El presidente brasileño Jair Bolsonaro lanzó de forma oficial su candidatura a la reelección en los comicios de octubre con un acto en Río de Janeiro dominado por el tono mesiánico y las referencias a Dios, la familia y los valores conservadores. El lema de la campaña, "Libertad, verdad y fe", estampado en carteles y camisetas, se vio reforzado por la puesta en escena, similar a la de un culto evangélico, por la participación del pastor Marcos Feliciano y sobre todo gracias a la primera dama, Michelle Bolsonaro, que inauguró el acto diciendo que Brasil es "una tierra santa, una tierra escogida por Dios".
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"Todos los días cuando me levanto hago lo mismo: me arrodillo, rezo un 'padrenuestro' y le pido a Dios que el pueblo brasileño nunca experimente los dolores del comunismo", decía poco después Bolsonaro, aplaudido por una mayoría de simpatizantes blanco y de avanzada edad.
Bolsonaro citó versículos de la Biblia en numerosas ocasiones y alertó del peligro del comunismo haciendo referencia a países vecinos como Venezuela, una estrategia que ya usó con fuerza en las elecciones de 2018 y que parece estar dispuesto a repetir.
También usó otro argumento clave en la campaña que le llevó al poder, la lucha anticorrupción, diciendo que Brasil lleva "tres años y medio sin corrupción", en referencia a su tiempo en el Gobierno, y que cuando hay sospechas se investigan.
Los temas de la llamada agenda de derechos, como la legalización del aborto, las drogas y la educación sexual de los niños, también estuvieron presentes en su discurso, alertando a sus simpatizantes del riesgo al que se exponen si gana las elecciones el expresidente Lula da Silva (2003-2011), favorito en todas las encuestas.
Pandemia y gestión
Bolsonaro también defendió su gestión de la pandemia del covid-19, contraria al aislamiento forzoso, y atacó a los jueces del Tribunal Supremo Federal, que fueron abucheados con fuerza por la platea.
No obstante, no mencionó algunos de sus temas favoritos, como las medidas para facilitar el uso de armas que aprobó su Gobierno o las dudas sobre el sistema de voto electrónico, algo recurrente en los últimos meses en su estrategia para cuestionar una eventual derrota electoral.
El presidente también se preocupó en mejorar su imagen entre el electorado femenino, donde tiene unos índices de rechazo mayores: puso en valor las leyes aprobadas para proteger a la mujer y dio un protagonismo notable a su esposa Michelle y a la ministra de Agricultura, Tereza Cristina da Costa.
También dejó entrever su preocupación en conquistar el voto de los más jóvenes, con referencias a los "jóvenes de izquierda" que podrían verse seducidos por "el otro lado", en referencia al Partido de los Trabajadores (PT) (en ningún momento mencionó a Lula por su nombre).
Bolsonaro pidió que estén atentos porque, según dijo, la izquierda quiere regular las redes sociales.
Brasil tiene 156 millones de ciudadanos listos para votar en las elecciones de octubre, y uno de los mayores aumentos registrados fue el de jóvenes de 16 y 17 años, cuyo voto no es obligatorio.
En las elecciones de este año, 2,1 millones de jóvenes de esta franja de edad podrán votar, un 51 por ciento más que en las elecciones de hace cuatro años, y el equipo de Bolsonaro teme que ese voto vaya de forma mayoritaria a la izquierda.
(Vía Sputnik)