Juana votó temprano en su circuito de Punta Carretas. Recorrió locales, lugares de votación, y en todos lados la percepción era la misma: la gente quería manifestarse y votar. Después siguió su ruta trazada de antemano. Visitó circuitos en Pocitos, el Centro y la Ciudad Vieja. En todos el ambiente era festivo.
El alto índice de sufragios emitidos confirma que los uruguayos somos votadores de alma. No importa si vamos por nuestros medios, si nos ayudamos con un bastón, si algún nieto nos empuja la silla de ruedas o si hacemos muchas leguas para llegar a destino, el asunto es decidir. Ese día todos nos sentimos libres. Decidimos solos. Es entre nosotros y el sobre.
La carpa del terremoto
Como siempre ocurre, Juana, de tardecita, puso proa al comando blanco de Bulevar Artigas y Chaná, devenido, durante el último mes, en búnker de la Coalición Republicana. Otra vez, Juana no estuvo sola. Le tocó compartir la tarea con Simón. Este joven periodista de Caras y Caretas que la ha llenado de esperanzas y le hace pensar que ha llegado la hora de dejar de teclear.
Al llegar, para su sorpresa, la Plaza Varela estaba como siempre y sin escenario a la vista. Los blancos se tenían tanta fe que habían armado el estrado para recibir a la militancia a la altura de Bulevar y Chaná, de cara a Punta Carretas. Soñaban con llenar esa amplia avenida a medida que fueran conociéndose los resultados.
Sobre las 19:00 horas, más o menos, comenzó a llegar la dirigencia. Estaban contentos y no lo disimulaban. Se creían ganadores. Sobre las 19:30 llegó Delgado, rodeado de su familia y acompañado de un enjambre de periodistas que querían tener su palabra. Al ratito llegó Ripoll, con sus hijos y exultante. Las vueltas de la vida, sería la última vez que la rodearían los flashes de los fotógrafos acreditados... Fueron llegando, uno tras otro, ministros, diputados, senadores electos y los que se van.
La llegada del senador electo Sebastián da Silva, sobre las 20 horas, no fue de las más elocuentes, a las que nos tiene acostumbrado. Saludó a Juana, a quien conoce hace muchos años. Habló poco y entró apurado. El reelecto senador Heber llegó con su yerno, el ministro de Desarrollo Social, un ratito antes de conocerse los resultados.
Un capítulo aparte merece la llegada del cocinero preguntón, Sergio Puglia, devenido en coordinador de las Comisión de Cultura del Partido Nacional, que estaba radiante. Le contó a Juana que se muda, y cuando le preguntó qué expectativas tenía, no dudó en decir que iban a ganar el gobierno y que esperaba tranquilo tener un cargo, el que el Partido decidiera para él.
Sobre las 20:30 todo cambió. Los periodistas fueron ubicados en una carpa donde no había pantalla gigante de los canales de aire. Todos sabían que sobre esa hora se conocerían los primeros resultados. El terremoto fue pocos segundos después de la hora acordada del domingo 24 de noviembre.
En las pantallas de los televisores se leyó, en letras tamaño catástrofe: Yamandú Orsi presidente electo. Allí se hizo un silencio abrumador que venía de la carpa de al lado, en la que sí había televisión, invitados especiales y muchos canapés.
Juana tomó conciencia de qué estaba pasando por el murmullo de los colegas, algunas sonrisas y un cameraman que le acercó una laptop para ver con sus propios ojos lo que estaban transmitiendo.
Pensó en sus afectos más cercanos, que no estaban allí para compartir la alegría. Se abrazó con su compañero de trabajo, festejó en silencio y siguieron la jornada, que por cierto iba a ser bastante más corta de lo que habían planificado.
Minutos antes de las 9 llegó Pedro Bordaberry, acompañado del diputado Conrado Rodríguez. Juana se acercó y, antes de que hablara con Telemundo 12, alcanzó a decirle: Es absolutamente indescontable. Después reconoció la derrota ante las pantallas de televisión y enfiló para el búnker para saludar a Delgado.
Uno a uno fueron llegando Ojeda, Manini, Zubía y la presidenta del Directorio del Partido Nacional, que llegó, literalmente, llorando. Antes de que el propio Delgado reconociera la derrota, se retiró, visiblemente molesto, el expresidente Luis Alberto Lacalle.
A los periodistas les avisaron que Álvaro Delgado hablaría sobre las 21:30 en el estrado ubicado para un festejo que nunca llegó. La pantalla gigante preparada para la ocasión lucía una bandera uruguaya con el texto “la Coalición festeja la democracia”. En el estrado de la derrota no estaban todos. Sebastián da Silva se fue temprano y la inefable senadora Bianchi se retiró al grito de “sos un traidor”, que le espetó a Álvaro Delgado. Se dio media vuelta y arrancó para su casa.
Le contó a Juana un testigo de este vergonzoso episodio que su enojo tiene su origen en la candidata a la vicepresidencia y en cómo encaró la última etapa de la campaña electoral el candidato de los blancos.
Álvaro Delgado reconoció derrota, saludó al presidente electo, utilizó una frase de Wilson Ferreira Aldunate haciéndola propia… y se equivocó feo cuando recordó al caudillo blanco, en el acto de la explanada municipal, diciendo 1º de marzo de 1984, cuando Wilson todavía no había regresado al país y Seregni seguía preso. Error que no pasó inadvertido para el senador Heber y Pablo Mieres, que pusieron los ojos al cielo pensando “hasta en esto se equivocó”.
Uno a uno fueron bajando del estrado, despidiéndose con caras de pocos amigos. Y algunos perdiéndose por la oscura calle José Enrique Rodó para evitar a los medios. A esa altura, la llovizna hizo lo suyo y, como decía mi madre, al juego de la taza cada uno para su casa.
El gran derrotado se llama Lacalle Pou
Juana siempre ha sostenido que el presidente Lacalle Pou era uno de los factores esenciales de un eventual triunfo de su candidato, Álvaro Delgado. El primero ha sufrido una derrota que no esperaba. Como señaló el senador Óscar Andrade, y dado el involucramiento que tuvo en todo el proceso electoral, Lacalle Pou es, sin lugar a dudas, el gran derrotado.
Juana sabe que Lacalle Pou esperó los resultados acompañado de su equipo más cercano en la Torre Ejecutiva, porque estaba nervioso y no tenía más información que la que le proporcionó, un ratito antes de las 20:30, algún politólogo amigo. Allí tomó la decisión de llamar al presidente electo, respirar hondo y seguir adelante.
Todos sabemos que la rápida decisión de comunicarse con Yamandú Orsi y citar al Consejo de Ministros fue una decisión para adentro y para afuera, como le dijo un participante del Consejo a Juana: es volver a poner las cosas en eje, en su lugar.
A tal punto que Lacalle Pou les advirtió que no debe confundirse el éxito de la gestión del Poder Ejecutivo con el resultado electoral. Juana cree que él seguirá cortando cintas, sacándose selfies y, una vez que entregue la banda, volverá al Senado. Necesita hacerlo si quiere pensar en largo.
Hoy la mayoría partidaria ha quedado en manos del exministro Javier García y compañía. Tiene que rearmar su quiosco, reposicionar su grupo, Aire Fresco, y evitar el desbande. No olvidemos, además, que por su grupo político son senadores electos Álvaro Delgado y la inefable Graciela Bianchi.
La mañana siguiente en el Partido Nacional
La madrugada del lunes para el Partido Nacional fue difícil. Los grupos de WhatsApp no paraban. La mayoría de los dirigentes hablaron con Juana pidiendo mantener el anonimato. Están enojados y se nota.
Un importante dirigente llegó a decirle a Juana que la campaña electoral fue un calvario, que Valeria Ripoll no rindió y que Álvaro Delgado estuvo siempre mal rodeado.
La vicepresidenta Beatriz Argimón conversó con Juana. Piensa que la segunda parte de la campaña fue un error estratégico. Las idas al interior, haciendo solo conferencias de prensa, no sirvieron. Coincidió con el senador Da Silva en que el único ministro que se puso la campaña por el balotaje al hombro fue Falero. Argimón insiste en que hay que hacer autocrítica y que se cometieron muchos errores. Está preocupada porque cree que debe tomarse una decisión rápida, antes de que en las elecciones de marzo el Frente Amplio siga creciendo.
Sebastián da Silva, que ya está en el campo, trabajando, le dijo a Juana que no se arrepiente del entredicho público que mantuvo con el senador electo y aún intendente de Paysandú, Nicolás Olivera, que se verán en el Senado y que, lejos de arrepentirse, insiste en que debió quedarse en su departamento y pelear a los votos que se fueron. Da Silva cree que esta segunda vuelta no fue buena, se cometieron muchos errores y pocos fueron los dirigentes que salieron a pelearla y a defender al Gobierno. Fiel a su estilo, le dijo a Juana: La mayoría se cuidó las piernas y los varazos pensando en las departamentales.
Los jóvenes también están enojados. Juana habló con algún dirigente del herrerismo que le dijo “ya arranqué una nueva etapa”. Cometimos, dijo, demasiados errores en la segunda vuelta. “Espero una profunda autocrítica de toda la dirigencia y empezar a pensar cómo encaramos las elecciones departamentales que se vienen”.
El dirigente Wilson Ferreira publicó un mensaje en la red social X citando a su abuelo en su discurso de la explanada cuando lo liberaron. Juana lo consultó al respecto. Ferreira cree que eligió las palabras de su abuelo por ser las más atinadas esa noche. El Partido Nacional sabe de derrotas electorales y sabe volver a empezar. Debemos mirar puertas adentro lo que pasó, analizarlo, aprender de ello y no volver a cometer los mismos errores.
Las elecciones pasaron, ganó el Frente Amplio y el Partido Nacional y sus socios multicolores sufrieron una derrota que no querían ver, porque las encuestas se los venían avisando y ellos se negaban a aceptarlo.
Están tomando conciencia y los reproches de un lado y de otro no se hacen esperar. Álvaro Delgado se equivocó. Valeria Ripoll no rindió, cargará con esa mochila siempre. La exdirigente de ADEOM y del Partido Comunista hoy solo es mal recuerdo en la interna partidaria. Muchos volverán al Parlamento. Algunos al BPS, a iniciar su trámite jubilatorio. La vicepresidente de la República, Beatríz Argimón, seguramente se hará cargo de la conducción del Partido Nacional a partir de la convención del próximo año.
El actual presidente de la República volverá al Senado y empezará nuevamente a juntar los porotos. Mientras tanto, los jóvenes están parados en la cuchilla y empiezan a pedir cancha.
Juana, que ha cubierto a los blancos durante toda la campaña electoral, sabe que seguirán dando tela para cortar y notas para escribir. El reacomodo recién empieza.