ante diversas situaciones como desastres naturales o epidemias.

Esta campaña sucia contra la acción humanitaria cubana utiliza grandes medios de comunicación, como The New York Times, para difundir mentiras y engaños sobre este tipo de colaboración. En abril de este año, John Bolton, asesor de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, declaró que “miles de médicos cubanos en Venezuela están siendo utilizados como peones por Maduro y sus patrocinadores cubanos para apoyar su reinado brutal y opresivo”.

Por su parte, Luis Almagro, secretario general de la OEA, se sumó a esta campaña realizando una presentación en la sede de la organización en Washington en la que tildó a “las famosas misiones de médicos cubanos, que actúan bajo una supuesta solidaridad revolucionaria”, como “destinadas a la búsqueda de efectos políticos en sus destinatarios, más que a salvar vidas”.

Las malas lenguas también se accionaron en Uruguay al momento de renovar uno de los convenios de asistencia médica con Cuba que funcionaba desde 2008 y culminó su vigencia. La bancada del Frente Amplio pretendía renovarlo por unanimidad, pero en ese momento, referentes políticos, como el senador colorado Pedro Bordaberry, obstaculizaron la aprobación cuestionando la participación de médicos cubanos en la salud de nuestro país. En su planteo insistía en la necesidad de conocer las cifras de costos que esta actividad tiene para el país y los motivos por los cuales se eligió a Cuba para esta tarea en lugar de Francia, Estados Unidos o Alemania. Además, Bordaberry, centrado más en cifras que en logros y desarrollo humano, cuestionó que realmente se tratara de un convenio de cooperación. “Se cobra anualmente, no se dice cuántos años son y no tenemos un comparativo para saber si es caro o barato, o si hay en el país médicos que puedan realizar este trabajo”.

Ante este debate, Hernández sostuvo que los ataques a la misión «provienen de la política mediática, sobre todo de la derecha», que intenta instalar en el imaginario colectivo una idea de que los médicos cubanos son «esclavos» de estos programas. Sobre este punto, el coordinador explicó que la colaboración médica y la solidaridad son valores que hacen a la formación de los profesionales cubanos. «Las misiones internacionalistas y la colaboración en diferentes ramas es un concepto que está muy institucionalizado. Es un principio básico del pueblo cubano. Nada es improvisado, la colaboración médica es algo organizado en el país como parte del funcionamiento de salud pública», enfatizó.

Para concluir, el profesional cubano citó datos del Ministerio de Salud de la isla que respaldan 56 años de colaboración cubana en el campo de la salud. Durante este tiempo, más de 855 millones de pacientes fueron atendidos y se realizaron más de 348 millones de intervenciones quirúrgicas en diferentes países del mundo.

 

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