La semana se inició con la llegada del presidente argentino a Nueva York para participar de la Asamblea General de la ONU, reuniones con empresarios y, sobre todo, lograr un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), confirmando el fracaso del primero, por el que obtuvo un préstamo stand – by de US$ 50.000 millones, más US$ 6.500 de la CAF, comprometiéndose a un duro plan de ajustes.
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Macri esperaba ahora un adelanto de fondos y un préstamo adicional de US$ 20.000 millones. Se reunió con Christine Lagarde, titular nominal del FMI, habló ante la Asamblea de la ONU y anunció a posibles inversores que no habrá default bajo ninguna circunstancia en Argentina, que padece una formidable crisis de confianza manifestada en el incremento de 114% del valor del dólar desde el fin de 2017.
El martes 25 tuvo lugar un masivo paro general contra los acuerdos con el FMI y el programa de ajustes, que paralizó totalmente al país. La recesión (se espera oficialmente que el PIB de US$ 660.000 millones caiga 2,4% este año), el desempleo (que alcanza a 9,6%) y la pobreza (27% de la población), continúan haciendo estragos que han llegado a provocar reclamos públicos por parte de figuras como la diputada oficialista Lilita Carrió (quien llamó a los empresarios a regalar la comida sobrante para paliar la creciente miseria), y la comunicadora antikirchnerista Mirtha Legrand.
La tasa de interés está en un impagable 60% y el riesgo país en 780 puntos básicos, pese a lo cual los mercados no prestan a Argentina, que sólo puede acudir al FMI como prestamista en última instancia.
El mismo 25 se conoció la renuncia del titular del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Nicolás Nikki Caputo, integrante de “la barra del Cardenal Newman”, íntimo de Macri, y hermano de Luis Caputo, gran empresario de la construcción. La renuncia se debería a la imposición del FMI de que el BCRA no intervenga para moderar el tipo de cambio, a lo cual Caputo, muy razonablemente, se opuso. Ocurrió en plena negociación del nuevo acuerdo, lo que hizo que fuera vista como una señal de desorden por el resto del mundo.
El 26, la titular nominal del FMI, Dra. Lagarde, anunció en Nueva York el nuevo acuerdo junto al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. Se obtuvo un incremento de US$ 7.100 millones contra los US$ 20.000 millones esperados y un adelanto en los desembolsos, a cambio de un endurecimiento del programa de ajuste.
El mismo fue anunciado el 26 en la noche en una breve conferencia por el nuevo presidente del BCRA Guido Sandleris, hasta ahora viceministro de Dujovne. Sandleris señaló que el principal objetivo de su gestión será “reducir la inflación y recuperar estabilidad y previsibilidad”.
En tal sentido, anunció que habrá “emisión 0 hasta fin de año” o sea que la base monetaria dejará de crecer. Venía haciéndolo al 2,2% mensual. Esto supone una durísima medida contractiva que tiene por objeto “llegar al déficit fiscal 0” a la brevedad posible.
La medida supone un aumento de la recesión y nuevos recortes de gastos.
También anunció que, en relación al dólar, el BCRA trabajará con “una zona de intervención” en la cual el BCRA intervendrá en el mercado para mantener el dólar entre los $A 34 y $A 44. Si la divisa supera ese valor, el Banco venderá hasta US$ 150 millones diarios, contra los US$ 200 a US$ 300 que venía lanzando al mercado. Los pesos así obtenidos se utilizarán para recomprar deuda. De esta forma se jugará sobre la inflación y el dólar, que el jueves cerró a $A 39,72 en el tablero oficial.
En la zona de no intervención el dólar se venderá libremente. Se vuelve así, aunque no se utilizó la palabra, a la política de “bandas de flotación”, que en el pasado estabilizaron artificialmente el valor del dólar, generando atraso cambiario, y terminaron estallando en las crisis de 1981 y 2001.
Hoy jueves, el presidente Macri reconoció en conferencia de prensa que la pobreza creció al 27,3% en el primer semestre, y señaló que “quedan meses difíciles por delante”.
Sin perjuicio de que el aumento del dólar (que complica mucho a Uruguay), estimulará sus exportaciones y su turismo, es previsible el aumento inmediato de la recesión, la pobreza y el desempleo, con sus lógicas consecuencias sociales.