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Política flotilla | Palestina | Gaza

Causa universal

La flotilla de la humanidad

La causa universal de Palestina es una causa popular desoída por la mayoría de los gobiernos de Occidente, porque implica enfrentarse con el poder real del imperialismo.

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La lucha por la salvación del pueblo palestino es la causa más importante de la humanidad hoy, como hace ochenta años la fue el combate contra la Alemania nazi y la salvación del pueblo judío. Millones de personas lo comprenden, especialmente los jóvenes, y por eso vemos multitudinarias manifestaciones que recorren las ciudades del mundo clamando a viva voz contra el genocidio. La flotilla humanitaria, interceptada, atacada y secuestrada por Israel en cada uno de sus intentos de alcanzar la costa de Gaza es una pequeña pero hermosísima muestra del coraje que son capaces de ostentar los seres humanos.

La causa universal de Palestina es una causa popular desoída por la mayoría de los gobiernos de Occidente, porque implica enfrentarse, aunque sea retóricamente, con el poder real del imperialismo de los Estados Unidos, que se manifiesta en Medio Oriente por su principal aliado, el Estado de Israel. Israel es un enclave político, militar y económico sostenido por Estados Unidos y las potencias europeas. Sin ese soporte, hace rato que Israel estaría excluido de la comunidad internacional y se le habría obligado a cumplir con las resoluciones de la ONU.

Una flotilla y una causa

En la Flotilla Global Sumud, integrada por más de 40 barcos civiles, desarmados, viajaban cerca de 500 personas con alimentos, provisiones humanitarias, intentando llegar a las costas de Gaza, sometida a un bloqueo naval ilegal desde hace casi veinte años. Todos los niños y los adolescentes gazatíes nacieron bajo ese bloqueo total, en una cárcel a cielo abierto de la que nunca han podido salir y a la que nunca han podido ver llegar a nadie no autorizado por Israel. Han nacido, vivido, crecido y, los que no han muerto, han presenciado la muerte de sus familias, de sus amigos, de las familias de sus amigos en un espacio confinado de unos pocos cientos de kilómetros cuadrados, más chico que nuestra ciudad, arrasados cotidianamente por las armas más destructivas y mortíferas del mundo.

En la flotilla, un contingente de héroes, entre los que se encuentran tres personas de Uruguay: Ana, Romina y Rodrigo, han arriesgado no sólo su libertad, sino también su integridad física para situar esta causa en el lugar en el que debe estar, como prioridad absoluta del mundo, porque no puede admitirse un genocidio transmitido en tiempo real, de comisión flagrante, sin que el escándalo se apodere de las conciencias del mundo. Los gobiernos que callan excitan la vergüenza. Aunque invoquen sesudos argumentos, no callan porque el silencio forme parte de una sofisticada estrategia, no callan porque sea una acrobacia obligatoria en jugada magistral que permitiría terminar con esta atrocidad: callan por complicidad o por genuflexión; si callan es porque carecen de valor, y no debe mediante una jactancia malhabida presentarse la indignidad como sabiduría.

Hoy hay que agradecer a esa multitud de compañeras y compañeros que intentaron llegar a Gaza y han sido capturados por Israel. Que su ejemplo cunda, que cada vez sean más y más las flotillas civiles que asumen la responsabilidad que los Estados no para detener este genocidio. Gracias a esas enormes militantes, Ana y Romina, Rodrigo y al resto de los navegantes. Están dando una lección al mundo y están llevando un poco de esperanza a los niños de Gaza que saben que más allá del horizonte hay seres humanos intentando salvarlos. Llegará el día en que emerjan los mástiles en el horizonte, y ese será el día del triunfo de la humanidad.

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