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Se busca ketalar: indagaciones sobre los «vuelos de la muerte» en Argentina

En Argentina y como parte de una causa abierta sobre violaciones a derechos humanos durante la dictadura, jueces, testigos y familiares observaron las aeronaves militares desde las que se arrojaban prisioneros. La visita a Campo de Mayo para la inspección de los aviones usados en los “vuelos de la muerte”, incluirán “excavaciones en busca de ampollas de Ketalar, la droga que utilizaba el Ejército para adormecer a los secuestrados antes de tirarlos al río o al mar”

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En Argentina y como parte de una causa abierta sobre violaciones a derechos humanos durante la dictadura, jueces, testigos y familiares observaron las aeronaves militares desde las que se arrojaban prisioneros.

La visita a Campo de Mayo para la inspección de los aviones usados en los “vuelos de la muerte”, incluirán “excavaciones en busca de ampollas de Ketalar, la droga que utilizaba el Ejército para adormecer a los secuestrados antes de tirarlos al río o al mar”, consigna Página 12.

Cinco militares retirados son juzgados por el Tribunal Oral Federal 2 de San Martín, por los “vuelos de la muerte en Campo de Mayo”.

De acuerdo a la información del medio argentino, en el día de ayer el tribunal ordenó “al Ministerio de Defensa preservar un enorme triángulo que forman dos de las pistas de esa guarnición militar para realizar excavaciones en busca de ampollas de Ketalar”.

El lugar en cuestión había sido identificado por “uno de los conscriptos que en 1976 debió levantar cientos de ampollas que tiraban los médicos militares”.

La identificación se produjo el lunes pasado, “durante una inspección ocular en la que jueces, fiscales, querellantes, testigos, periodistas y familiares de víctimas pudieron ver tres aviones Fiat G-222 y un Twin Otter de los que se usaron durante el terrorismo de Estado, abandonados en ese predio”.

Según informa Página 12, “el tribunal juzga a parte de la cadena de mandos del Batallón de Aviación 601, responsable de desaparecer a miles de víctimas que pasaron por el mayor centro de exterminio del país, y al múltiple condenado Santiago Riveros. Delsis Malacalza, segundo jefe de ese batallón y piloto de uno de los Fiat”, quien “fue el único imputado que participó de la inspección”.

Durante el recorrido y las actuaciones realizadas, el fiscal Marcelo García Berro, se destaca, debió llamar a silencio al militar “cuando pretendió erigirse en interrogador de un testigo”.

El resto de los implicados en la causa serían Luis del Valle Arce, ex comandante del BA601, Horacio Alberto Condito, ex jefe de Personal, y Eduardo Lance, oficial de operaciones y piloto, el medio de prensa aclara que “por incapacidad mental morirá impune el coronel retirado Alberto Luis Devoto”, que ha sido apartado del proceso.

Debido a la norma legal según la cual “no hay crimen sin cuerpo”, la jueza federal Alicia Vence, “no los juzga por miles de crímenes, sino, por sólo cuatro víctimas cuyos cuerpos aparecieron en la costa atlántica y fueron exhumados e identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF)”.

Estos casos son los de “Juan Carlos Rosace y Adrián Enrique Accrescimbeni, militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES); de Roberto Ramón Arancibia, histórico militante del PRT-ERP, y de Rosa Eugenia Corbalán, de la misma organización, que tenía dos meses de embarazo cuando la secuestraron”.

En representación de los acusados, agrega el medio argentino, fueron “dos militares que ofician de defensores: Eduardo San Emeterio, que se tapó la cara para no ser registrado por la prensa y Carlos Eduardo Carrizo Salvadores, quien fue condenado a prisión perpetua por su participación en la Masacre de Capilla del Rosario, en 1974, pero recuperó su impunidad cuando Casación revirtió la sentencia por considerar que esos crímenes habían prescripto”.

Raúl Escobar Fernández, uno de los casi 400 ex conscriptos que declararon durante el proceso de instrucción, ha sido identificado como “quien aportó valiosas precisiones sobre los lugares específicos desde los que les tocó ser testigos del horror”.

“Durante el largo recorrido identificó el triángulo formado por las pistas en el que él y sus compañeros debieron levantar gran cantidad de ampollas de Ketalar, el equivalente al “Pentonaval” que aplicaba el Ejército para adormecer a las víctimas antes de tirarlas al mar. Era el método usado y aprobado por la jerarquía católica para deshacerse de los enemigos según relató hace un cuarto de siglo el excapitán Adolfo Scilingo”, concluye relatando el medio de prensa.

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