Del otro lado también preguntan, y cuando se le responde que sí, la respuesta es: “Ahora que te arreglen los tuyos (el Frente Amplio) tus problemas”.
El 24
Como queriendo dilucidar rápidamente quién ganaría el balotaje, ya que todas las encuestadoras auguraban un final reñido, la gente fue a votar desde las primeras horas y la votación fue a buen ritmo y dinámica. En el interior, donde el Frente Amplio había ganado en varios departamentos, la militancia redoblaba la apuesta y desde los distintos comandos locales se priorizaba, como en toda elección, pero en esta más, el transporte. Había que mover rápido y seguro.
Pero el 24 no empezó para todos con la apertura de las urnas; una multitud de vecinos frenteamplistas del Cerro y La Teja se agolpó sobre las 22 horas del 23 de noviembre sobre la Ruta 1 en el tradicional recibimiento de los uruguayos que venían de Argentina.
Así, entre las coberturas de prensa de la votación de los distintos dirigentes, repartidores de listas, delegados en los circuitos y juntadas para almorzar, la especulación de quién sería electo presidente se iba consumiendo la jornada.
Si bien parece difícil separar la figura de Orsi de la del Frente Amplio, por debajo del radar pasaban otras cosas. Votantes nacionalistas, cabildantes, colorados, de partidos políticos menores, sin bulla ni arengas, tenían definido votar a Yamandú Orsi.
Solo las encuestas que tomaron en cuenta las manifestaciones de grupos y dirigentes de esos partidos que en los días previos al 24 de noviembre expresaron su adhesión a la fórmula Orsi-Cosse fueron las más cercanas a los resultados finales.
Los bunkers
Medios de prensa nacionales e internacionales, atestados en la carpa instalada para periodistas entre notas y reportajes, hacían sus pencas. Varios colegas de medios internacionales con experiencia de coberturas en otras elecciones, y con el “olfato” que da la calle, auguraban la victoria de Orsi, aunque pocos arriesgaban los márgenes de diferencia.
Sobre las 18 horas de una jornada veraniega con amenaza de fuertes lluvias que se desataron sobre las 22 horas, un grupo de simpatizantes con banderas se empezó a arrimar al estrado montado sobre la rambla para esperar los resultados y escuchar el discurso de los ungidos con la presidencia y vicepresidencia.
A varias cuadras de este punto de la rambla, sobre Bulevar Artigas y Chaná, lo mismo ocurría en el búnker de Álvaro Delgado.
En ambos “cuarteles generales” dirigentes de todos los sectores se acercaban para estar cerca de los candidatos y esperar los resultados. Y aunque en términos de organización, cobertura de la prensa y “manijas” los dos bunkers compartían lo mismo, había y hubo finalmente dos diferencias fundamentales.
En el búnker de Delgado-Ripoll se hicieron presentes dirigentes de la Coalición: colorados, cabildantes, independientes, blancos de Gandini, pero varios de sus votantes en las urnas votaban a Orsi.
3, 2, 1
Con un recurso de show televisivo, apenas conocidos los resultados de proyecciones que no permitían un cambio del resultado, los presentadores iniciaron una cuenta regresiva para conocer al futuro presidente.
En ambos bunkers, dirigentes, militantes y ciudadanos coreaban el conteo, como pasó en muchos comités de base, locales partidarios, casas de familia, siendo para unos una explosión de algarabía y para otros un baldazo de agua fría.
En el búnker del Frente Amplio que nos tocó cubrir, pudimos ver experiencias que explican el humor político que se mantiene hasta hoy; trabajadoras de los servicios de mantenimiento y limpieza del hotel, de los servicios de catering estallaron en gritos, abrazos y llantos de emoción, como ocurría con mucha gente frente al estrado.
El “ganamos” en boca de muchos y muchas de ellas significa mucho más que el mero resultado electoral; para muchos de ellos se abre un tiempo donde aspiran a que se termine la presión cotidiana del miedo a hablar para no perder el trabajo, la imposición de tareas que avasallaron derechos laborales, el poder ser escuchados en sus opiniones sin el temor a la cancelación del entorno.
Si eso se vive así en muchos centros de trabajo en Montevideo o en barrios de hegemonía de Delgado (Municipio CH, por ejemplo), esta sensación de “volver a ser”, de “regresamos”, de “mal día para ser facho” se vivió intensamente en el Interior.
En Florida una multitud que se lanzó a festejar en la calle se convirtió en improvisada marcha que caminó como un augurio hacia el edificio de la Intendencia.
Un largo 24
Mientras la prensa centra su atención en el futuro gabinete, la gente sigue en estado de “éxtasis”; es que han sido cinco años donde para muchísima gente “la mejor década” ha implicado el cambio de trabajo y de vida, volver a las ollas, no encontrar medicamentos en los centros de salud, no poder sostener un nivel de vida al menos digno por pérdida salarial y haber visto cómo se deterioraba la institucionalidad del país entre casos de corrupción nunca terminados de aclarar.
Para la gente que prestó el voto (los no frenteamplistas), también se abre un camino de expectativas que se respalda en un discurso de Orsi sin estridencias hacia la oposición y por la actitud de varios frenteamplistas que, habiendo ganado el 27 de octubre, se vincularon sin sectarismos.
Solo las encuestas que tomaron en cuenta las manifestaciones de grupos y dirigentes de esos partidos que en los días previos al 24 de noviembre expresaron su adhesión a la fórmula Orsi-Cosse fueron las más cercanas a los resultados finales.
Si eso se vive así en muchos centros de trabajo en Montevideo o en barrios de hegemonía de Delgado (Municipio CH, por ejemplo), esta sensación de “volver a ser”, de “regresamos”, de “mal día para ser facho” se vivió intensamente en el Interior.