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Mundo Daniel Barrios | libro |

China ha comprendido el mundo, ahora el mundo debe comprender a China

China pasó en 40 años de ser un país sumido en la pobreza a un ejemplo de desarrollo económico. Des-cubrir China, de Daniel Barrios, aborda las claves para comprender un fenómeno que va más allá de lo meramente económico o comercial.

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China está moviendo el eje global de poder de Occidente a Oriente, construyendo un modelo de cooperación y abandonando las lógicas coloniales de los últimos 500 años. El libro Des-cubrir China, de Daniel Barrios, aborda las claves para comprender un fenómeno que va más allá de lo meramente económico o comercial.

Es un hecho que el mundo atraviesa una serie de cambios importantes en la manera en que se desarrollan las dinámicas de poder. Cambios que implican la reconfiguración del tablero global con la participación de referentes distintos a los tradicionales. Sin embargo, de todos los posibles cambios en curso, principalmente uno implica una transformación estructural que verá sus resultados décadas más adelante, pero que ya ha iniciado.

A diferencia de la historia sobre la que se ha construido el imaginario cultural actual, el nuevo orden que ha dado inicio moverá el centro del poder real de Occidente a Oriente. No se trata solamente una referencia geográfica, sino de toda una estructura cultural y social hecha con otros materiales y desde un tipo diferente de valores.

Al frente de este cambio de época se encuentra la República Popular China, que se ha convertido en un fenómeno político y social en los últimos años por cuenta de la fascinación que ha producido la posibilidad de ver su realidad por la ventana de la comunicación masiva, e incluso de la alternativa, donde los nuevos lenguajes de las redes sociales han tenido su propio papel. Sin embargo, esta visión no deja de ser un tanto superficial, principalmente hecha desde las lógicas occidentales, lo que deja cualquier análisis posible en una mera descripción lejana del fenómeno, sin siquiera asomarse a uno solo de los factores que permitirían comprenderlo y mucho menos dimensionarlo.

Edificios distópicamente modernos, tecnología de punta, paisajes urbanos futuristas e intentos vanos de explicar la política china desde las lógicas de las democracias liberales occidentales, que han vendido sus vicios como virtudes y su ambición desmedida como progreso hacen parte de todo un paquete en que en muchos casos reduce el papel de China al de una enorme bodega maquilar para la producción tecnológica que disputa el poder de los Estados Unidos desde lógicas meramente comerciales.

El fenómeno de China como nación ha sido un proceso que se ha dado desde hace décadas y del que unos pocos en Occidente han tenido el privilegio de asistir en “tiempo real”. Uno de ellos es Daniel Barrios, consultor, conferencista, ensayista y analista internacional especializado en política y economía china desde hace 25 años. Doctor en Economía (Summa Cum Laude) por la Universidad La Sapienza, Roma, Italia, y decano honorario de la Universidad de la Cultura Tradicional de Beijing, entre tantos otros pergaminos del ámbito público y privado, al punto de que en 2010 el Ministerio de Asuntos Civiles de China le dedicó el libro “Daniel Barrios on journey in China”.

El pasado mes de septiembre la editorial Imaginante puso a la venta el libro Des-cubrir China, donde Daniel Barrios hace un análisis sobre el fenómeno chino dando elementos para comprenderlo más que para simplemente narrarlo o narrar sobre él. Conversamos con Daniel sobre este libro, y esto fue lo que nos dijo.

Una de las frases con que inicia el libro es “nunca en la historia del hombre un país vivió transformaciones políticas, sociales, económicas y culturales más profundas y extraordinarias en tan poco tiempo y en todos los planos”. No nos extenderemos hacia la milenaria historia de China, sino que estamos hablando de un proceso que puede circunscribirse a los últimos 40 o 50 años. Para quienes lo vemos desde acá, con cabezas formadas por Occidente, ¿cómo aborda el reto de explicarle a estas cabezas el proceso de transformación chino de estas décadas?

En efecto, las transformaciones de China no tienen antecedentes por su rapidez, por su envergadura y algo más, creo que la re-emergencia, en lo que hago énfasis, significa un cambio epocal, un cambio de era. Hace 15 años publiqué un libro en chino y en inglés, que era principalmente para el público chino, y se llama China alumbra una nueva era, y este título lo puse porque hace 15 años ya era evidente que el surgimiento de China no solo significaba un cambio en las relaciones de poder, sino un cambio de época.

La segunda clave tiene que ver con el énfasis que pongo en la palabra Des-cubrir, ya que mi objetivo con este libro es quitarle, sacar los estereotipos, los prejuicios, las incomprensiones que están velando, que impiden ver efectivamente la magnitud de este fenómeno, eso para mí es clave porque lo poco que se sabe es obnubilado por un velo de prejuicios eurocentristas, o al menos occidente centristas. No se trata de compartir lo que pasa en China sino de entender en esencia lo que hay allí.

La otra clave para interpretar China parte de la primera frase en la introducción del libro, que hace referencia al discurso de investidura de Xi Jinping como secretario general en el XXVIII Congreso del Partido Comunista Chino en noviembre de 2012, donde dice, y subraya: “China necesita comprender mejor el mundo y el mundo necesita comprender mejor a China”.

Ahora, es un hecho evidente que China comprendió el mundo, de no ser así no podría estar transformándolo como lo está haciendo, y parte de esa comprensión del mundo parte por entender el peso y el papel que tiene Occidente a nivel global. El tema es que, en mi opinión, el mundo no ha hecho esfuerzos suficientes por entender a China, o los ha hecho mal.

Puede ser que no solo no se hayan hecho esfuerzos suficientes por comprenderla, sino que además de eso haya una intención expresa por parte del bloque hegemónico occidental por mantener esa veladura.

Claramente así es, el objetivo del hegemón occidental y sus aliados, hablando de Estados Unidos, es mantener un velo, esconder, distorsionar. Pero esto tiene un motivo, y es que —lo cito en el libro— en el último documento de Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU, aprobado por Biden el 12 de octubre de 2022, se habla de la República Popular China como “el único país que tiene tanto la intención de redefinir el orden internacional como el poder económico, militar y tecnológico para hacerlo”.

Eso es lo que hoy está en disputa. Gramsci lo definió como un interregno en el que un mundo que conocimos y que se construyó más o menos a partir de la Segunda Guerra Mundial, desde el punto de vista institucional, está por morir y hay otro que está por nacer. Este que muere hoy está en manos de Trump, que le está ayudando a morir a partir de renegar de las instituciones que Estados Unidos formó a partir del 45, mientras del otro lado nace un mundo inequívocamente liderado por China.

Entonces, ahí está la clave para entender un fenómeno que, efectivamente, está gestando un cambio epocal, porque es el fin de la hegemonía de los Estados Unidos, particularmente después de la implosión de la Unión Soviética. Yo también lo hablo en el libro, en ese momento Fukuyama en la euforia por la extinción de la Unión Soviética habló del fin de la historia, y lo que estamos viviendo hoy, no solo no es el fin de la historia, sino que asistimos a un verdadero cambio de época.

Esta época inició el 13 de diciembre de 1978 cuando, reunido el Pleno del Comité Central del Partido Comunista Chino, se aprobó la estrategia que se llamó, desde ese momento, el Proceso de Apertura y de Reforma de Deng Xiaoping. Porque este milagro chino, por llamarlo de alguna manera, nace allí y es a partir de allí que empezó a cambiar la historia y empezó a cambiar el mundo que hoy vivimos.

Entonces en 1949, cuando Mao el primero de octubre funda la República Popular China, estaba entre los 12 países más pobres del mundo, y en 40 años se perfilaba como una de las economías más prósperas. Hoy es, según el Fondo Monetario Internacional, medido en Paridad de Poder Adquisitivo (PPA), la primera economía del mundo. En este sentido, el Banco Mundial plantea que el eje de desarrollo se está moviendo de manera muy acelerada de Occidente a Oriente, pues según su proyección, para 2050 el PBI de China va a duplicar el de EEUU; la segunda economía será la de India; tercero EEUU y cuarto Indonesia. De hecho, en esa proyección no va a estar ningún país de Europa, y 2050 está a la vuelta de la esquina.

Todo este cambio no solamente implica una variación en las relaciones económicas, comerciales y monetarias, también implicará necesariamente un cambio en la forma de comprender el mundo y, por lo tanto, a Oriente. Desde esa perspectiva, hay una narrativa de que China era un país oscuro, gris, autoritario y sobre el que se tejió toda una mística que se ha ido desmontando poco a poco producto del acceso masivo a mecanismos alternativos de comunicación como las redes sociales.

Efectivamente. El tema de la revolución tecnológica, y en particular de la información y la comunicación, ha ayudado sin lugar a duda en este proceso de, yo diría, conocimiento de China, de saber que hoy China, por ejemplo, es el líder mundial en robótica. Se quiso dejar instalada la visión de que solamente era una fábrica de artículos baratos y de mala calidad. Sin embargo, la realidad va mostrando el liderazgo chino en todas las escalas.

Entonces hoy es mucho más fácil acceder a la información si se sabe buscar. Yo conocí China en 1989 y en ese tiempo no era tan fácil saber lo que pasaba allá como ahora. Yo ahora, desde aquí, puedo acceder a los medios chinos de prensa en sus versiones en inglés. Claro, luego también esa información es tomada por los medios hegemónicos y distorsionada, porque dificultades tienen todas las naciones. Por esa razón es importante ver aquí otro fenómeno clave y es que Occidente nunca tuvo la necesidad de comprender a otras civilizaciones porque lo que hacía era conquistarlas, absorberlas en su beneficio.

Yo le doy muchas páginas en el libro al hecho de que no es fácil comprender que China se considera un país socialista a pesar de ser construido sobre un modelo de mercado con características capitalistas. Pero es todavía más difícil de entender que todo eso que se ha llamado como “el milagro chino”, cuyas transformaciones han sido reconocidas por los organismos internacionales, fue llevado a cabo por un Partido Comunista, partido único por sus características a partir de un modelo que no puede ser concebido por la democracia liberal occidental a la que estamos acostumbrados.

Entonces ahí podemos citar estudios hechos por la Universidad de Harvard sobre la aceptación del modelo chino por parte de su población, y ésta supera el 90 %. Entonces también se da una disputa ideológica en que poco a poco se va abriendo paso la idea de que el mundo no es el mismo que conocimos durante los últimos 300 años, y que el modelo chino se levanta hoy como referente en otros países, principalmente de África, donde también se preguntan cómo un país como Burkina Faso logra tal desarrollo, lejos del modelo de democracia occidental, con un partido único y sin el modelo eleccionario que conocemos. Bueno, yo digo que se trata de un cambio hacia democracias con características chinas.

Aquí hay un punto determinante, porque entonces nosotros podemos decir: Claro, un país que en unas décadas logró sacar de la pobreza a 800 millones de personas, bueno ese modelo es el que me sirve a mí. Entonces China dice “no, ese fue el modelo que me sirvió a mí, está adaptado a las condiciones y características de mí país, no es posible ‘transcribirlo’ sobre otro país así no más”.

Entonces cuando yo te mencionaba el documento de Estrategia de Seguridad de Estados Unidos es porque efectivamente China es el único país que puede disputarles la hegemonía porque tiene el poderío económico, comercial, diplomático y militar, pero no está tratando de imponer su modelo sino que abre caminos para desarrollar modelos propios.

Joe Biden y no Trump fue quien agravó la relación con China, incorporando el factor ideológico, el que faltaba para declarar una “guerra fría”, porque lo que hoy está en disputa no es una guerra comercial ni de tarifas, ni siquiera de tecnología, es una disputa hegemónica y el mundo en que vivimos hoy es en el que presenciamos el ascenso de China, y eso es lo que digo en el libro, y en ese sentido el único medio que lo entendió así, al menos en Uruguay, fue Caras y Caretas. Hace unos 20 años le propuse a Alberto Grille tener una columna para hablar sobre China, no desde el punto de vista noticioso, sino sobre el fenómeno chino.

Desde el punto de vista económico ni hablar. Oddone tendría que sentarse todas las noches a rezar para que China no se caiga, asimismo los otros 150 países que tienen como socio comercial a China. Ese es un hecho que influye en la cotidianidad de miles de millones de ciudadanos del mundo. Entonces hay un país que ya es el líder del sur global, mostrando que no están dispuestos a seguir a EEUU y sus acólitos, viendo la cooperación internacional y el intercambio entre los pueblos como la única alternativa de crecimiento y para evitar confrontaciones.

En ese sentido, es un hecho que las relaciones entre Occidente y sus líderes han sido basadas en la explotación de las personas y los recursos. ¿Cuando habla del papel de China como líder del sur global, estamos hablando de un nuevo esquema de cooperación horizontal y, tal vez, más cooperativo entre las naciones de lo que llamaríamos en vías de desarrollo con el liderazgo de China?

En efecto, en este nuevo modelo de cooperación liderado por China hay un papel central de los BRICS, que es una vía institucional para encontrar alternativas a los modelos de explotación que han caracterizado al mundo que conocemos. Los BRICS tienen como base la cooperación económica y comercial, sino también desde el punto de vista financiero con el nuevo Banco de Desarrollo que tiene sede en Beijing y cuya presidencia está en manos de la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, pero además trasciende a los ámbitos de cooperación cultural. Es un hecho que el BRICS es una alternativa al G7, que ya lo superó; ya las 7 principales economías del mundo no son las del G7, está demostrado que el modelo desarrollado para ese organismo fue hecho con el fin de poner a todo el bloque en función de los Estados Unidos y el dólar a partir del acuerdo Bretton Woods. Entonces los BRICS se alzan como una verdadera alternativa, que junto con la Nueva Ruta de la Seda, a lo que también dedico un buen espacio en el libro, pues es el proyecto más ambicioso de cooperación en que participan más de 140 países, y ahí China está dispuesta a invertir trillones de dólares sin condicionamientos, lo que no es un detalle menor, pues se ha comparado esta iniciativa con el Plan Marshall en que Estados Unidos invirtió para recuperar la Europa de la posguerra, pero ahí el bloque que se formaba estaba completamente condicionado desde todo punto de vista, principalmente ideológico, a EEUU, esto con el fin de hacer contrapeso al bloque soviético.

Entonces la Ruta de la Seda es tan transversal que sirve para Francia como sirve para Nicaragua, o para Nigeria o Venezuela, pero no condiciona a nadie a ninguna decisión ideológica. En esta iniciativa China no vence, convence. Se sienta a conversar y a llegar acuerdos a partir de participación en iniciativas locales en que pueda existir un beneficio mutuo no condicionado política o ideológicamente.

Pero aquí es determinante entender el por qué de esta postura, pues China es el único país miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que no ha participado en guerras extraterritoriales. De hecho, el crecimiento de China, a diferencia de todo lo que conocemos hasta ahora en términos de Occidente, desde la invasión y el exterminio protagonizados por Europa en lo que hoy es América, no ha sido alcanzado con base en la explotación colonial extraterritorial; China crece desde adentro, no crece invadiendo, explotando y apropiándose de riquezas de otras naciones y otras culturas. Por el contrario, China tiene una perspectiva global de crecimiento, por eso ha lanzado últimamente cuatro iniciativas que tienen el carácter de globales: La iniciativa de Desarrollo Global, la de Civilización Global y la última, en agosto pasado, la iniciativa de Gobernabilidad Global. Ahí está sintetizado el mundo que los chinos ven como un mundo posible de construir. Ante eso, EEUU responde con guerras tarifarias, con documentos de seguridad nacional donde lo único que muestran es la intención de aislar a China e impedir que siga incidiendo como está incidiendo.

Entonces esa iniciativa de la Gobernabilidad Global habla de la necesidad de reconocer las particularidades de las naciones y la institucionalidad de las mismas, dando participación a este sur global en igualdad de condiciones. Entonces, en vez de encontrar lo que ves en los documentos de EEUU o Europa, que es la agresión primaria como mecanismo de hacer política, está la consigna de tratar de entendernos en la diferencia y trabajar juntos. La seguridad respecto al cambio climático o confrontaciones bélicas desde una perspectiva no colonial, como hacen Trump y el genocida Netanyahu en Gaza, donde arman planes de gobierno en que los palestinos no tienen nada que ver.

Entonces China ha pasado por momentos determinantes que van desde la predicción de la inminente caída del modelo luego de los trágicos acontecimientos de la Plaza de Tiananmen, donde se anunció que se desplomaría como ocurrió con la URSS, o el hecho de que al abrir campo a la modernización tecnológica ocurriría una inevitable occidentalización de la sociedad, por lo tanto el modelo propuesto por el Partido quedaría desvirtuado, y no solo China no perdió su esencia, sino que hoy es el mundo el que está cada vez más “achinado”.

Muchas gracias por este tiempo, y quedará pendiente para más adelante una charla sobre el interesante tema de la convivencia dialéctica entre el marxismo y Confucio en la estructura del modelo chino.

Claro que sí, ese es un tema interesantísimo que lo abordo en el primer capítulo del libro llamado Las tres C para entender a China: Confucio, Civilización, Comunismo. Hay todo un desarrollo filosófico determinante para comprender los fenómenos que han atravesado a China, recomiendo mucho su lectura.

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Dabiel Barrios publicó el libro Descubrir China

Dabiel Barrios publicó el libro Descubrir China

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