Según señaló, el plan quinquenal de vivienda aprobado en ese período también resultó insuficiente. “Era bastante limitado, por llamarlo de alguna manera”, explicó. Además de restringido, el plan “planchaba el presupuesto sin prever aumentos año a año”, lo que, en la práctica, congeló los recursos disponibles.
Las consecuencias fueron inmediatas. El movimiento cooperativo comenzó a enfrentar demoras crecientes en los procesos de escrituración y en el otorgamiento de préstamos para las obras. “Se generó un tapón de más de 100 cooperativas que están permanentemente esperando escriturar”, indicó. Esa cifra, agregó, equivale a entre 3.800 y 4.500 viviendas que quedaron detenidas, a la espera de financiación o habilitación administrativa.
Desestímulo en todo el sistema
Requel detalló que los plazos de espera se duplicaron o triplicaron. “Aquella cooperativa que esperaba un año o año y medio para escriturar, pasó a esperar tres años y medio”, afirmó. Esa demora, sostuvo, provocó un desestímulo muy fuerte en todo el sistema, porque los préstamos y los procesos de construcción deben pasar por distintas etapas que se enlentecen todavía más cuando no hay disponibilidad presupuestal.
El dirigente explicó que desde la asunción de la nueva administración han intentado establecer un diálogo para encontrar soluciones. Sin embargo, señaló que el problema no se limita a la gestión o a los procedimientos administrativos. “Entendemos que es un tema de gestión, sí, pero también es una cuestión de dinero”, dijo, al advertir que sin una inyección fuerte de recursos es imposible ponerse al día con la demanda de las cooperativas.
Requel reconoció que el plan quinquenal de vivienda actual tiene aspectos positivos, pero insistió en que los fondos asignados no alcanzan para revertir el daño causado por los recortes. “Nos parece que es un buen plan, pero los rubros no lo acompañan”, resumió.
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