Cuando Lacalle Pou era candidato a la presidencia, el diputado Waldir, de Bolsonaro, vino al Uruguay a una sesión del Parlasur y dijo: “Apoyar al candidato de la derecha de Uruguay, Luis Lacalle Pou”. Mis canas me advirtieron de la gravedad de sus dichos. Porque le debemos a los jóvenes el esfuerzo por evitar que naturalicen estas cosas. No hacerlo es es muy riesgoso. Injerencia en asuntos internos, solidaridad internacional de la derecha… Se anunciaban los años que tuvimos que sufrir.
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Bolsonaro candidato de Luis, y él de Bolsonaro. Trump fue su referente como Franco lo fue de su padre. Curioso. Hasta esta generación de Lacalle no había derecha en Uruguay, salvo las dictaduras. Pero no en forma de partidos políticos. Conservadores si, explicitados de derecha, no. Los que eran, lo ocultaban con el mismo descaro conque hoy lo proclaman.
Está solidaridad Montevideo–Brasilia-Washington trascendió los cambios de gobierno. Otra novedad. Antes el país se relacionaba con Estados, pero no con partidos. Son dos andariveles distintos. Aunque a Lacalle se le confunden.
Asumió Lula y fue con Mujica (y con Sanguinetti) en el avión. Raro. Porque nunca lo había hecho ni lo volvió a hacer. Cada vez que se encontró con el Presidente Fernández, fue en reuniones multilaterales (CELAC, MERCOSUR; OEA) y siempre que ocurrió, se peleó con él en público.
Su amor por Trump, no era por la condición de este, de Presidente del coloso del monto. Porque, pandemia mediante, cuando “Donald” pierde y cuestiona la legitimidad de las elecciones en EEUU, manda a su Canciller de triste final meses después, a saludar a su saliente gobierno. Con tapabocas, por suerte, se reúne con Pompeo, el Secretario de Estado, cuando este estaba retirando los papeles de su escritorio. Es más, el actual secretario de Estado, Antony Blinken, ya había sido designado, pero ni le pidió una entrevista.
A Lula lo ignoró de tal modo que cuando vino este a Uruguay, ya presidente, estuvo más tiempo en lo de Pepe que en la refaccionada mansión de Suarez, como dice el culpé de los Asaltantes (la murga, digo). En el breve encuentro lo único que se comprometió fue a no insistir en el Tratado de Libre Comercio (TLC) con China por fuera del Mercosur, hasta que no se firmara el TLC con la Unión Europea.
Tan poco caso le hizo, que mandó a Bustillo, antes de sus líos con la justicia, a China para retomar las negociaciones. Con tan mala suerte (o pésima educación, nunca sabremos) que el entonces Canciller llegó a Beijing el mismo día que Lula iniciaba su visita de Estado.
Se dice: “Le salió el tiro por la culata”. Porque China le dijo una vez un rotundo NO, esta vez por escrito. En castellano, en escritura occidental e ideográfica, que no hubiera margen de dudas.
En estos días el presidente viajó a China y recibirá igual respuesta. Brasil integra el BRICS y presidente su Banco de Desarrollo. Pero el camino del Lacalle con China no lo marca el interés del pueblo uruguayo, sino su inserción ideológica. Lo hemos visto integrando foros internacionales y ONG s de ultraderecha.
Una de ellas le dio el Premio a la la Primavera que fue a recibir a los mismísimos EEUU. “El presidente de la República, Luis Lacalle Pou, recibió la Insignia de Oro de la Americas Society - Council of the Americas (AS-COA), en la 41.ª edición de la Fiesta de la Primavera de la organización, celebrada este martes 13, en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos”. No es una burla. Es el texto oficial del comunicado de la presidencia en junio de este año.
El primero de julio el presidente lo dedicó a estudiar el tema de los partidos políticos en el mundo. Mandó dos telegramas al exterior, uno a Cuba reclamándole que no aboliera el régimen de un solo partido. A la media hora envió otro mensaje. Este al Partido Comunista Chino, felicitándolo por los cien años del Partido Comunista Chino, que no creo piense tiene competencia partidaria. Coherencia, que le dicen.
Ahora triunfó Milei en Argentina, que ha prometido romper relaciones diplomáticas con China y con Brasil. Lacalle no puede aplaudir una si hacerlo con la otra. Pero no le interesa Brasil hasta que no vuelva Bolsonaro y que los exportadores se arreglen. China le interesa solamente si se distancia de Brasil, lo que no creo que al coloso asiático le resulta atractivo.
Uruguay toca hoy tangencialmente dos triángulos importantes: el progresista: Brasil, Colombia y Chile. Otro de la derecha sistémica: Trump, Bolsonaro, Milei. Adivina adivinadora: ¿Cuál triángulo será el mejor?