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Cultura y espectáculos

CARMEN PI

«Mujer se hace»

La compositora, cantante, pianista y directora de Coralinas, Carmen Pi, habló del patriarcado, el machismo y la violencia sexual; dice que las mujeres están hartas y que es increíble que tantos hombres y mujeres sigan culpabilizando a las víctimas y no a los abusadores. En espacio de ideas y reflexión, la artista y docente explicó la importancia de la formación artística en la educación, cuestionó la LUC por forma y contenido y dijo que esa forma de legislar “a prepo” sienta “un precedente peligroso” que no se puede dejar pasar.

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Carmen Pi -la dulce y coralina mujer de manos preciosas y sonrisa encantadora- creció escuchando arpegios e historias de Canaro y Troilo, Bach y Palestrina, Zitarrosa y Haendel. Nació en Perú y creció en Ecuador. Respiró amor y música desde siempre, tuvo una infancia repleta de felicidad y al mismo tiempo, comprendió el inevitable dolor que llevan en sus ojos quienes fueron empujados al exilio con tan solo algunas valijas cargadas de papeles y desconsuelo. Hija de la única mujer que concursó y ganó el cargo de directora del Coro del Sodre, la maestra Lilián Zetune y del antropólogo Renzo Pi Hugarte, hombre de prodigiosa capacidad de investigación y de transmisión de conocimiento. Pi Hugarte estudió en la Sorbona de París, tuvo entre sus docentes a Claude Levi-Strauss y fue amigo de Darcy Ribeiro y Daniel Vidart, colega con el que compartió la distinción de Ciudadano Ilustre de Montevideo. “Mi papá contaba historias en un programa de radio en Ecuador y allí nació don Prudencio Navarro”, el personaje al que ella le compuso una canción premiada por el Ministerio de Cultura en el año 2013. Allá y acá, el tiempo está después y así fue transcurriendo la vida entre vidalas y carmines. La mamá de Carmen en el exilio dirigió el Coro más importante de Ecuador y allí dejó su huella como pionera en el trabajo sinfónico coral. “Cuando nos volvimos a Uruguay ella estaba en el apogeo de su carrera artística como directora coral”. Retazos de mil noches, canciones desveladas en una luna absurda. La vida de Carmen Pi siempre transitó pasos semifusos. Creció con un grupo de niñas que fueron las mejores alumnas de la vida y hoy son Coralinas soñadas. Madre, docente, compositora, directora, estudiosa apasionada, Carmen Pi es esa mujer luz de colores intensos, de voz suave, de risa contagiosa, de adorada amistad. Fue noviecita de un muchachito que conoció en el liceo 30 y con el que se reencontró de grande. El músico Nacho Imbellone es el papá de sus hijas Nina y Diana, amigo, compañero; el amor intenso, el cómplice de la vida compartida.

Las marchas masivas en respuesta a la violación grupal a una mujer, ¿son una señal de que ya no se banca más el patriarcado tal como lo conocemos? ¿Están hartas de la violencia machista?

Claramente. Tengo dos hijas: Diana, de cuatro años, que todavía es muy chica y Nina que tiene diez. Y con la grande hace tiempo que venimos hablando. Le explico que no tiene que tolerar ciertas cosas. Le regalo muchos libros preciosos que ayudan a entender lo que significan el feminismo y el patriarcado. También algunos libros infantiles sobre mujeres y niñas pioneras, sobre lo que han hecho por ejemplo la Premio Nobel de la Paz, Malala Yousafzai o Greta Thunberg. Leemos esas historias, hablamos sobre distintos casos. Los 8 de marzo son momentos casi naturales para hablar mucho de feminismo con ellas. Hemos ido las tres juntas a las marchas. A la grande le pregunté si quería acompañarme a la marcha de la semana pasada porque yo sabía que iba a ser fuerte. Había mucha indignación por la violación grupal y estaba segura que iba a ser una marcha dura, conmovedora. Y como Nina es muy sensible le hablé antes y ella decidió -por esta vez- quedarse en casa y no acompañarme. La decisión la tomó ella. Pero hay que hablar y mucho con ellas para prepararlas sobre lo que les espera y lo que tendrán que afrontar.

¿A qué edad recordás haber vivido primera vez algún episodio de violencia sexual?

Yo tendría ocho años. Fue en un colegio en Ecuador. El profesor de gimnasia me eligió para atletismo, algo que siempre me pareció ridículo porque yo no tenía cualidades para ello. No había chance. De todos modos yo estaba feliz de la vida. Yo quería ser parte del grupo de niñas que hacían gimnasia artística porque bailaban flashdance y utilizaban cintas, y todas esas cosas redivertidas. Esas niñas estaban con la esposa del profesor. En cambio a mí me dejaron en otro espacio de atletismo con el profesor. Un embole pero había sido elegida para algo y yo me sentía importante. Los sábados no había casi nadie en el colegio, que era inmenso y él en determinados momentos en los que descansábamos en un recreo, me levantaba a upa colocándome la mano en la vulva, y me hablaba como naturalizando eso. Yo sentía que era raro, me sentía muy incómoda aunque no lograba entender del todo lo que estaba sucediendo. Hasta que empecé a esquivarlo. Es el primer recuerdo de haber vivido violencia sexual de niña. Supe que al tiempo a él lo echaron porque tuvo algunas actitudes de violencia hacia los varones y no sé si también hacia otras chicas.

Imagino que en las calles de Montevideo también de niña padeciste expresiones de violencia sexual perpetradas por hombres adultos.

Permanentemente. Desde niña te dicen cosas, te agreden, te hacen sentir miedo. Hay cosas que no te las borrás nunca más y que a mí me marcaron. Recuerdo una vez que yo volvía sola de la escuelita de música y caminaba hasta la parada a tomarme el 495, era invierno y ya estaba oscuro. Y se me apareció un tipo con todo el pene afuera de su pantalón y se detuvo delante de mí. Fue horrible. Yo era una niña. Y los disparates que te dicen de lo que te van a hacer o lo que harían contigo ya desde que sos una niña es algo que siempre tuve que soportar, como nos pasa a todas las niñas, adolescentes y luego de grandes. Cosas horribles que los hombres creen que tienen derecho a decirles a niñas que salen de la escuela o que andan por la calle. Me han dicho absolutamente de todo y ahora que soy más grande si me dicen algo les respondo.

¿Te acostumbrás a eso?

Y sí. Es horrible pero sabés que eso va a suceder. Claro, cada una de nosotras tiene su estrategia de autodefensa. De niña tuve algún comentario, digamos gracioso, pero la inmensa mayoría fueron inmundos de tipos que se creyeron con el derecho a decirme esas cosas. Miles.

¿Tus hijas también lo van a sufrir o eso ya quedó atrás?

Eso es lo que me estoy empezando a preguntar. Porque una quiere creer que hemos cambiado como sociedad, pero sinceramente, creo que ellas también lo van a padecer y yo voy a sufrir con ellas.

¿Qué rol juega el papá, el varón de la casa a la hora de hablar de estos temas?

Nosotros estos temas los conversamos juntos con ellas. Nacho (Imbellone) está muy presente en eso y también les da herramientas de confianza. La chica es muy chiquita pero es belicosa (risas). Me exige explicaciones y respuestas. Cuando la llevé a hisopar me cuestionaba y me preguntaba por qué le habían hecho eso. Ella es guerrera. Quiere tocar la batería y hacer karate. Ya muestra algunos rasgos de su personalidad muy potente. La hermana mayor es más suave y eso en cierta medida me preocupa. No quiero que acate tanto y me desvela pensar que en algún momento le tocará vivir alguna situación violenta, incómoda en la calle, en la vida, y espero que tenga las herramientas suficientes para saber cómo sobrellevarlas.

En la última marcha había un cartel que decía que es muy duro vivir en un país que grita más fuerte un gol que una injusticia.

Lo vi. Impresionante ese cartel. En esta última marcha gritamos fuerte nuestra indignación pero con eso no alcanza. Basta leer los comentarios de muchísimos varones luego de los 8M o de la marcha de la semana pasada y te das cuenta que no han cambiado tanto. Incluso hay muchos comentarios de mujeres junto a los de cientos de varones que siguen cuestionando la forma en la que estaban vestidas las víctimas de violaciones o por qué van a bailar o por qué marchan mostrando los senos. Cuestionamientos que tienen más de medio siglo y hoy los siguen reproduciendo mujeres y hombres. Se indignan por las marchas pero no por los abusos sexuales hacia niñas, niños, adolescentes o mujeres.

Siempre el foco va a estar colocado en las mujeres, incluso siendo las víctimas.

Es tremendo. Me da mucha tristeza que haya tantas mujeres que no vean que esta lucha es por ellas, es por sus madres, sus abuelas, tías e hijas. Es para que todas puedan hablar y decir basta. Cuando leés los comentarios públicos en los portales y redes ves que mucha gente se indigna porque dice que se trata de marchas y reclamos políticos. ¡Claro que es político el reclamo! Pero no es partidario. La cultura de la violación es un tema político. El violador no es un loquito o un enfermo. Es un tema durísimo pero tenemos que abordarlo. En la marcha también había un cartel que decía que todas y todos tenemos una amiga abusada pero nadie tiene un amigo abusador. ¿Es que nadie, ningún varón conoce a ninguno? ¿Son todos fenómenos que nunca hicieron nada de esto?

¿En la música hay varones responsables de violencia sexual, abuso, violación?

Claro que debe haber. Seguramente que los hay. Y también hay abusos de poder, distintas expresiones del machismo. Los típicos “ninguneos”, los micromachismos que cuando te bajás del escenario felicitan a los varones de la banda pero a vos te ignoran. Eso y mil ejemplos que podríamos mencionar.

Ustedes se han comenzado a juntar para reclamar particularmente el derecho a trabajar. ¿No va un poco lento ese proceso?

Que nos encontremos y pensemos juntas ya es un buen comienzo. Y los reclamos vienen casi de inmediato. Personalmente no me gusta que se piense en festivales solo para mujeres o que convoquen a un “día de mujeres” como algo especial, aislado. Como para quedar bien y decir: “ahí tienen, después no jodan más”. Eso me parece terrible. Sí me interesa que estemos inmersas todo el año en el mercado.

Coralinas se transformó en un proyecto muy potente para las mujeres.

Muy potente.

No sé si era la intención inicial.

Se fue dando naturalmente y no te olvides que yo las comencé dirigiendo siendo muy joven y ellas eran unas gurisitas. Ahora pisan fuerte, tienen un sentido de pertenencia tremendo, varias de ellas hicieron sus carreras y caminos solistas, pero todas siguen siendo Coralinas. Somos una colectiva que toma decisiones de manera firme y horizontal. El 12 de marzo vamos a presentar en el Teatro Solís nuestro espectáculo Corteza, en el que homenajeamos a compositoras latinoamericanas. Será la primera vez que haremos una propuesta nuestra, pensada por nosotras, en la sala mayor del Solís y eso es tremendo. Tenemos una emoción que no podemos más. En el pasado también marcamos postura política cuando tocamos con la Banda Sinfónica de Montevideo, planteamos que la integración de la Banda tenía que ser mixta. Nuestro equipo de trabajo son mujeres, y está conformado por una artista plástica, iluminadora, productoras, todas mujeres. Y eso también es parte de lo que queremos.

Además del espectáculo Canciones Encendidas que venís presentando con Mariana Lucía, hace un tiempo hiciste un trabajo fascinante con Gustavo Reyna.

Sí, con Mariana Lucía nos entendemos divino y estamos pensando en pasar a un plano más teatral. Con Gustavo fue una maravilla. Lo amo, es un ser humano único, nos llevamos divino. Y lo extraño. Valoro mucho lo que hicimos con Betina Chávez, con quien nos hicimos muy amigas. Son proyectos que me encantan. Y ahora tengo ganas de volver a grabar alguna canción nueva mía.

En el medio se te reconoce y valora muchísimo por tus versiones cuidadas, sorprendentes, de temas de Buitres, Jaime Roos o Fernando Cabrera, por ejemplo. ¿Es un plano que te gusta particularmente?

Sí, me apasiona versionar. Me gusta tanto que incluso a veces siento que puedo llegar a ser mejor versionando que componiendo. Pero claro que es más fácil versionar sobre un gran material que componer.

¿Fuiste a ver a Jaime?

Sí, Nacho me regaló la entrada en 2019 para mi cumpleaños. Jaime me encanta, lo amo, más allá de todas las críticas que se le puedan hacer. Él esa noche estuvo precioso, contento, feliz, nunca lo había visto así, tan pleno y alegre, con chascarrillos, riéndose. Cantó hermoso, se cantó todo. Hace tiempo que no lo veía cantar así, lo disfruté a pleno. A mí personalmente no me importó que fuera un repertorio basado en los hits. Me gustan más los temas de los lados B y esos fueron unos poquitos, pero me alcanzó. Y la banda obviamente sonó increíble. Fue una noche maravillosa.

Históricamente nos costó mucho reconocer a nuestros artistas en vida. ¿Está cambiando un poco eso?

De a poquito sí. Igual, en general le cuesta a Uruguay ser más agradecido con sus artistas y su gente antes que desaparezcan. Creo que las nuevas generaciones son distintas. Hay mucha gente que valora a Estelita (Magnone), al Príncipe (Pena), a Fernando (Cabrera), pero no a muchos otros. Creo que tenemos a un artista increíble como Martín Buscaglia, un distinto, con un ADN maravilloso pero que construyó su camino propio y debería ser mucho más reconocido y difundido. Como las tenemos a Mariana Ingold o Chavela Ramírez, por ejemplo.

¿A tu mamá se la reconoce por su talento y carrera artística?

No lo que se merece. Creo que la frase que explica que nadie es profeta en su tierra sigue vigente. El Uruguay nunca fue muy bondadoso con sus artistas, en términos generales, inclusive en la época de mis viejos. Las y los niños de ahora no conocen a Gardel. Y algunos conductores de programas de televisión tampoco tienen idea de las grandes referencias de la cultura uruguaya.

¿Qué pensás del discurso del odio? ¿Te sorprenden los comentarios hostiles más violentos en las redes?

No sé si me sorprende. A veces sirve para corroborar que Uruguay sigue siendo un país retrógrado.

¿Cuáles son las batallas que puede dar la cultura para salir de esa lógica?

Qué pregunta difícil. Siempre sentí que la cultura podía hacer mucho con respecto a todo eso y ahora veo que no es tan fácil. Que la cultura podía ser rupturista, que podía mostrar caminos. Durante muchos años se hicieron cosas interesantísimas y en muchos espacios se continúa haciendo mucho. Hay compositores, artistas plásticos, dramaturgos, cineastas, poetas, pero no alcanza. A mucha gente eso la transforma pero tal vez sea siempre la misma gente y nos está faltando llegarle a otros públicos y otra parte de la sociedad.

Al que odia a los pobres, a los feminismos o a los sindicatos, ¿no les llegás a través de la poesía, ni del teatro, ni con las artes plásticas?

No. Realmente no sé con qué los podés llegar a sensibilizar. Hace un tiempo leí en una red un comentario de alguien que no conozco que le escribía a Pablo Pinocho Routín algo así como “andá a laburar”. Y yo le pregunté por qué pensaba que la gente de carnaval no trabaja. No soy carnavalera, desconozco ese mundo, pero me consta que trabajan y muchísimo. ¿Por qué esa insistencia en intentar desprestigiar el trabajo artístico? ¿Por qué los insultos, los intentos por descalificar a otra persona porque piensa distinto o porque es artista? Esa persona particular me respondió que había tenido una mala experiencia con una hija que se probó en una comparsa. Entonces, él creía que eso le daba derecho a descalificar a todos los artistas. Es como si yo no quedo conforme con la atención de un médico y salgo a decir que todos los médicos son un desastre. Sería un despropósito hacer algo así. Pues, hay gente que se siente con el derecho de insultar y agredir a artistas, sindicalistas, a feministas, pero fundamentalmente, a los pobres. Es la impunidad de las redes.

¿Hay una especie de revancha hacia la cultura porque muchos artistas son de izquierda y por tanto, hay que asfixiarla?

Primero nadie sabe definir bien qué es la cultura en términos de movimiento colectivo. De todos modos, claramente es algo que está asociado a la izquierda, porque históricamente los artistas que han salido de este Uruguay maravilloso han estado relacionados con ideas de izquierda o por lo menos no con los ideales de la derecha. Si te pregunto artistas relevantes de derecha, músicos, dramaturgos, cineastas, escultores seguramente que nos va a costar encontrar. Podremos juntar a dos o tres pero el resto no son relevantes.

Siempre te referís de manera muy cariñosa a algunos referentes de izquierda, por ciertos vínculos familiares que has vivido. Me refiero a Liber Seregni y también a Alfredo Zitarrosa, por ejemplo.

Al general Seregni le tengo un cariño entrañable. Es un pilar y un baluarte ético. No sé si hay muchos así ahora. Tengo muchas diferencias con el FA de hoy pero algunas referencias del pasado me marcaron y mucho. Suelo mostrar una foto que estoy de chica con Seregni porque -insisto- le tengo un cariño muy especial. Su discurso era siempre muy conciliador.

Está faltando eso en la sociedad actual.

Sí. Y también liderazgos colectivos. Actualmente hay mucha gente que prioriza su interés personal, su espacio propio. Hay gente nueva, joven, interesante, que estudia y piensa en los demás, pero en términos generales, creo que esa no es la tónica sino las vanidades y el cuidado de las chacritas.

¿Qué significó participar del proyecto Imágenes del Silencio?

Fue fuertísimo porque ellos no te preparaban. Te explicaban en líneas generales cómo iba a ser la dinámica y te avisaban que ibas a escuchar la historia de un desaparecido y te iban a fotografiar. Y de pronto tenés entre tus brazos la foto de un muchacho de 14 años y lo empezás a sostener y a escuchar que desapareció toda su familia, que lo mataron a él, un gurí de 14 años que tenés en los brazos… (silencio profundo). Está duro. Además te encontrás abrazando un cartel que lo han portado tantas personas durante tantos años en todas las marchas, que lo ha abrazado tanta gente, o sea, por un momento sentís un pedacito de la ausencia que puede haber sentido algún familiar. Yo no sabría cómo vivir con eso. Por un instante, uno piensa que tiene la empatía y madurez para sobrellevar algo así pero en el momento te das cuenta que es algo removedor, que no hay palabras para explicarlo. Como decía Ruben Blades, ¿cómo se le habla a un desaparecido?

¿Cómo saliste de ese estado y qué hiciste cuando volviste aquel día a tu casa?

Abracé a mis hijas durante un largo rato. Siempre que me pasan cosas fuertes e intensas de esas que te remueven todo, como la noticia de la violación grupal, necesito abrazarlas.

Supongo que para ellas no debe ser sencillo entender lo que te está pasando.

No, por supuesto que con momentos tan removedores ellas no entienden pero perciben que vos estás viviendo algo fuerte. A veces se me escapan las lágrimas y lloro. Me acuerdo que el día que fui a hacer las fotos de Imágenes del Silencio volví a casa toda flojita, casi temblando.

La LUC y la ley de Presupuesto establecieron un marco de cambios en el bachillerato, recortes presupuestales y reducción de horas docentes, entre otras medidas, que afectaron la continuidad de los coros en secundaria y la formación artística. ¿Cuál es tu valoración de eso?

Todas las generaciones -no solo las nuevas- necesitamos la formación y el acceso a la creación artística. Nos hace bien y nos ayuda a ser mejores personas, seres humanos sensibles. El contacto con la música, con la literatura, el teatro, nos hace mejores personas. Los niños más pequeños aprenden de ese modo. Y cuando en secundaria, a las y los adolescentes se les quita la posibilidad de cantar en un coro o realizar talleres de música, se les priva de encontrarse en un espacio que les ayuda a crecer. En la adolescencia los gurises viven cosas complejas, con problemáticas serias en muchos casos, y los coros por ejemplo, no son solamente espacios en los que ellos se pueden sentir bien sino que son ámbitos de contención en los que podemos reforzar la autoestima de los chiquilines. Y donde van recibiendo herramientas para sus vidas e incluso a veces los docentes les terminan ayudando a encontrar un sentido a su vida, algo que esos chiquilines no habían podido encontrar. Por momentos el espacio artístico o un coro en secundaria pueden ser hasta una especie de refugio para los gurises. Es increíble que quienes tienen la responsabilidad de gobernar no entiendan o perciban esto. Centramos la discusión en lo económico o administrativo y no en las personas. Y la mayoría de los gobernantes mandan a sus hijos a la educación privada porque -entre otras cosas- valoran los espacios artísticos, y eso lo sé porque me lo han dicho en más de una oportunidad en mis trabajos como docente en el ámbito privado. Por eso es más triste aún que se recorten horas y presupuesto en el ámbito público cuando quienes toman esas decisiones saben del valor y la importancia que tiene para sus hijos, cuando reciben formación artística en el ámbito privado. Las horas de formación artística no se deben recortar ni en el ámbito público ni el privado. Nunca. Como tampoco se deben recortar recursos de la alimentación de los niños y niñas de las escuelas. Es básico. Eso no se debe tocar. Las sociedades que se ponen como ejemplo en el mundo, como las nórdicas, no solamente priorizan la formación académica tradicional sino por supuesto la artística. Acá se recorta en donde no se debe. Y también deberíamos discutir el sistema educativo, repensarnos. Los docentes se forman, buscan la manera de aggiornarse pero solos no pueden. Hay que apoyarlos. Mi trabajo no es el promedio, tengo mucha libertad de cátedra con mis coros pero la situación actual de la educación y los recortes es un tema que me preocupa y mucho.

Celebraste cuando se alcanzaron las 800.000 firmas. En términos generales, ¿qué aspectos te preocupan más de la LUC y por qué vas por el SÍ a la derogación de 135 artículos?

En julio del año pasado agradecí a quienes recolectaron firmas porque fue una construcción democrática muy fuerte. Soy de las que cuestionan la forma. Presentar un paquete de 500 artículos al Parlamento, casi sin discusión y aprovechando la mayoría parlamentaria me parece que debilita la democracia. Es una forma de gobernar y legislar de prepo que no está buena. Y de contenido también es cuestionable porque incluye cosas tremendas como el desalojo exprés en materia de vivienda o algunos aspectos vinculados a la seguridad y las garantías para la gente. No me gusta que se impongan las cosas así, casi sin discusión parlamentaria, no me gustan muchos de los contenidos y no me gusta que se falte a la verdad cuando se dice poco menos que si se derogan los 135 artículos los violadores van a quedar libres o se les van a reducir las penas. Eso no es verdad. También por ello me paro desde un lugar crítico. No se debe hacer política a través de la mentira. Pero vuelvo al comienzo, lo más complejo de todo es que se sienta un precedente horrible de una forma de legislar y gobernar que afecta la calidad democrática. Sería terrible que a partir de la LUC, los próximos gobiernos que vengan en el futuro hagan lo mismo. Sean de izquierda o derecha. Es un precedente espantoso y peligroso que no debemos dejar. Hay que desmantelar el precedente.

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