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Cultura y espectáculos

MINISERIE MARE OF EASTTOWN

Todos hablan de Kate

La actriz Kate Winslet volvió a la vidriera mediática con su elogiada actuación en la miniserie Mare of Easttown, que estrenó la cadena HBO. Winslet compone un personaje roto, imperfecto e intenso que funciona como pieza clave en una historia policial que expone los conflictos sociales y afectivos que atraviesan la vida cotidiana de una pequeña ciudad de Pensilvania.

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Textos: JR

 

Ya habituados a convivir en el ecosistema del espectáculo, nadie cuestiona la regla que doblega y somete lo ordinario -lo que estaría más allá del espectáculo- a la condición de excepción. Todo se mide y evalúa desde el sofá: con el control remoto se selecciona lo extraordinario, las historias y los seres -desde los más miserables a los sublimes- que deslumbrarán la burda cotidianeidad. Entonces sí, Nicole Kidman bajará del panteón de la fama para dejarnos boquiabiertos ante su piel lisa, brillante, blanca. Ella aceptará el pacto: por una hora o dos será el objeto del deseo, el estímulo que encenderá la libido, el cuerpo que se instalará en las fantasías. Pero ese pacto funciona porque ni varones ni mujeres podrán alcanzarla. Tocarla rompería el estado fantástico; la pantalla asegura la distancia que convierte al cuerpo en algo inalcanzable. Si esto no ocurriera, lo espectacular perdería todo sentido, la concreción del deseo no se postergaría y el hecho narrativo perdería su misterio y su efecto estético.

Este pacto también asegura que, de este lado de la pantalla, en el sofá o en la cama, va a quedar el cuerpo mortal e imperfecto del espectador junto al control remoto, acumulando hipotéticas interacciones con la lejana Nicole. Son las reglas y cada uno lidia como puede con ellas. Hay quienes logran una saludable perspectiva crítica y pueden entrar y salir de la máquina espectacular sin mayores problemas. Otros quedan “engranados” y no encuentran la forma de detener su funcionamiento y asumir que en algún momento hay que levantarse para lavar la ropa y cocinar, o mirarse en el espejo y bancarse con dignidad las imperfecciones de los cuerpos ordinarios.

En ese estado de cosas, la industria hegemónica del espectáculo ha fijado papeles y reglas estrictas. El “cuerpo perfecto” será la estrella que encabezará el cartel. El “cuerpo imperfecto” (gordo, feo, pelado, con lentes, con arrugas…) ocupará otro lugar, quizás bastante más abajo; la excepción sería si este cuerpo asume el papel de villano. Está claro: este es un esquema reduccionista y maniqueísta. La historia de las ficciones para cine y televisión tiene una larga lista de ejemplares que llevan esta polaridad a una rica gama de grises. No obstante, y pese a la extensa lista de notables obras que se despegan de la mediocridad dominante, la máquina del espectáculo tiene muy aceitada la función que dispara histerias absurdas pero legitimadas. Veamos un caso que recientemente ocupó titulares de prensa y se convirtió en un interesante ejemplar de la copiosa producción de ficciones seriadas para televisión, esa porción del negocio que sigue rindiendo pese al azote de la pandemia. Se trata de la reaparición de la multipremiada Kate Winslet como protagonista de la miniserie Mare of Easttown, una producción que fue estrenada el 18 de abril de este año por la cadena HBO, y que puede verse también en la plataforma de streaming HBO Go.

 

El elogio a los rotos

Esta miniserie, que consta de solo siete capítulos, marcó el regreso de Winslet a la otrora llamada pantalla chica, y fue -o es- para HBO una apuesta a las narrativas que, desde historias y personajes fuertes, componen un retrato social intenso de los comportamientos y estructuras de ciertos sectores sociales, tal como lo hizo hace unos años con las exitosas Big Little Lies o The Undoing. En estos títulos, como en Mare of Easttown, el drama está atravesado por la intriga policial, lo que activa un surtido de traumas y conflictos que terminan componiendo una pintura del funcionamiento simbólico de un grupo humano encapsulado en un pequeño entorno urbano. Dicho de otro modo, un ejemplo del infalible “pueblo chico, infierno grande”.

El creador de Mare of Easttown, Brad Ingelsby (The Way Back), situó este relato policial en una pequeña ciudad de su estado natal, Pensilvania, y, con bastante eficacia, expuso el “lado oscuro” de una comunidad y los conflictos de una familia que se redefine con la presión dramática de las tragedias de su pasado. La Winslet interpreta aquí a una detective, Mare Sheehan, que encara la investigación de un enigmático asesinato mientras tiene que lidiar con una vida personal y familiar en pleno derrumbe. Este personaje no tiene ribetes épicos ni una personalidad compuesta desde los esquemas habituales. No es una agente impecable, de inteligencia por encima del promedio, que transforma sus conflictos interiores en el motor para el trillado “hacer justicia como sea”.

Winslet pone a jugar su talento interpretativo y deja ver todas las roturas, las internas y las externas, de Sheehan. Y para eso sacó partido de su edad, de sus cuarenta y pico muy bien llevados, pero con arrugas y otros lastres. Nada de maquillajes excesivos, poco y nada de retoque digital para las cámaras y para los posters y otros artilugios de promoción. Y Sheehan, la detective conflictuada, ya madura, que intenta convivir con sus líos personales y laborales, es Winslet.

Esta opción, que generó discusiones en el equipo de dirección y producción, también encendió los titulares. En una entrevista que publicó The New York Times, ella confesó que tuvo que enfrentarse con el director de la miniserie, Craig Zobel, para que en la edición final no se eliminaran unas tomas que exponían una parte de su barriga -la panza cuarentona, digamos- durante una escena de sexo con el actor Guy Pearce, que encarna al personaje de Richard Ryan. “He interpretado a Mare como la mujer de mediana edad que soy (cumpliré 46 en octubre), supongo que es por eso que la gente se ha conectado con este personaje de la forma en que lo ha hecho, porque claramente no hay filtros […] Mare es una mujer imperfecta y en pleno funcionamiento, con un cuerpo y un rostro que se mueven de una manera que es sinónimo de su edad, su vida y de dónde viene. Creo que estamos un poco hambrientos de eso”, dijo en la citada entrevista.

¿Por qué tiene que explicar estos detalles? ¿Por qué se genera esa discusión sobre la exposición del cuerpo tal como es?

Tanto en el arte como en la academia y en la industria, lo roto, lo descarnado, está mal visto. Y si lo roto no tiene una épica sobrehumana, ni es abyecto, tampoco. En este sistema dominado por los clisés del más photoshopeado advertising, los cuerpos ordinarios no funcionan. Estos cuerpos con arrugas, panza, renguera, torpezas, zonas oscuras y conflictivas, no son ejemplares ni sirven para disciplinar los gustos de la masa ahora encerrada y hambrienta de entretenimiento.

La opción interpretativa de Winslet, sin embargo, no deviene proeza contra el sistema. Sí, es valida, merece el elogio. Su actuación es la pieza clave para sacar a la luz el complejo funcionamiento simbólico de una comunidad pequeña, encerrada, donde se tensa la dialéctica entre las tragedias no resueltas del pasado y las apariencias forzadas configuran la convivencia en el presente. Y funciona también con algunas marcas estilísticas del género negro, el policial, que suele ser un eficaz bisturí para cortar el tejido social y sacar a relucir conflictos.

El enfrentamiento con las reglas dominantes, no obstante, no avanza mucho. El efecto disruptivo rápidamente se disciplina y se convierte en efecto publicitario, y el sistema vuelve a poner el foco en la estrella y no en lo que importa: la historia. Lo roto y conflictivo se despeja, lamentablemente, y pierde acaso su valor como motor expresivo, generador de estéticas alternativas. Pese a esto, Mare of Easttown es una realización que merece mucha atención, aunque para ello haya que hacer el esfuerzo de matizar la historia de Winslet en el star system, los chisporroteos mediáticos. La clave está hurgar en esa oscuridad que anuda las historias pequeñas y ordinarias, donde los cuerpos no pueden ocultar las supuestas imperfecciones, sus roturas tan poco espectaculares, no esquivan balas con agilidad, e incluso sobreviven a un final con algunos ribetes moralizantes.

El elenco

Además de la sólida actuación de Kate Winslet, el elenco de Mare of Easttown incluye a Julianne Nicholson como Lori Ross, la mejor amiga de Mare desde la infancia; a la tres veces ganadora del Emmy Jean Smart como Helen, la madre de Mare; Angourie Rice (Black Mirror) como Siobhan Sheehan, la hija adolescente de Mare; Evan Peters como Colin Zabel, el detective del condado convocado para ayudar a Mare en la investigación; Guy Pearce como Richard Ryan, un profesor de redacción creativa.

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