Desidia e improvisación son las primeras conclusiones a la que arriban los expertos y la población en general en esta crisis de pérdida de calidad del suministro de agua potable. Quizás no todo sea responsabilidad de Raúl Montero, el presidente de OSE; Desidia por las obras y mantenimientos no realizados e improvisación por no haber tomado en cuenta las advertencias que desde hace tiempo se vienen realizando.
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Del cántaro fresco a las aguas entubadas que salan los corazones
Los habitantes de las zonas rurales aún disfrutan, a pesar de la intensa sequía, de aguas como las traídas en “cántaros frescos”, al decir de la enorme poeta Juana de Ibarbourou.
“Han traído para el almuerzo un ventrudo recipiente de barro lleno de agua recién sacada del pozo”, escribió la poetisa, pero para la inmensa mayoría de los ciudadanos esos tiempos quedaron atrás.
Desde hace años OSE permitió a buena parte de la población uruguaya acceder al agua potabilizada y por tubería, permitiendo otras comodidades más acordes con la vida urbana y asegurando calidad del tan vital elemento, pero, al igual que el cántaro, eso también parece cosa del pasado.
Nadie es profeta en su tierra
Aunque tal vez no hay tiempos para lamentos tomando en cuenta a los miles de compatriotas que tienen por todo acceso al agua una canilla comunitaria o la de su domicilio y no disponen de dinero para aprovisionarse de agua embotellada, lo cierto es que esta situación viene siendo advertida desde hace más de una década.
Todas las dificultades acaecidas en el mundo parecen llegar con bastante retraso a la capital más austral (Montevideo) y ese elemento debería ser suficiente para tomar recaudos, pero se sigue improvisando.
Para colmo, cada administración de gobierno que llega (estoy convencido de que forma parte de la idiosincrasia uruguaya) se siente en la necesidad de imponer sus “genialidades”, desarmando o ninguneando los trabajos ya realizados por administraciones anteriores, conducta que exhiben los dirigentes de cualquier signo político.
En medio de la actual crisis, el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, se permitió recordar que “en su momento, por la década de 1990, el fallecido Fernández Huidobro, en el año 1995 o 1996, hablaba de una crisis mundial que podía venirse, que tenía que ver con la escasez de agua y que en Uruguay estábamos en la cuerda floja. Parecía un disparate. Lo mismo cuando el padre de Remo Monzeglio, o Ramón Legnani en Santa Lucía, esos viejos que ya no están, hace 40 años planteaban la necesidad de que tuviéramos cuidado con el río y que le tuviéramos más cariño. Eran unos extraterrestres, para nosotros que estábamos en la política, estaban como fuera de foco. Cuando el Ñato Fernández Huidobro me entrega un primer informe sobre el estado del río Santa Lucía, sería 2010 o 2011, ese informe lo había hecho un grupo de coroneles del Ejército, que estaban preocupados. Y parecía un poco exagerado, hasta que por allá, en el año 2011 o 2013, cuando aparecieron las famosas medidas que había que tomar para el río Santa Lucía, ahí empezamos como sociedad, no estoy hablando de los expertos ni los técnicos, como sociedad, a decir ‘capaz que vamos a tener más problemas que antes’”.
Con su vehemente forma de expresarse, a veces dando la sensación de magnificar los problemas, como ministro de Defensa, Fernández Huidobro había expresado, preocupado por lo que implica la aparición de algas en el cauce del río Santa Lucía en la usina de Aguas Corrientes, que “puede ser la peor catástrofe imaginable que pueda ocurrir en Uruguay; La historia me dio la razón, lamentablemente. La importancia enorme que tiene Aguas Corrientes, llega a pasar algo ahí y es la catástrofe más grande imaginable que pueda ocurrir”.
Otras voces desde el ámbito académico y de militantes ambientalistas se habían sumado a las advertencias en plena “fiesta de la forestación”, pero nadie es profeta en su tierra.
Campana de palo
Ya en aquellos años Fernández Huidobro advertía que “se necesita un “plan B”, otro lugar de donde sacar agua potable. Imagínese Montevideo sin agua, los inodoros, la red cloacal”.
Pero en su momento, el vicepresidente de OSE, Daoiz Uriarte respondió que los dichos de Fernández Huidobro "no tienen ningún sustento científico". "El ministro está acostumbrado a tirar bombas alarmistas. Tiene su derecho a pensar lo que quiera, pero lo que dice sobre el agua potable no tiene ningún valor científico".
A Huidobro no fue al único que le pasó recibir el ninguneo desde sus propias filas; motivado por razones que para el profesor de la Udelar Daniel Panario son las que condicionan hasta hoy la crisis que atravesamos, cuando los niveles de contaminación del Santa Lucía pasaba de las luces amarillas a las casi rojas, el entonces intendente de Canelones Marcos Carámbula había solicitado que se contuviera la expansión del cultivo de soja, el entonces ministro de Ganadería Tabaré Aguerre se negó rotundamente.
Para Panario, consultado por Caras y Caretas, calificada voz en temas ambientales, la jerarquización de los negocios siempre se impuso a los temas ambientales. Así detalla: “Se permitieron las plantaciones de UPM en la cuenca alta del río, apenas se impusieron sanciones y alguna advertencia a las empresas del agronegocio que arrojan los efluentes a los cursos de agua y, lo mas insólito, se apuesta para las obras necesarias a las empresas privadas o proyectos como Neptuno”.
Con el agua (salada) al cuello, a Panario lo sorprende el nivel de improvisación de las actuales autoridades de OSE, consciente de que “le han quitado recursos más que necesarios para obras y necesidad de contratar más personal para, por ejemplo, evitar la enorme cantidad de fugas de agua potable, pero se le quitó presupuesto priorizando las cuentas públicas y los malla oro”.
Crisis ambiental, crisis política
El otro experto consultado por Caras y Caretas es Eduardo Gudynas. En análisis que compartió con varios medios de prensa, Gudynas sostiene que “si hay una crisis ambiental, en tanto sea concebida como crisis, siempre es política. Es que están envueltas sensibilidades, interpretaciones de las personas y la gestión y manejo del Estado y la sociedad.
Mucha prensa se queja de que se politizó el tema; lo grave aquí sería la inversa de esa afirmación. Lo grave es que no se politizara antes y que tuviera que ocurrir este hecho de salinidad para enfrentarse al problema del manejo del agua.”
Si bien los grandes medios de comunicación manejan el tema del agua como un problema de Montevideo y muestran imágenes de doñas comprando diez bidones de agua y del problema de desabastecimiento en los supermercados, poco se sabe de cómo resuelve la gente en los asentamientos un problema que, al decir de Gudynas, va más allá del gusto y de Montevideo.
(Eduardo Gudynas)
“Esto no es solamente un problema del gusto del agua, o un problema del agua en Montevideo. Es una crisis del agua en todo Uruguay (en sentido más estricto es un colapso en la gestión y manejo de recursos hídricos). Esta crisis tiene múltiples síntomas, y estos se hacen más agudos en sequía, y ahora en Montevideo con el agua potable. Pero todas las cuencas del país están contaminadas, intervenidas por particulares, etc. El encadenamiento de responsabilidades político partidarias se aplica a toda la crisis del agua en todos sus aspectos”.
Para Gudynas, la mayor responsabilidad de las actuales autoridades de OSE y del gobierno es que “es incorrecta la postura de jerarcas del gobierno (OSE, MSP) que aluden no ser responsables, y que lo que ocurre sería un evento de la naturaleza ajenos a la gestión ministerial. Las respuestas aparecen como tardías, enfocadas en la calidad del agua potable, confusas. Es inadecuada la justificación de OSE de que se había advertido sobre esto meses atrás y que su presidente anticipaba que lo criticarían. Ejemplo de contraposición: el arquitecto dice que la casa que construye se caerá, y la casa se derrumbó”.
Gudynas realiza algunas advertencias a la hora de enfrentar la crisis y dice: “El proyecto Neptuno, de tomar aguas del Río de la Plata en Arazatí, queda en evidencia que es insostenible e inadecuado. El emprendimiento proveería de agua que también seria salobre en varias semanas, con cianobacterias, etc. Lo que ahora ocurre con el agua potable confirma todas las advertencias que se han realizado desde la academia y la ciudadanía ambientalista desde hace un año. Proveería agua a una red donde aproximadamente la mitad se pierde. El proyecto Neptuno debe ser cancelado. Es impactante el silencio del gobierno en este tema y es necesario un cambio de personas que pongan otra cabeza; el ministro de Ambiente y el presidente de OSE deben renunciar”.
Haciendo olas
El presidente de la Federación de Funcionarios de OSE (Ffose), Federico Kreimerman, manifestó que es “una política totalmente improvisada de parte de las autoridades y una muy errática y equivocada política comunicacional sobre algo tan importante y delicado como el agua potable”. Kreimerman aseguró que los comunicados oficiales acerca de la potabilidad del agua “son de carácter ambiguo, la han definido como ‘agua segura’, pero no es una definición técnica”.
Las gestiones realizadas por el sindicato implicaron reclamos a las autoridades de OSE y del Ministerio de Salud Pública [MSP] para que digan con claridad si el agua que está saliendo en el área metropolitana es potable o no.
Acerca de la compra y consumo de agua embotellada, el dirigente sindical dijo que “se recomienda tomar agua embotellada; esto es un disparate. Si no me es posible comprar agua embotellada, qué hago con la salud de mi familia y la mía?”. La tarifa que se cobra por el servicio de OSE debe “reflejar la situación” y no se puede cobrar lo mismo por un producto de peor calidad. “Todo esto enmarcado en el artículo 47 de la Constitución, que dice que el Estado tiene que garantizar el agua potable”, señaló.
“En Uruguay hay 500.000 trabajadores que ganan menos de 25.000 pesos. Una enorme parte de la población no puede pasarse de manera simple al agua embotellada, por lo tanto, tiene que haber una política de Estado que atienda esa situación”.
Denunció que “OSE pierde más del 40% del agua que produce y bombea, en buena parte por falta de inversión y por las propias roturas en los sistemas, y no hay personal suficiente”, manifestó. “En plena crisis hídrica, está vigente en el presupuesto de OSE la reducción del 67% del personal. Exhortamos a que esto se modifique ya”.
Para el integrante del directorio de OSE representando a la oposición, el frenteamplista Edgardo Ortuño, “el gobierno ha transmitido mensajes poco claros y ha tenido respuestas y medidas contradictorias, y poco claras”.
Preguntó por qué “la población hipertensa debería controlarse, comprar agua embotellada, cuidarse más e ir más al médico si el aumento de sodio y cloruro que aprobó el viernes la mayoría del directorio ‘no hace nada a la salud’ y sostuvo que ‘el agua que está saliendo, en términos generales, no afecta la salud de la población. Sí a hipertensos’”.