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Política Peluca Valdez | Romina Celeste | Partido Colorado

Incómodas irrupciones

Ajenos al establishment: del Peluca Valdez a Romina Celeste

El Peluca Valdez y Romina Celeste Irrumpieron en campañas electorales ocupando un espacio político que rompió esquemas.

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El Peluca Valdez en los 90 y Romina Celeste irrumpieron en el escenario político luego de un período de militar a la “sombra”, avanzando no sin dificultades al punto de ocupar un espacio de relevancia que les otorgaron sus respectivas fuerzas políticas, hasta que la incomodidad del establishment fue suficiente para tomar distancia de quienes algunas vez “abrazaron” de manera cuasi oportunista.

En los primeros años del nuevo siglo, una parte de los jóvenes uruguayos se empezaba a diferenciar entre chetos y planchas. Chetos básicamente eran los jóvenes de clase media, en general estudiantes de Colegios privados y con un consumo musical acorde a la imposición de los grandes sellos editoriales, básicamente del género del pop y otros por el estilo, que amenizaban los bailes contemplados para esos sectores.

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(José Peluca Valdez)

Al ritmo de la cumbia villera y los Pibes Chorros de la vecina orilla surgían los planchas, jóvenes que en principio se identificaban siendo la contracara de los chetos, en general provenientes de las zonas pauperizadas de las capitales, imponiendo como novedad un lenguaje con códigos carcelarios.

No todos los planchas eran antichetos,y como cualquier fenómeno social, para este en particular, que hacia recordar a las tribus urbanas de los 80 (punk, new romantic, etc.), la cercana campaña electoral era un espacio apetecible para lograr alcanzar mayor presencia mediática, en una época sin redes sociales.

En el entorno del Foro Batllista algunos convencieron a José Peluca Valdez de que podía erigirse en líder de un movimiento político colorado, al que justamente denominaron “plancha”.

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(Las bromas a la dirigencia colorada no demoraron en llegar)

El Movimiento Plancha reinterpretaba las propuestas políticas del por entonces candidato a presidente, Luis Hierro López, y en alguna actividad proselitista, desde el barrio de La Teja, donde vivía, salió el Peluca en caravana de carros con caballos a dar su apoyo al dirigente colorado.

Los grandes medios de comunicación pusieron su lupa en lo que consideraban un novedoso elemento político difundiendo las actividades del Peluca, amplificando sus reclamos y discursos, hasta que tanta inflacionaria fama lo llevara producto de la cruda realidad a descerrajarse un tiro en su casa, luego de lo que entendió fue un acto político fallido, en el fondo de su vivienda.

Transcurría el gobierno “divertido” de Jorge Batlle y posiblemente los colorados no habían medido que iba a ser su última victoria electoral y que el Peluca no vería colmada su aspiración de ser diputado representando al Movimiento Plancha, aliado del Foro Batllista.

Una crónica del año 2008 narraba las últimas horas de vida de la apuesta colorada a disputar votos a la izquierda en un barrio de tradición obrera y de izquierda como La Teja.

“A las 6.05 de la mañana de ayer jueves, un teléfono cualquiera de la Seccional de Policía Nº 19 sonó una vez, dos, tres veces. Es una hora del día a la que nadie llama a una comisaría para algún trámite administrativo, sino que casi siempre es por algo que no admite la menor demora. Al atenderlo, una voz femenina pedía ayuda del otro lado desesperadamente: una persona allegada a ella se había disparado un tiro en la cabeza, decía más o menos la mujer. Tras la solicitud por parte del agente de los datos de rigor como dirección y demás filiaciones, esas que en esos casos de premura generalmente se dan en forma desordenada, el funcionario anotó, trató de tranquilizarla y le anunció que un móvil de esa seccional ya estaba concurriendo a ese lugar. Ya se sabía de quién se hablaba. Tres minutos más tarde, a las 6 de la mañana y 8 minutos se repite el llamado desde el domicilio ubicado en la intersección de las calles Laureles y Concordia, barrio La Teja, con el mismo tenor de alarma, pero ahora la voz de la mujer reclamaba además que el móvil policial prometido aún no había llegado. La voz apenas se escuchaba como tres minutos antes, cuando llamó por primera vez. La apagaban gritos de otras personas, llantos y ruidos de cosas que caían al piso. El funcionario policial que esta vez la atendió le reiteró que la unidad estaba en camino y hasta le recomendó algunas acciones y precauciones hacia el accidentado. Trató de tranquilizarla sin mucho éxito. Pasaron 5 minutos y por todas las radios policiales encendidas se confirmaba la llegada al domicilio en cuestión del móvil número 30 de radio patrulla y de una ambulancia de emergencia del Servicio de Asistencia Externa, SAE, de Salud Pública. La doctora Sosa Díaz estaba en esa unidad de emergencia y fue la profesional que primero asistió al herido con el arma de fuego, que resultó ser José Valdez, más conocido como el Peluca. En esos momentos aún estaba vivo, si cabe el término de ese diagnóstico en estos casos. La ambulancia lo trasladó inmediatamente al hospital Maciel luego de prestarle los primeros auxilios. Casi cinco horas más tarde fallecía en un block del área de CTI de ese nosocomio y el Peluca fue ayer el seudónimo más nombrado por las radios, los canales de televisión y el más escrito en los portales informativos de Uruguay: a los 36 años de edad murió José Peluca Valdez”.

La reacción de la dirigencia colorada, sobre todo del candidato Luis Hierro López, intentó dar una explicación propia de los códigos políticos partidarios.

Estaba junto a su esposa, sus cuatro hijos y su madre. Habían transcurrido algunas pocas horas de un acto político que el mismo había organizado en el patio de su casa. Terminado ese acto, algunos amigos y colaboradores suyos habían permanecido a su lado hasta bien entrada la madrugada, tomando “algunas cervezas”. La reunión se prolongó y la bebida se multiplicó.

Su esposa relató que José estaba “apesadumbrado” porque “el acto político que organizó había fracasado y no era lo que había imaginado”. El precandidato batllista y circunstancial compañero de ruta, Luis Hierro López, negó esa versión. “Eso no es así. El acto fue previsto en el fondo de la casa, y el fondo estaba repleto, no cabía más gente. Había como 80 personas”.

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Romina Celeste.

Romina Celeste.

Celeste aunque le cueste

Si bien fue a partir de los gobiernos del Frente Amplio que los colectivos Lgbtiq cobraron mayor visibilidad y derechos, Romina Celeste aún no era Romina cuando su gusto por la política empieza “a sus 10 u 11 años, en un acto a favor de Jorge Larrañaga. Era 2004, el Guapo había perdido, y Romina -cuando aún era un varón- caminaba por 18 de Julio junto con su abuela, ferviente militante blanca y larrañaguista, tras el cierre de la jornada. A aquel niño también le gustaban los blancos, aunque todavía no sabía cuánto”, describe en una entrevista realizada a Romina Celeste la periodista Paula Barquet.

Con el tiempo Romina empieza su proceso de hormonización hacia su fenotipo femenino y seguramente para la dirigencia nacionalista que lo acogió tener una militante trans no solo era una apuesta a llegar a esos sectores (y de alguna manera tener la contracara de quien asumió como senadora comunista, Michelle Suárez), sino que además su discurso anti colectivos Lgbtiq calzaba con la postura política general del Partido Nacional, en esa actitud con respecto a algunos temas de “ni tanto ni tan poco”.

Hablando de este tema, se sostiene en la entrevista realizada por Barquet: “Romina dice que la odian. La odian por trans, pero también porque, siendo trans, elige el Partido Nacional. ‘Capaz que si fuera del Frente, no me darían tanto palo’, supone. Nunca fue a una marcha de la diversidad porque siente que ‘son actos políticos’. ‘Siempre lo son, y más ahora. Nunca tuve vínculos, nunca me interesó. Si me hubiera querido acercar, me habría acercado. Es que yo soy una persona más: soy Romina’. También expone que hay ciertos aspectos de la ley trans, que se aprobó en 2018 y que el Partido Nacional no votó, con los que no está de acuerdo. Que un menor de edad pueda tener una operación de reasignación de sexo es una de ellas. ‘Cuando tenía 17 años no sabía qué quería de mi vida. Una cosa es ver para el aplauso y otra cosa es vivirlo. A los 17 no sabía ni lo que me gustaba ni lo que quería: ¿Cómo iba a operarme?’, plantea. ‘Otra cosa que no me cierra es lo de los cupos laborales. ¿Por qué yo debo tener privilegios sobre los demás? Eso me hace sentir como si fuera una persona discapacitada. ¿Por qué? Yo de repente no tuve la oportunidad de ser una abogada, pero sé que voy para adelante y puedo hablar y enfrentar a cualquier persona. De eso estoy segura’”.

“Empezó a militar a los 15 años, primero en la lista 71, para la elección en la que Luis Alberto Lacalle Herrera perdió contra José Mujica. En 2014 militó también, esta vez para el hijo, Luis Lacalle Pou, aunque ya no tan activamente porque estaba empezando su ‘transición’", cuenta Barquet que Romina le confió.

Tolerancia anticomunista

En la entrevista, a ningún dirigente nacionalista, empezando por su presidente, Pablo Iturralde, le pueden quedar dudas, como con Astesiano, de quién es Romina Celeste.

En 2019, ya transformada del todo, Romina Celeste decidió ‘volver a la política.

"Hago un telefonazo: 404, sede central, bulevar Artigas, frente al Club de Golf. Llamo, cuento mi historia y digo que quiero militar. Era la secretaria de Álvaro Delgado hoy, Siboney. Tuvimos una reunión, le conté toda mi vida y nos hicimos amigas. Empecé a militar en la 404, pero era una militancia muy VIP. No era la militancia de ahora".

¿Qué es militancia VIP?

Iba en mi auto, con mi banderita, y nada más. Estaba en la oficina, donde podían estar Álvaro Delgado o Graciela Bianchi, y doblaba las listas. Estaba ahí. Nada. No era la militancia de ahora.

¿Cuál es la diferencia?

Que esa militancia era la más típica de los blancos.

¿Menos popular?

Menos popular. Menos calle. Banderita, actos. Y yo todavía estaba muy tímida. Siboney me ayudó; ella es mi madrina política”.

Cuando Romina plantó guerra en los muros en su campaña “limpiar Bolchevideo” con consignas tan profundamente políticas como “Cosse chorra, comunista, delincuente”, desde Caras y Caretas preguntamos al presidente del Honorable Directorio del Partido Nacional, Pablo Iturralde, quién era Romina Celeste y negó conocerla, como varios dirigentes hasta el día de hoy; la misma que se presentó a la elección de jóvenes sacando más que un magro resultado electoral, diametralmente inverso a su presencia en muros de las calles y redes sociales.

El resto de la historia ya es conocido, aunque está por saberse el epílogo; a pesar de que ella conoce de hace un buen tiempo al senador Gustavo Penadés, a quien en una actividad política reconoció como la persona que contrató sus servicios cuando era menor, fue recién cuando este expresó no conocerla que realizó la denuncia por abuso y se abrió la caja de Pandora.

Ojalá Romina Celeste no siga los pasos del Peluca Valdez, aunque su suicidio político para el establishment político ya ocurrió.

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