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Política gobierno | cancillería | Interior

Escandaloso

El gobierno se hunde en el barro de sus mentiras

El gobierno se organizó para mentirle al Parlamento y también a la Justicia; todos sabían que Marset era un narco peligroso.

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Caras y Caretas Diario

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Tanto en Cancillería como en el Ministerio del Interior todos sabían, antes de entregarle el pasaporte, que Sebastián Marset era un narco peligroso. Y junto con Roberto Lafluf, mano derecha y asesor en Comunicaciones del presidente Luis Lacalle Pou, los jerarcas del gobierno se organizaron para mentirle al Parlamento y a la Justicia.

***

A principios del 2022 se supo que el gobierno le había entregado un pasaporte a Sebastián Marset, quien estaba preso en Dubái acusado de ingresar con un pasaporte paraguayo falso. Se trataba de un importante narcotraficante uruguayo que ya era conocido como “el gerente de la Hidrovía”.

Con ese pasaporte, Marset fue liberado y, desde entonces, circula por el mundo y, particularmente por Sudamérica, escapando de la policía y haciendo sus sucios negocios.

Los senadores del Frente Amplio interpelaron al ministro del Interior, Luis Alberto Heber, y al canciller Francisco Bustillo. La estrategia entonces fue adjudicarle la responsabilidad al FA por un decreto del 2014 que los obligaba a entregar el documento. Todos dijeron desconocer quién era Marset. Bustillo afirmó que “era un jugador de fútbol”.

La interpelación no tuvo consecuencias políticas porque todos los senadores de la coalición de gobierno apoyaron a los ministros.

Entonces nadie conocía una sentencia de un Tribunal de Apelaciones de los Emiratos Árabes Unidos, que liberó a Marset porque, según ellos, “éste no sabía que su pasaporte era falso”.

Sin embargo, el martes pasado, durante su declaración en Fiscalía, Heber exhibió ese documento probatorio “de que el pasaporte uruguayo no fue lo que lo liberó”.

Pero casi enseguida de la interpelación se supo de un intercambio de mensajes entre los subsecretarios de Interior, Guillermo Maciel, y de Relaciones Exteriores, Carolina Ache, donde aquel le advertía de la condición de “peligroso narcotraficante de Marset”.

Un año después, ese mensaje ha originado una crisis institucional de dimensiones desconocidas en el periodo posdictadura, y por ahora la renuncia del canciller Bustillo.

Tal vez en el momento en que lean esta nota ya se han producido otras renuncias o destituciones. Tampoco sabemos si el presidente Luis Lacalle Pou regresó de EE. UU. para enfrentar la crisis.

El 25 de setiembre del año pasado fue detenido Alejandro Astesiano, jefe de la custodia personal del presidente, acusado de participar de una red que gestionaba pasaportes falsos. Al otro día Lacalle Pou ofreció una breve conferencia de prensa en la que dijo “sentirse sorprendido en su buena fe”, que desconocía sus antecedentes policiales y judiciales y que si los hubiera conocido “no pondría a su familia en sus manos”.

Luego se supo que Jorge Larrañaga le había advertido, también algunos dirigentes blancos del interior y, por si fuera poco, Caras y Caretas había publicado un año antes todos los antecedentes de Astesiano.

Casi enseguida nos fuimos enterando de casi todo lo que hacía este sujeto ubicado en la Torre Ejecutiva. Y falta muy poco para que se sepa quién le daba algunas órdenes y con qué fines.

Hace menos de un mes fue procesado y enviado a prisión el exsenador Gustavo Penadés, acusado de 22 delitos vinculados a abuso sexual de menores. Los detalles de las atrocidades cometidas fueron consignados en una sentencia de un tribunal de apelaciones.

Pero cuando a principios de mayo la militante nacionalista, y víctima de Penadés, Romina Celeste, lo denunció públicamente, tanto el presidente como el ministro del Interior dijeron creerle al abusador y descalificaron a la denunciante.

El barro de la mentira

El presidente mintió cuando dijo no conocer los antecedentes de Astesiano. Ya ni él lo puede negar.

Mintió Heber cuando afirmó que no se podía ingresar al Guardián. Y también cuando defendió a jerarcas policiales que terminaron destituidos o formalizados.

Otra vez Heber, Bustillo y también Maciel le mintieron al Senado cuando dijeron no saber quién era Marset.

La senadora paraguaya Desirée Masi dijo a principios de este año a varios medios guaraníes que “el Comando Tripartito de la Triple Frontera, la organización que nuclea a las fuerzas de seguridad y fronterizas de Argentina, Brasil y Paraguay desde 1996, informó en la Cámara Alta de su país que las autoridades de Uruguay advirtieron en mayo de 2021 que el esquema de tráfico internacional de drogas investigado por el Operativo A Ultranza era encabezado por el uruguayo Sebastián Marset”.

Mayo del 2021, seis meses antes de que Uruguay le otorgara el pasaporte legítimo.

Y por si fuera poco, antes de enviarle el documento, Maciel advirtió a Carolina Ache que “se trataba de un narco peligroso”.

Ahora resulta que Heber se defiende con un dictamen de la Justicia de Emiratos Árabes Unidos que liberó a Marset. Dato bien curioso, sobre todo viniendo de alguien que ha acusado a jueces de no ayudar en el combate al narcotráfico, integrante de un gobierno que se ha empeñado en descalificar a la Fiscalía.

Pero le cree a un país autoritario, monárquico, cómplice del asesinato del periodista Jamal Khashoggi y en el que es imposible verificar la validez de ese documento judicial.

Los desenmascaró una mujer, cuyo partido político envió a la hoguera sin defenderla. Y también Caras y Caretas, que desde hace un año viene informando sobre todas las mentiras de las autoridades compatriotas.

Organizados para mentir y ocultar

No existen antecedentes en el país, por lo menos públicos, sobre que ministros y asesores se organizaran para mentir en el Parlamento y hacer desaparecer pruebas de la Justicia.

Exactamente eso fue lo que reveló Ache el miércoles durante su declaración ante el fiscal Alejandro Machado.

Antes de la interpelación por el caso Marset, varios jerarcas se reunieron en una casona propiedad del Ministerio del Interior en el Prado, para elaborar la estrategia con la que enfrentarían a la oposición durante la discusión parlamentaria.

Allí estuvieron Heber, Bustillo, Maciel, Ache y Roberto Lafluf, propietario de la agencia de publicidad Avisa, asesor en Comunicaciones y mano derecha del presidente.

La mayor preocupación expresada en la reunión era que los chats intercambiados entre Maciel y Ache, en los que el subsecretario de Interior advertía quién era Marset, llegaran a manos del FA.

Pero después de la interpelación, el fiscal Juan Gómez ordenó abrir una investigación de oficio. A su vez, Cancillería ordenó una investigación administrativa cuyos resultados llegaron a manos de la oposición por orden del juzgado de lo Contencioso Administrativo de 4to turno, después de que el ministerio negara el expediente a la bancada frentista.

Bustillo intentó que tanto Maciel como Ache borraran sus celulares; también le sugirió a Ache que “lo perdiera”. Pero la entonces subsecretaria ya había entregado, bajo acta, el contenido de los chats a Bustillo, en sobre cerrado.

Y además tuvo el tino de hacerlos protocolizar por su escribana.

Pero cuando Cancillería entregó a Fiscalía el expediente con los resultados de su investigación administrativa, el documento aportado por Ache no estaba.

Al otro día, la vicecanciller recibe un mensaje de Roberto Lafluf, quien dice que “el presidente quiere tener una reunión contigo y con Maciel, acá en el piso 11 a las 3 de la tarde. Sería conveniente ingresar por el garage”.

Ache no informó si estaba el presidente en esa reunión. Lafluf les pidió a ambos que borraran los mensajes de su celular y a ella que consiguiera otra escribana que protocolizara el contenido del celular sin esos mensajes.

Al otro día llamó al asesor y le dijo que no borraría los mensajes ni recurriría a otra escribana porque “lo que le pedía era un delito y no estaba dispuesta a cometerlo”.

Lafluf le dijo que debía hablar con el presidente y la llamaría, algo que ocurrió un rato después. “El presidente dice que dejes todo como está y lleves de nuevo la documentación a Cancillería”, relató Ache en Fiscalía.

Agregó que también preguntó “por qué debía entregar todo de nuevo, si ya lo había hecho”. Lafluf le contestó que “el acta no estaba más, yo la destruí”.

La exfuncionaria no sabe quién o cómo le llegó ese documento al asesor y ni siquiera sabía si era verdad, pero “fue lo que él dijo”.

Ache entregó los documentos dejando constancia de que “lo hacía por segunda vez”.

Los documentos fueron entregados a la Justicia ese mismo día. Como Cancillería se los había negado, los senadores del FA recurrieron a un juez y poco después éste ordenó su entrega.

Pero Ache fue cuestionada desde su sector, Ciudadanos, y renunció al cargo.

¿Y ahora?

En medio de esta grave crisis, el presidente se encuentra en EE. UU., invitado por Joe Biden.

Bustillo renunció a la Cancillería al atardecer del miércoles.

Varios legisladores blancos dijeron ese mismo día que “para proteger al presidente tienen que renunciar todos los que deban hacerlo”.

La lista incluye a Heber, a Maciel y también a Lafluf.

Los hechos ocurren con tanta rapidez que al momento en que usted tenga esta revista en sus manos, tal vez ya hay varias renuncias o destituciones.

Maciel, calificado como “un tarado” por Bustillo, es el que está más cerca de irse. Y también el asesor en Comunicaciones, el hombre que elaboró la estrategia de blindaje del presidente.

Ese mismo día, el fiscal Machado le solicitó al fiscal de Corte, que se abriera otra investigación sobre lo denunciado por Ache ya que “tienen apariencia delictiva”. Esta investigación pasará a otro fiscal.

A todo esto, aún hay una pregunta sin responder: ¿por qué le entregaron el pasaporte a Marset?

A mediados de abril pasado un senador oficialista denunció que a fines del 2021 el diputado Erico Galeano, hoy procesado por lavar dinero del narcotráfico, le pidió al entonces presidente Mario Abdo “500.000 dólares para sacar a Marset de la cárcel”. ¿Para quién era ese dinero?

El pasado 28 de abril, Caras y Caretas publicó lo que dijo una fuente de la Secretaría Antidrogas (SENAD) de Paraguay. “Como usted ya sabrá, en mi país hay un altísimo índice de corrupción en el sistema judicial, lo que nos impide lograr condenas para grandes contrabandistas y narcotraficantes. Es más probable que uno de nosotros termine con un tiro que alguno de ellos preso”.

Agregó que “durante más o menos dos años nosotros investigamos a Marset y todo su entorno. Esa operación se llamó ‘A ultranza’, pero cuando lo íbamos a detener le filtraron la información desde Fiscalía y logró huir. Él estaba asociado al Clan Insfrán, liderado por Miguel Ángel Insfrán, alias Tío Rico. Ese grupo, estrechamente vinculado al mundo político paraguayo, había encontrado en Marset un contacto muy importante para sacar la droga de Paraguay y llevarla primero a África y luego a Europa, e incluso Oriente”.

Erico Galeano, diputado cartista y también presidente del club Capiatá, estuvo en la mira de la SENAD durante mucho tiempo. “Nosotros entregamos a Fiscalía muchas pruebas sobre sus actividades, que fueron cajoneadas”, dijo el oficial de policía.

“Entre esas pruebas hay muchísimas horas de escuchas telefónicas realizadas con orden judicial. Nosotros sabemos para qué, para quién y quiénes juntaron esos 500.000 dólares, que no fueron los únicos”.

“Aunque, agregó, lo único que voy a decirle para su interés es que tenemos identificados a dos uruguayos como receptores de parte de ese dinero. No fueron los únicos. No puedo decirle más porque la investigación sigue en curso y porque además hemos tenido muy poca colaboración de las autoridades uruguayas”, concluyó el oficial antidrogas.

En agosto, después de la fuga de Marset desde Bolivia, agentes de Inteligencia de ese país dijeron que “el pasaporte de Marset había costado 10 millones de dólares”.

La Justicia uruguaya tiene ante sí una ardua tarea para, entre muchas otras cosas, saber si alguna de estas versiones es verdadera.

Mientras tanto, el gobierno está hundido en el oprobio de sus propias mentiras.

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