Matarían por ellos. Matan por ellos. Lo hacen. Hay que ser Trump. No hay otra. Esto es lo que dice el mundo: para triunfar, hay que ser como Trump. No hay otra.
Acá, CFK se hace lío por una causa en proceso que es una causa trucha. Nos preguntamos si está bien.
Mientras tanto, al otro lado, el otro tipo es abusador, extorsionador de prostitutas, traidor de la democracia, tiene setecientas causas, y aun así se presenta y gana.
Aquí, en cambio, armamos un escándalo por Giuliani, como si fuera el principio y el fin de la justicia. Tenemos el mundo al revés.
Tenemos el mundo al revés.
Sabatella intentó hacer cumplir la Ley de Medios, y Clarín lo mandó preso. Fue con la ley en la mano, y Magnetto lo acostó con la Corte Suprema de los delincuentes presididos por Rosatti.
No puede ser funcionario. Tuvo que renunciar al puesto desde donde limpiaba el río como se limpia el alma. Pero, al parecer, necesitan que estén sucios: el río y el alma.
Así que Sabatella no puede ser funcionario; debe renunciar, y Clarín manda presos a quienes se meten con ellos, en medio de la más absoluta impunidad y cobardía generalizada.
Un comunicado de Nuevo Encuentro, una nota en Página, en El Destape, y ¡chau Pinela! Gana Trump, gana Clarín.
Una mañana propia de un mundo de miércoles.