Ganaron los caudillos pese a innumerables acciones judiciales en su contra; ganaron pese a innumerables escándalos por corrupción; ganaron aun cuando, como en el caso de Artigas, quedó al descubierto que los blancos les robaron millones de dólares a sus propios votantes.
Ganaron pese a innumerables gastos públicos realizados mientras el Tribunal de Cuentas y la Jutep ponían el grito en el cielo, como siempre, al santo botón, porque estos organismos no tienen poder de veto. ¿Para qué están si no pueden impedir que siga adelante un gasto irregular, obra o contratación que apeste a corrupción?
Cuando tantos corruptos mantienen el poder pese a haber sido desenmascarados una y otra vez, el pueblo no es inocente.
He visitado localidades donde algunos vecinos tienen temor de decir que votan a otro que no sea el Partido Nacional, porque las consecuencias se hacen sentir. Es muy fácil, en pueblos chicos o medianos, cerrar las puertas a los orejanos. Bastan cuatro o cinco llamadas a empresarios amigos, a los dueños del departamento, para que los rebeldes no consigan nunca más un empleo. Así que, por necesidad, van a lamer las botas del estanciero de la comarca que se postula a intendente o diputado. La cobardía o necesidad no los exime. Es prostitución cívica.
Otros sienten por “el doctor” una idolatría sólo explicable por un ancestral instinto de sumisión.
Estas palabras no son producto de una rabieta. Estos resultados no me produjeron ninguna sorpresa porque conozco al país de punta a punta, pueblo por pueblo. Creo, simplemente, que llegó el momento de hablar claro, porque no hay nada más patético y pernicioso que un pobre de derecha.
El interior ha decidido mantener este sistema donde para llegar a algún cargo público hay que ser amigo o chupamedias del caudillo.
John William Cooke decía: “Los pobres que votan a la derecha son como los perros... Cuidan la mansión; pero duermen afuera”. Yo diría que también son como esos carneros que generan mucha lana, pero terminan esquilados.
La manera de captar adeptos que tienen los caudillos no siempre es alevosa; puede ser sutil, como cuando el jerarca de una repartición pública invita a sus subordinados a arrimarse por el club a dar una mano. Si no va, aunque no se lo digan, pasa a integrar la lista negra... y que se olvide de un ascenso.
El Frente Amplio tendrá que marcar una gran diferencia durante su gestión si no quiere perder el gobierno nacional en las próximas elecciones, y los militantes, esta vez, tendrán que controlar con lupa a sus dirigentes y representantes, para arrancarles la cabeza ante el menor desvío. Tolerancia cero con los propios para tener derecho luego a criticar a los ajenos. Complacencia cero. Al que la pifie, pa’ fuera.
Ya sabemos lo que es la derecha. El derechista es un conservador de privilegios. Toma la política como un negocio. Sabemos lo que hay que esperar de esas filas; pero los frenteamplistas debemos extremar las precauciones, porque no estamos libres de que personas con esta manera de pensar y actuar se nos filtren. No permitamos un nuevo Almagro. Hagamos respetar el programa del Frente Amplio a rajatabla.
Por lo demás, más que sorprendente, es indignante y da vergüenza ajena que los blancos volvieran a ganar la Intendencia de Artigas y que Valentina Dos Santos vuelva a tener poder pese a que en julio de 2024 fue condenada por el delito de usurpación de funciones en la causa que investigaba el pago de horas extras de forma ilegal a funcionarios de la Intendencia. El intendente electo, Emiliano Soravilla, perteneciente al sector Artigas Adelante del Partido Nacional, el mismo sector del también condenado Pablo Caram, prometió que Dos Santos sería directora general de la Intendencia.
¿Y qué decir de Soriano, donde el imputado por varios delitos, Guillermo Besozzi, se erigió en mártir y ganó de nuevo, pese a que unos treinta de sus allegados están imputados o condenados?
Y la lista es larga y nefasta.
Ya van cuatro fiscales de Tacuarembó que se abstuvieron de actuar en el caso contra el intendente Wilson Ezquerra, y no es para menos. Ezquerra es el dueño de Tacuarembó.
Si trabajas en la Intendencia, trabajas para Ezquerra.
Si trabajas en Mónaco S.A.S., trabajas para Ezquerra.
Si trabajas en Coliman S.A., trabajas para Ezquerra.
Si trabajas en Garisoni S.A., trabajas para Ezquerra.
Si trabajas en Halman S.A., trabajas para Ezquerra.
Si trabajas en Hofland S.A., trabajas para Ezquerra.
Si trabajas en Queguaypay S.R.L., trabajas para Ezquerra.
Meterse con el amo y señor de la comarca tiene sus consecuencias. La fiscal Fabiana Corbo, que sí estaba dispuesta a continuar la investigación, fue trasladada por orden de la fiscal Mónica Ferrero.
La denuncia apuntaba a un terreno propiedad del intendente de Tacuarembó, Wilson Ezquerra, que fue declarado de interés municipal antes de venderlo a una empresa. El cambio de categorización del terreno afectó el precio del predio, multiplicándolo por cinco. La Justicia analiza si Ezquerra infringió el artículo 161 del Código Penal.
En Salto ganó Carlos Albisu. Increíble. El mismo que hace pocos meses tuvo que renunciar en medio de un escándalo cuando se descubrió que usaba a la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande para colocar a dedo a sus correligionarios del Partido Nacional.
La cereza sobre la torta es María del Luján Sánchez, exconcejal del Partido Nacional en Florencio Sánchez, que ganó la alcaldía de esa localidad por el mismo partido pese a haber sido condenada en 2021 por asociación para delinquir, falsificación ideológica y fraude continuado, siendo destituida por el Senado en 2023. Luján es hija de Alfredo Sánchez, el “hombre de las mil gauchadas”, exalcalde también condenado por corrupción.
Ganaron los señores feudales, los amos de la comarca.
La mayoría de los departamentos del interior siguen cautivos de la oligarquía rural. Lo lamento por las personas decentes que no vendieron sus conciencias, y ahora pagarán las consecuencias de su rebeldía y la genuflexión de sus compañeros de clase.
No me pidan respeto por la decisión de las mayorías, porque la mayoría no da ni quita razón a las cosas. Muchos tiranos han contado a través de la historia con el respaldo de la mayoría. Las urnas legitiman el poder; pero no lo santifican.
He visto el festejo en algunos departamentos. Algunos celebraban la tajada que el poderoso les tiraría; otros las migajas, y otros más ni siquiera eso. Celebran el triunfo de un partido como quien celebra el triunfo de un cuadro de fútbol.
Como decía Evita Perón: “Triste el pobre que, oliendo bosta, se cree dueño de las vacas”.