El secuestro de migrantes en México es un problema cada vez más preocupante y que gana notoriedad en los últimos años. El caso más reciente de 31 migrantes, en su mayoría venezolanos, secuestrados en el estado de Tamaulipas, es solo la punta del iceberg de una situación que afecta a miles de personas que buscan una vida mejor en Estados Unidos.
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El grupo fue secuestrado mientras iba el sábado pasado en un camión en el estado mexicano de Tamaulipas, fronterizo con Estados Unidos, confirmó este martes 2 de enero el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
“Se sabe que es un camión con 30 o 31 migrantes que fueron bajados, dejaron a cinco, se llevaron a los demás migrantes, pero ya se está haciendo la búsqueda desde los primeros momentos”, explicó el mandatario.
El grupo de migrantes, que trataba de llegar a la frontera con Estados Unidos, viajaba en un autobús de la empresa Senda por la carretera Reynosa-Matamoros, cuando fue interceptado por hombres armados desconocidos.
Todos se desplazaban desde Monterrey hasta Matamoros, fronteriza con Brownsville, Texas, para asistir a su cita de asilo humanitario en Estados Unidos. El grupo de migrantes está formado en su mayoría por venezolanos, pero también incluye hondureños, mexicanos y colombianos.
Tras el secuestro, dos hombres huyeron a pie cuando se toparon con la Guardia Nacional a la altura del kilómetro 30 de la carretera Reynosa-Matamoros, dejando dentro de un vehículo a cinco migrantes venezolanos.
Un problema en aumento
En el año 2023, se registró un récord alarmante de 2.2 millones de migrantes intentando cruzar la frontera hacia Estados Unidos a través de México. Este aumento no pasa desapercibido para grupos criminales que ven en el secuestro una oportunidad lucrativa. Los secuestros de migrantes, como el ocurrido en Tamaulipas, se han convertido en una práctica común que involucra a poderosos carteles de droga de la región.
Una de las principales motivaciones detrás de estos secuestros es el rescate económico que exigen a las familias de las víctimas. Se ha documentado un patrón en el que los secuestradores buscan obtener dinero a cambio de la liberación de los migrantes. Según la consultora InSight Crime, esta actividad ilegal mueve cerca de 20 millones de dólares al año en México.
Sin embargo, no todos los secuestros se resuelven mediante transacciones económicas. En algunos casos, los grupos criminales secuestran a migrantes con el objetivo de eliminarlos y evitar que se unan a carteles rivales. Esto revela la brutalidad de la competencia entre los grupos delictivos por el control de los territorios de tráfico de drogas y personas.
Los migrantes secuestrados enfrentan condiciones extremadamente precarias y peligrosas durante su cautiverio. Además de la posibilidad de agresiones sexuales y violencia física, muchos de ellos experimentan traumas psicológicos duraderos. En casos como la masacre de San Fernando en 2010, donde 72 migrantes fueron asesinados por negarse a unirse a un cártel, se pone de manifiesto la brutalidad que pueden sufrir estas personas.
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