La Asociación de Funcionarios de UTU (AFUTU) se encuentra en alerta ante los hechos de violencia en los centros educativos. “Venimos expresando nuestra preocupación desde hace tiempo, porque no son hechos aislados y cada vez son más frecuentes y en más lugares de todo el país”, dijo a Caras y Caretas Mariana Píriz, secretaria general de AFUTU.
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Por ejemplo, en este último mes, “solamente por tomar un ejemplo, tuvimos dos paros nacionales porque fueron agredidos docentes, a raíz de situaciones de violencia en el interior del centro educativo”. Sostuvo que en el caso de UTU “todo surge a partir de la convivencia en el interior de los centros educativos” y también “con violencia en los entornos educativos, con peleas entre estudiantes o con estudiantes y otra gente, otros jóvenes, personas que no pertenecen al centro educativo”.
“Hemos tenido algunas situaciones que tienen que ver con la inseguridad que se está viviendo en términos generales, donde han ingresado personas armadas al centro educativo. Hemos tenido situaciones bastante complejas, como fue la del año pasado en La Cruz de Carrasco, donde se amenazó al docente y a los estudiantes que estaban en el aula en ese momento”, agregó.
“Y otra cosa que hemos visto últimamente, más frecuentemente, es cuando los conflictos a partir de la convivencia entre las diferentes personas que habitan cotidianamente en un centro educativo se sobrepasan y terminan generando violencia o actos de violencia entre estudiantes y entre estudiantes y los docentes”, precisó.
Para Píriz “el tema es cómo se resuelven esos conflictos y cómo se abordan”. A veces “no se logra resolver de la mejor forma, de una forma pacífica, y entonces se empieza a generar esta sobrecarga de los estudiantes, de los docentes y que terminan con agresiones físicas, con situaciones más complejas”.
Violencia y carencias
Para los docentes “existe una falta de equipos multidisciplinarios y de otras figuras que acompañan los procesos educativos dentro de los centros de estudio, que no están en la medida que son necesarios, como son los psicólogos, asistentes sociales, maestras especializadas”.
Entiende que “estos conflictos se dan en una realidad de recorte general, donde hay una limitación de los lugares, del lugar físico, donde tenemos grupos superpoblados. Entonces es mucho más complejo”.
Todo eso hace que el clima escolar “se degrade claramente, donde además hay una sobrecarga de los trabajadores, porque al no estar figuras de acompañamiento en la cantidad necesaria, hay una sobrecarga de los que están presentes”.
La UTU recibe estudiantes “con serias carencias socioeconómicas y culturales, y esto también influye en los procesos de convivencia y de interacción con otros y otras. Estos jóvenes viven en algunos barrios donde el único lugar para interactuar con otras personas es el centro educativo. No hay una cancha de fútbol, un club de barrio, no tienen una circulación cultural por la ciudad que les permita ampliar sus espacios y generar otros”. Todo eso “nos preocupa seriamente porque no encontramos respuestas por parte de la Dirección General”.
La UTU cuenta con 110.000 estudiantes pero con solo 43 psicólogos y tres maestras especializadas “para atender a toda esta población, lo que demuestra claramente que hay por lo menos un ratio de 2.000 estudiantes por psicólogo”.
“Desde hace tiempo estamos exigiendo la presencia, la ampliación y la profundización de la presencia de los equipos multidisciplinarios; estamos diciendo que no queremos poner un psicólogo por cada estudiante, porque la atención, entendemos, tiene que ser más en términos de comunidad, de convivencia y de referencia en el centro educativo y en los barrios. Pero claramente es imposible sostener ese trabajo cuando hay tan pocos profesionales”.
Sindicato en alerta
Es por todo esto que el sindicato se declaró en alerta. “Estamos en alerta porque esto va a seguir sucediendo, porque no encontramos una respuesta desde la Dirección General de UTU que aborde la problemática de fondo y lo único que hemos recibido como propuesta para atender estas realidades es la colocación de molinetes o identificación facial en tres escuelas de Montevideo”, indicó.
“Esto claramente lo que hace es profundizar entre el adentro y el afuera, sin tener en cuenta de que hay otra gente que circula por los centros educativos que no necesariamente son los estudiantes, que tienen que ver con la familia, con otras organizaciones que están presentes”.
“Estamos en alerta porque esto va a seguir sucediendo y porque además quedamos expuestos los trabajadores frente a estas situaciones en las cuales está en riesgo nuestra integridad física”, concluyó.