La salud del gobierno alarma

Los talones de Aquiles del gobierno son Interior y Relaciones Exteriores. El primero, de más visibilidad por sentirse en la vida cotidiana de la gente. Pero ambos afectan terriblemente al país. Son lo más frágil del gobierno.

Lamentablemente no es lo único débil del gobierno. Veamos, por ejemplo, Economía. El examen que tomó el Parlamento a la ministra Arbeleche demuestra la impunidad con que se maneja. Se negó a contestar preguntas claves sobre si las cifras demuestran una mejoría o en rigor una caída económica, inflación, aumentos de tarifas, ajustes por debajo de la suba de precios. Cuando faltan la respuestas, el agravio. Ante la insolencia de la ministra de calificar de modo proselitista las declaraciones del intendente Orsi, el diputado Goñi sostuvo que solo en “Venezuela, Cuba, y Nicaragua está permitido" que un ministro insulte a parlamentarios (¿?). Creo que tendría algo escrito y se le entreveraron los papeles. Algo quiso decir, no se entendió, pero sonó mal.

Y los talones de Aquiles siguen ahí. Interior y Relaciones Exteriores.

El ministro Heber hizo chistes en un barrio “paquete” donde le recibieron con “cuetes”. “Hay barrios donde ese ruido serían tiros”. ¡Pa! Se equivoca en las cifras, no se entiende lo que dice, pero intenta construir el relato de un ajuste de cuentas, postura que tanto criticaron en la campaña electoral. El presidente y él. Se nota que no tiene control, pero por ahora ha quedado.

La diplomacia sigue un rumbo sin brújula. Una obsesión reiterada: aliarse a los perdedores. Votan contra Argentina, un presidente del BID propuesto por Trump, que ya había perdido las elecciones. Hasta Sanguinetti dijo que no era correcto. Inclinan la balanza del Mercosur a favor de Brasil, apartándose del tradicional equilibrio regional de Uruguay. Así, aplauden a Bolsonaro, que pierde las elecciones en cuatro meses.

Primero en anunciar que va a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles. Ahora Biden suplica la mediación de México y no se sabe si la cumbre se hace. La exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua no está en las competencias del anfitrión. Por eso anuncian su inasistencia las islas Estado del Caribe y México. Por otras razones dice que no va Brasil.

En medio de este patético panorama, el presidente viaja a Reino Unido. No figura ni “simbólicamente” referencia alguna a la búsqueda de una salida negociada a las Malvinas. El presidente se disfraza de Cuquito y va a la entrevista con el primer ministro con el uniforme de los Old Boys (exalumnos del British, colegio británico en Montevideo). ¡Horrible! Es como un disfraz de cipayo. ¿Un presidente? Ni en Halloween.

¿Nadie le dice que no se debe? De todos modos, no le hizo mucha propaganda a la Institución privada y extranjera: apenas le salió un “Thank you very much, prime minister”. Igual, tampoco corresponde que hable en otro idioma en una visita de Estado. Tratar y no poder es lo único peor. Boris, en su idioma natal habló de puentear la normas del Mercosur (¿?).

El Parlamento británico se divide en dos. Los que quieren sacar a Johnson en emergencia móvil y los que prefieren llamar a una funeraria. No llega en el cargo a fin de año. En Reino Unido, tan caro a Lacalle Pou, no hay dos opiniones. Pasó a conocer al príncipe de Gales. La delegación estaba en éxtasis.

En un reportaje publicado esta semana, el secretario general de Aladi, Sergio Abreu, subrayó la importancia del comercio intrarregional. Lo comentamos en el programa radial semanal que tenemos en Argentina. Afirmó: “Europa no nos mira como prioridad”.

Anteayer fue la fiesta nacional argentina. Creo que el país hermano merecía recibir, de festejo, mejores noticias nuestras.