Desde entonces se han celebrado tres Cumbres: en 2013 (Santiago de Chile), en 2015 (Bruselas), en 2023 (Bruselas) y en 2025 (Santa Marta, Colombia). Europa participa a través de sus copresidentes, los cuales presentan un mensaje a la Cumbre.
A pesar de que la CELAC nació como una alternativa a un espacio institucional menos subordinado a la política exterior estadounidense, como en la OEA, los intereses de la Casa Blanca están asegurados por algunos de los gobiernos latinoamericanos aliados.
La Cumbre y Petro
El desarrollo de la Cumbre en Santa Marta, Colombia condicionaba las expectativas de las definiciones que se tomarían en el territorio anfitrión, cuyo presidente (presidente de Colombia y pro tempore de la CELAC), Gustavo Petro, se encontraba fuertemente enfrentado al Gobierno de Donald Trump y sus amenazas contra la paz en el Caribe, los ataques militares a supuestas “narcolanchas” en aguas del mar Caribe y del océano Pacífico, su política ambigua con respecto a Venezuela y las contradicciones internas dentro de Colombia que lo llevan a convocar a una constituyente.
La Cumbre adoptó una declaración política y dos declaraciones temáticas: una sobre cuestiones de seguridad ciudadana, y otra sobre el Pacto birregional para los cuidados.
La Cumbre abordó la promoción de las energías renovables y la descarbonización, la interconexión eléctrica regional con la cooperación de la Unión Europea, la digitalización inclusiva para cerrar las brechas tecnológicas e impulsar la transformación productiva, la financiación climática y la protección de ecosistemas estratégicos, la cooperación en la adaptación climática y la reducción del riesgo de desastres, la reducción de la dependencia de las importaciones farmacéuticas, las iniciativas para la transferencia de tecnología en salud, la promoción de modelos agroecológicos y cadenas de valor sostenibles, la cooperación birregional en biotecnología y gestión del agua, el fortalecimiento del multilateralismo, la promoción del comercio justo y sostenible, la movilidad humana y la gestión de los flujos migratorios.
La declaración en disputa
Como en toda cumbre o encuentro, la actividad culmina con una declaración que sintetiza la visión sobre diversos asuntos de los participantes del encuentro. Y allí es donde los alineamientos geopolíticos se tensan. La IV Cumbre emitió una declaración conjunta con 52 puntos y suscrita por 32 de los 33 países de la CELAC.
Al final del documento, siete países —Argentina, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Panamá, Paraguay y Trinidad y Tobago—, alineados con la política imperial, se desasociaron de párrafos claves de la declaración conjunta, presentando objeciones formales, como la condena al conflicto en Gaza, el bloqueo a Cuba y la declaración de Latinoamérica y el Caribe como Zona de Paz. Esta maniobra diplomática coincide con los países que han sido subordinados a la agenda de política exterior de Estados Unidos, debilitando la posición unitaria de Latinoamérica y el Caribe frente a las potencias extranjeras.
El párrafo 10 de la declaración retoma el espíritu de la CELAC, que desde 2014 reconoce a la región como una “Zona de Paz”, se compromete a la solución de controversias mediante el diálogo y se destaca el “apoyo al proceso de paz en Colombia”. Sin embargo, este principio fundacional fue rechazado por Argentina, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Panamá, Paraguay y Trinidad y Tobago. La negativa a suscribir este punto omite un contexto de creciente militarización del Caribe por parte de Estados Unidos, una situación que fue denunciada durante la cumbre por el canciller venezolano, Yván Gil.
Al desvincularse de este párrafo, estos gobiernos legitiman tácitamente la presencia de fuerzas extranjeras en la región, contradiciendo la proclamación de 2014 que declaró a América Latina y el Caribe como un territorio de paz, libre de conflictos armados y de intervenciones externas.
La subordinación a la política exterior de Donald Trump se expresa en lo referido al genocidio en Gaza, no siendo suscripta por Argentina, Ecuador, Panamá y Paraguay, que se desasociaron de la declaración de condena.
Estos países optaron por una posición que minimiza la gravedad de las acciones israelíes, ampliamente documentadas como crímenes de guerra y etiquetadas por numerosos organismos internacionales y expertos como un genocidio en curso, y los distancia del consenso mayoritario global que exige un alto al fuego inmediato y el respeto al derecho internacional humanitario.
El párrafo 15, que aborda la situación en Palestina, condena de manera “inequívoca” aunque diplomáticamente “la escalada de violencia en la Cisjordania ocupada” y “la operación militar de Israel”, eufemismo con el cual la declaración nombra a la invasión y genocidio en la Franja de Gaza que dejó más de 65 mil palestinos asesinados, en su mayoría mujeres y niños, millones de desplazados y condiciones de hambruna total y destrucción total de la infraestructura. La declaración también insta a un acceso humanitario “inmediato y sin trabas” en Gaza y reafirma el compromiso con una paz basada en la “solución de dos Estados”.
La solidaridad con Cuba frente al embargo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos ha sido una bandera histórica de la CELAC. El párrafo 18 de la declaración reitera la necesidad de poner fin a este “bloqueo” y condena sus leyes con efectos extraterritoriales, así como la designación de la isla como “Estado patrocinador del terrorismo”. Pero en este punto, Argentina (país con una trayectoria histórica de rechazo al bloqueo hasta la llegada a la presidencia de Javier Milei), Costa Rica, Ecuador, El Salvador y Paraguay se desvincularon de esta postura. Su negativa a condenar una política que por más de seis décadas ha causado penurias al pueblo cubano y que es rechazada de forma abrumadora año tras año en la Asamblea General de la ONU da la espalda a la defensa de la autodeterminación de los pueblos y el rechazo a las sanciones unilaterales coercitivas.
La otra Cumbre
Durante el 8 y 9 de noviembre sesionó la III Cumbre Social de los Pueblos de América Latina y el Caribe en Colombia, que fue el espacio de articulación plural de organizaciones y movimientos sociales de la región contribuyendo a la consolidación de la agenda de integración regional para América Latina y el Caribe y para alcanzar mayores niveles de participación e incidencia política en la CELAC como mecanismo institucional de los Estados, desde una perspectiva popular, democrática, soberana, incluyente, antipatriarcal y ambiental, con proyección nacional regional e internacional. La declaración plantea posturas claras con respecto a temas que en la cumbre de la CELAC-UE fueron ambiguas cuando intentaron posicionarse.
“Nos enfrentamos a una situación internacional caracterizada por la continuidad y profundización de la crisis multidimensional y civilizatoria del capitalismo a escala global, con el declive de la hegemonía del imperialismo de EEUU como rasgo característico, cuyo correlato en el sistema internacional es el fortalecimiento y consolidación de una estructura multipolar y pluricéntrica, en la que el poder político, económico, militar y tecnológico se encuentra distribuido cada vez más de manera global, siendo el multilateralismo la única alternativa para construir modelos de cooperación y complementariedad internacional que le abran paso a una comunidad de destino compartido para la humanidad”, expresa una parte de la declaración, suscrita por delegaciones de los países cuyos gobiernos son aliados de Estados Unidos.
Entre las varias demandas que integra la declaración, la cumbre convoca a una “articulación y trabajo mancomunado entre los gobiernos y los pueblos de América Latina y el Caribe donde está la primera línea de defensa de nuestra soberanía continental y de los derechos de los más de 660 millones de habitantes que hay en nuestra región. Esta III Cumbre Social de los Pueblos es un aporte concreto a la enorme tarea que se nos presenta en este momento histórico de defender nuestro continente como una zona de paz frente a las amenazas imperialistas y la consolidación del proyecto de integración regional, que parte del robustecimiento de la arquitectura institucional regional en materia de relaciones internacionales, configurada a partir de la CELAC.
¡Por una integración económica, social y cultural, con plena democracia, soberanía y paz!”.