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Mundo Bukele | discurso |

Con Karina Sosa (Parlacen)

Entre la fantasía de Bukele y la realidad de El Salvador

Con su discurso y acciones “Bukele está haciendo cosas monstruosas con la gente", afirma Karina Sosa, secretaria de la Junta Directiva del PARLACEN.

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Caras y Caretas Diario

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El domingo 4 de febrero El Salvador llegó a la que puede ser la elección con menos sorpresas de los últimos años en América Latina, pero por lejos ya es una de las más preocupantes a largo plazo. Nayib Bukele ha sido una figura que confunde al espectro político latinoamericano, no es difícil ver voces que desde la izquierda claman por un modelo que tenga en cuenta al menos “algunos aspectos” de la gestión ejecutiva del “primer presidente del siglo XXI”, como se le ha conocido en otros ámbitos también.

El domingo 4 de febrero El Salvador llegó a la que puede ser la elección con menos sorpresas de los últimos años en América Latina, pero por lejos ya es una de las más preocupantes a largo plazo. Nayib Bukele ha sido una figura que confunde al espectro político latinoamericano, no es difícil ver voces que desde la izquierda claman por un modelo que tenga en cuenta al menos “algunos aspectos” de la gestión ejecutiva del “primer presidente del siglo XXI”, como se le ha conocido en otros ámbitos también.

Una de sus primeras apariciones mediáticas fue cuando, recién electo como presidente y en su primera intervención ante la plenaria de la ONU, tan pronto se acercó al atril, sacó su teléfono celular del bolsillo, se dio media vuelta y se tomó una “selfie” con la plenaria de fondo. Claro que no sería la primera cosa atípica que ve una plenaria de las Naciones Unidas. Luego se valió de esa selfie como eje discursivo para afirmar que los tiempos habían cambiado, que el mundo hoy era otra cosa y que esa plenaria representaba la vieja forma de hacer política multilateral, gastando millones de dólares y contaminando con toneladas de CO2 como consecuencia de los viajes en avión para transportar a los delegados mientras que, de otro lado, la realidad de hoy decía que esas asambleas eran perfectamente realizables a través de una reunión virtual, aún no había llegado la pandemia y faltaban unos meses para que se popularizaran los “zoom”. Los ecologistas e infinidades de expresiones new age de la política estallaron en júbilo

Debido a su discurso contra el calentamiento global y a partir de sus inicios en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, los de gatillo más fácil no dudaron en calificarlo de izquierda radical, otros de izquierda moderada y otros lo ubicaron simplemente como un personaje de una izquierda reformista tipo “milenial”.

En su campaña atacaba fuertemente la forma de hacer política previa a su elección, donde los partidos que le antecedieron no fueron capaces de sacar el país de la pobreza ni arrebatarlo de manos del mayor flagelo conocido por los países que componen ese cinturón de Centroamérica: las maras, expresiones de delincuencia armada muy organizadas, con estructuras verticales muy efectivas parecidas a las militares y muy violentas, cuyos miembros están profusamente tatuados, lo que de cierta forma los hace muy característicos.

La palabra “mara” en Latinoamérica tiene diferentes significados de acuerdo con el país, en Centroamérica es sinónimo de pandilla. De forma específica, la mara Salvatrucha tuvo su origen de prisioneros salvadoreños (de donde sale la expresión Salvatrucha), guatemaltecos, hondureños y nicaragüenses que pagaban penas por delitos comunes en cárceles de Estados Unidos, principalmente en Los Ángeles, donde se fueron organizando y desarrollando estructuras muy sólidas que trascendieron primero las cárceles, luego las fronteras del estado de California y finalmente las fronteras de Estados Unidos, desarrollando grandes estructuras en Centroamérica gracias a los altos niveles de deportación hacia esos países.

Al establecerse en El Salvador, Guatemala y Honduras encontraron en la pobreza, la exclusión y las economías ilegales un caldo de cultivo perfecto para su accionar violento.

Aterrorizaron comunidades enteras por medio de la extorsión de comerciantes, el reclutamiento forzado (y no forzado), el asesinato, las violaciones y tantas conductas violentas como podían cometer ante una autoridad debilitada institucionalmente y muy corrupta.

La seguridad como estrategia electoral

Es una idea vieja en consignas nuevas. La idea de la sociedad buena de un lado en confrontación con “los malos” ha dado réditos siempre, sobre todo cuando es verdad que la población se siente acorralada.

Bukele venció en 2018 y se ha dedicado a vender la imagen de un gobierno de mano dura con la delincuencia, las imágenes de los delincuentes en ropa interior apilados en un patio y sin consideración humana alguna cada tanto le dan la vuelta al mundo. Bukele dice lo que el vecino de a pie quiere oír: “No tenemos consideración con ellos como ellos no tuvieron consideración con sus víctimas”. En pocas palabras, un modelo de Estado como administrador de la venganza particular.

Para poder llevar a cabo su modelo de justicia ejemplar, necesitó hacer algunos ajustes a varias normas que le exigían cierto tacto constitucional para el uso de la fuerza, por lo que fueron declaradas medidas de excepción, una excepción que ya lleva dos años, mientras por otro lado también logró reducir el número de municipios y de diputados, lo que como consecuencia directa ha traído la reducción de las posibilidades de participación política de la oposición, mientras es dueño de una monstruosa máquina mediática que se encarga de poner el discurso por delante de la realidad.

Hoy Bukele es un modelo de exportación, joven, carismático y decidido. No es fácil de ubicar en el espectro ideológico, lo que lo hace más atractivo dentro del modelo “outsider” de la política y que tiene una creciente tribuna que clama por el fin de la “vieja política” y que cada vez está más convencida de que los asuntos del Estado se pueden manejar como los asuntos de la casa.

Nayib Bukele rompió todas las reglas del juego para hacerse reelegir y está cerca de generar un modelo de partido único, no por adhesión de otras fuerzas en un gran acuerdo nacional, sino asfixiando, persiguiendo e invisibilizando cualquier expresión que no comparta sus métodos, generando también un modelo mesiánico de los que se vende tan bien hoy por hoy.

Para tener una perspectiva local de la situación de ese país más allá del relato de los medios, Caras y Caretas conversó con Karina Sosa, secretaria de la Junta Directiva del PARLACEN (Parlamento Centroamericano) y candidata a diputada a la Asamblea Legislativa por el departamento de San Salvador a nombre del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) del que es la actual secretaria general.

***

Karina Sosa, gracias por conversar con Caras y Caretas y el público del Uruguay. A nivel internacional hay todo un imaginario sobre la figura de Nayib Bukele. Ha sido confuso ubicarlo en términos ideológicos y su mayor logro parece girar alrededor del tema de la seguridad, en un país que estaba profundamente azotado por la violencia de las pandillas, que, a su vez, han sido producto de la pobreza y la exclusión. ¿Qué hay detrás de las cifras de éxito que se muestran a nivel internacional en términos de seguridad ciudadana?

Primero gracias por la oportunidad de poder conversar un poco sobre El Salvador y, sobre todo, conversar sobre eso que no se conoce, porque es verdad, como usted lo dice, a nivel internacional lo que se conoce son esos 35 o 40 segundos de video que circulan por redes sociales y que no es la realidad de los salvadoreños.

Son 35, 40 segundos o un minuto de lo que él quiere que el mundo vea. Incluso ha invertido en traer a “youtubers” al país para que exista una mayor difusión de esa parte que él quiere que se venda y generar un efecto espejo, para seguir manteniendo a muchos salvadoreños con la idea de que el mundo lo admira. Sin embargo, aquí la situación es muy complicada, la gente se queja de la economía.

Bukele se llena la boca diciendo que las encuestas le dan el primer lugar y lo aprueban, y para llevar adelante una reelección inconstitucional citan las encuestas siempre que hablan, pero no hablan nunca de lo que dicen esas encuestas sobre los problemas que más le atañen a las familias salvadoreñas; esa parte la hacen a un lado, ya que, en esas mismas encuestas, cerca de un 60 % de los salvadoreños dicen que están preocupados por su situación económica, y cuando se desglosa todo esto lo que se ve es una gran falta de empleo, unos salarios muy bajos, gran endeudamiento y un alto nivel en el deseo de emigrar.

Sin embargo, el Gobierno ha querido vender la imagen de que hoy El Salvador es diferente porque se ha atendido el fenómeno de las pandillas. Ahora, hay que reconocer que ese ha sido un flagelo que ha golpeado fuertemente a las familias salvadoreñas, eso no lo negamos ni negamos que ese debe ser un tema a atender, se le debe dar atención a las víctimas y a quienes se han visto afectados y amenazados por este fenómeno. Lo malo es que todo esto se ha logrado, en mucho, por fuera del marco constitucional, y el régimen de excepción, como su nombre lo dice, debe ser excepcional, extraordinario, por un tiempo corto. Pero la excepción ya se convirtió en regla y no hay garantías, y esto se refleja en lo que dijo el director de la Policía Nacional, Mauricio Arriaza Chicas, cuando dijo: “Los policías somos los jueces en la calle”. Entonces el destino de la gente está bajo el criterio de los policías.

En esa medida empezaron a aplicar los criterios que les parecieron, entonces en primera medida cualquiera que tuviera tatuajes era sospechoso y podía ser detenido, pero luego nos encontramos con que no solamente los “delincuentes tatuados” están en las cárceles, sino también jóvenes universitarios que podían tener algún tatuaje, o incluso jóvenes sin tatuajes resultaron privados de la libertad, jóvenes que los agarran en la puerta de su casa o los sacan del trabajo. Es decir, a cualquiera que al “juez de la calle” le parezca que es pandillero se le aplica el régimen de excepción que no permite ningún tipo de garantías constitucionales. Entonces ahora se están dando juicios colectivos, ya no solamente se juzgan individuos. ¿Eso qué significa? Tenemos a un presidente que le dice al mundo, por medio de esos spots que seguramente usted ha visto por ahí, que este país ya está libre de pandillas. Entonces, si el país ya está libre de pandillas, ¿para qué se mantiene el régimen de excepcionalidad? Es una cosa totalmente contradictoria, porque según él es el país más seguro del mundo, pero si usted como extranjero viene, y ese “juez de la calle” considera que usted tiene algún vínculo con pandillas, también puede parar en la cárcel, como le pasó a unos colombianos que llegaron aquí a trabajar. Ellos lo denunciaron, que llegaron aquí porque vieron El Salvador como un destino atractivo, como un país diferente, y vinieron a ver si encontraban trabajo y los metieron a la cárcel bajo el régimen de excepción. Ellos también lo denunciaron desde Colombia, pero eso aquí lo callaron rapidito, de eso no se habló más.

Eso es el régimen de excepción, pero ¿qué costo tiene ese régimen? ¿Es cierto que todos los pandilleros están realmente en la cárcel? Según el periodismo investigativo en este país, se han revelado los fuertes nexos del presidente y sus funcionarios con las pandillas para garantizar la supuesta tranquilidad de los salvadoreños. No lo digo yo, lo dice ese periodismo que investiga y está publicado en diferentes medios. Y es que funcionarios del Gobierno han sacado del país a líderes de las pandillas; eso está consignado en audios, donde el funcionario afirma con su propia voz que sacó en su propio vehículo a un líder de pandillas a Guatemala, que fue capturado en México y que ahora está en Estados Unidos. Ya tuvo su primera audiencia y le van a dar un proceso más largo para que cuente cómo ha sido ese pacto entre el presidente de El Salvador, sus funcionarios y las pandillas. ¿Y esto cuánto dinero ha costado? Ahora tenemos otra noticia de ese mismo periodismo investigativo que cuenta que hubo toda una operación que el presidente y sus funcionarios planificaron para recapturar a este líder pandillero que estaba en México, y hablan incluso de darle dinero al cártel de Jalisco para que fueran ellos quienes capturen a este líder y se lo entregaran a Bukele para poderlo presentar antes del 4 de febrero, día de las elecciones presidenciales y legislativas, y toda esta operación habría costado más de un millón de dólares.

Karina Sosa hace referencia a las notas publicadas por el periódico El Faro, donde se revelan los acuerdos secretos entre el Gobierno de Bukele y varios jefes de las pandillas, así como los intentos de altos funcionarios para recapturar a Elmer Canales Rivera, alias Crook, líder nacional de la mara Salvatrucha-13, condenado a 40 años de prisión y quien habría sido liberado en secreto en noviembre de 2021 como parte de dichos acuerdos secretos.

Entonces, ¿Nayib Bukele ha generado todo un aparato mediático para afirmar que desde el ejercicio constitucional del Estado ha perseguido, combatido y desmantelado las estructuras de las pandillas en El Salvador, mientras lo que realmente sostiene la caída en el número de crímenes es una serie de acuerdos por fuera de la ley entre funcionarios del Gobierno, dentro de los que está el mismo Bukele, y los líderes de las pandillas?

Lo que queda claro es que hay un pacto, y lo que queda claro es que Bukele es un farsante que ha hecho cosas por las que él mismo señaló a otros. Él mismo señaló a otros gobiernos de hacer pactos con las pandillas, llamándolos “malditos” por haber pactado con la sangre del pueblo. Pero ahora todo lo que él ha señalado que otros hicieron, lo ha hecho él y duplicando las cifras, todo eso que señaló en los demás es lo que está haciendo ahora. Pero lo más horrible de todo es que ha usado esa narrativa para tocar el corazón de las víctimas de las pandillas, con quienes me solidarizo y desearía que jamás tuvieran que haber pasado por algo tan horrible, pero es muy doloroso ver que ese tipo que señaló a otros para poder sentarse en la silla presidencial, hoy está haciendo cosas peores. Además, usando el dinero de los salvadoreños para hacer sendas campañas para reelegirse, publicando spots de tres y cuatro minutos en horas punta donde muestra las fosas comunes que tenían las pandillas, donde se ve cómo se desentierran las osamentas, los cuerpos descompuestos y muestra cómo una madre va y se aferra a los restos de su hijo, de quien reconoce unos zapatos y unas prendas adheridas a los restos descompuestos, Bukele está haciendo cosas monstruosas con la gente, está exprimiendo el dolor de la gente, lo está utilizando, y al final del spot dice “no permitas que el pasado vuelva”.

La campaña del presidente es una campaña de terror. Pero además, hoy, alrededor de nuestras casas hay un gran despliegue de operativos militares. Yo pregunto, ¿qué pretende el presidente con este despliegue previo a las elecciones?

¿No se supone que hoy El Salvador es el país más seguro del mundo? ¿Por qué el Tribunal Supremo Electoral va a hacer el escrutinio en una sede militar? ¿Qué es lo que de verdad está pasando en El Salvador? Eso el mundo hoy no lo conoce, solo quienes vivimos aquí lo sabemos, porque afuera llega El Salvador chiquito, bonito, con luces y de fantasía. Escucha uno a extranjeros que se quieren venir a vivir aquí, pero aquí la gente se quiere ir, los jóvenes se quieren ir porque hoy en El Salvador solamente basta con ser pobre para ser sospechoso y caer bajo el régimen de excepción. Hay familias enteras que prefieren perder la visa e irse todos para Estados Unidos y pedir asilo, no tienen oportunidades aquí. El año pasado sólo en México había más de 36.000 personas pidiendo asilo, y no podemos decir que se traten todos de casos de persecución política, aunque también los hay. Aquí ser pobre es sinónimo de ser delincuente, vivir en una zona marginal ya te deja con una etiqueta, los barrios donde hubo siempre pandillas vienen marcados, no importa si son pandilleros o no. Los jóvenes que salen de ahí no tienen oportunidades, e incluso jóvenes que viven en otros lugares, no solamente los barrios marginales. Yo he hablado con muchos padres que dicen que prefieren que sus hijos se vayan, ya que temen que puedan caer bajo este régimen de excepción que Bukele aplicó desde la pandemia, cuando aún en medio de una pandemia hacinaba en las cárceles a la gente que detenían en la calle. Entonces Bukele usa el terror para convencer y para someter al pueblo, pero el miedo va a terminar siendo superado por la necesidad.

Finalmente, Karina ¿qué perspectiva se ve para las próximas elecciones en El Salvador?

Yo considero que va a haber sorpresas. Hay mucho descontento que no se refleja en las encuestas, entre otras cosas también por miedo. Entonces es muy probable que en las elecciones salgan esas personas con miedo y tomen una decisión. El descontento en los municipios es grande, la gente no está conforme con el gobierno en la periferia nacional, están molestos con sus alcaldes y sus diputados, ven su realidad más deteriorada porque no han hecho nada. Bukele, por presionar a la oposición que antes gobernaba en las regiones, les quitó el FODES, que es el Fondo del Estado que va destinado a los municipios, y lo hizo para que la oposición perdiera las alcaldías y, efectivamente, las perdimos, las ganaron ellos; pero no midieron que iban a seguir teniendo esa deuda con la gente, porque la gente se queja de la infraestructura y la participación ciudadana. Y esto último se ve en la asamblea legislativa, ya no hay participación de otros sectores, eso se volvió un circo donde hacen lo que el presidente dice. Baja el verticalazo desde la presidencia y ellos se limitan a apretar el botón. No hay debate, no hay control, no se escucha a la gente, por eso es determinante que la próxima asamblea sea plural, que todas las expresiones del país se vean representadas. Tenemos esperanza de que el domingo se pueda avanzar.

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