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Columna destacada | Watergate | Lacalle |

Lacalle y Nixon

Uruguay replica escándalo de Watergate

La administración de Luis Lacalle Pou parece ir rumbo a replicar con muchísima exactitud la debacle de la administración del estadounidense Richard Nixon.

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“Watergate” y, sobre todo, el sufijo “gate”, son actualmente sinónimos de escándalo político, no solo en estados Unidos, donde se acuñó el término, sino en todo el mundo.

Nixon

Todo comenzó en Washington DC, cuando en los primeros años de la década de 1970 se robaron documentos en la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata, ubicada en el complejo de oficinas Watergate. El Congreso llevó a cabo una investigación, pero el gobierno de Nixon levantó una muralla de contención y se negó a colaborar con la misma, llegando incluso a encubrir a los responsables.

Con este robo sucedió lo mismo que con el tema pasaportes en Uruguay: aquello era solo la punta del iceberg. El Congreso logró destapar incontables ilegalidades por parte de altos funcionarios del gobierno, incluyendo acoso a opositores políticos y activistas por medio de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), el Servicio de Impuestos Internos (IRS) y la misma Agencia Central de Inteligencia (CIA). 48 personas terminaron condenadas y encarceladas.

Una de las cosas que salió a la luz fue la conexión entre los cinco acusados de haber robado los documentos y el dinero negro usado por el CRP (comité para la reelección del presidente Nixon). Otra fue que hasta él mismo tenía en su oficina un sistema de grabaciones. La Corte Suprema de Estados Unidos ordenó la entrega de las cintas y eso permitió demostrar que Nixon había intentado encubrir a los responsables del robo.

El 9 de agosto de 1974, el presidente republicano Richard Nixon dimitió para evitar el inminente juicio político por parte del Congreso. Al mes siguiente, el 8 de setiembre, su sucesor y también republicano Gerald Ford le concedió el perdón presidencial.

El guardaespaldas

En Uruguay, la recuperación del contenido que Alejandro Astesiano había borrado de su celular ha permitido abrir la caja de Pandora y dejar en evidencia que el tema pasaportes era también nada más que la punta del iceberg, un iceberg que en cualquier país serio haría naufragar al barco timoneado por Luis Lacalle Pou. De aquí surgen varias cosas a investigar:

  • ¿Qué contenía el paquete enviado al presidente por un funcionario árabe y al que llamaban “pescado frío”?
  • ¿Por qué se habló con Astesiano para asegurarse de que iría por valija diplomática?
  • ¿Por qué temían una revisión?
  • ¿Por qué el prosecretario de Presidencia, Rodrigo Ferrés, niega que aquel fuera jefe del Servicio de Seguridad Presidencial y el mismo Astesiano dice en el juzgado que tenía ese cargo?
  • ¿Por qué la fiscal Gabriela Fossati aceptó (como condición para la entrega del celular de Astesiano) que no pudiera acceder a los chats que mantuvo con el presidente?
  • ¿Qué quiere ocultar Luis Lacalle Pou?

Empresarios y jerarcas de otros países recurrían una y otra vez a Astesiano como un contacto directo con el presidente, prefiriéndolo a él muchas veces antes que a un ministro. Esa gente no pierde el tiempo con un simple bocón. Lo llamaban porque sabían que tenía poder. Incluso, un allegado a Balcedo le pidió que arreglara una reunión de Lacalle con el empresario argentino para negociar, ya que este demandará al Estado por 22 millones de dólares. “Dale, movete que hay mucha guita”, le dice. Estos tiburones no tratan con mojarritas; o para decirlo de forma elegante: no son pendejos. Marcelo Balcedo no le ofrecería dinero si Astesiano no fuera un interlocutor válido.

Lo mismo creyeron los empresarios españoles que negociaron con él para vender al Estado uruguayo velocímetros, equipos para control de alcoholemia, radares y pistolas paralizantes.

Lo mismo creyó el subdirector de la Policía Nacional, Héctor Ferreira, que hizo entrar sin examen ni concurso a una amiga de Astesiano (a pedido de este) a la Escuela Nacional de Policía, según consta en el chat del 22 de abril de 2022. Favor con favor se paga, dicen en el mundo del hampa.

Lo mismo creyeron los rusos que fueron por él para obtener pasaportes y los que le plantearon negocios de ómnibus eléctricos, frigorífico y petróleo.

Lo mismo creyó el empresario argentino que le encargó un operativo de vigilancia en el litoral a una flota de camiones cargados con trigo y soja.

Lo mismo creyó la persona que, por motivos particulares, le pidió registros fílmicos para saber lo que habían bebido dos parejas en un restaurante.

Lo mismo creyó el alto funcionario de la embajada de Emiratos Árabes al solicitarle (ante la falta de respuesta del ministerio de Relaciones Exteriores) que coordinara una reunión entre el presidente Lacalle Pou y el número tres de su país, el titular del Consejo Federal Nacional de Emiratos Árabes, Saqr Ghobash, la que se concretó el 15 de setiembre en la Torre Ejecutiva.

Con el tiempo nos hemos ido enterando de que Arbeleche no era la ministra de Economía. Era Alfie. Gurméndez no era el presidente de Antel. Era Claro. Salinas no era ministro de Salud Pública. Era Montepaz. Bustillo no era el ministro de Relaciones Exteriores. Era Astesiano.

Lacalle Pou

Este gobierno ha hecho común el apriete y la persecución de diferentes maneras a todo el que ose criticarle. Esta semana ha sido la Asociación de Funcionarios de la Jefatura de Policía de Maldonado (Sipolma) la que ha denunciado persecución oficial tras sus denuncias por los chalecos vencidos, los casos Astesiano y Marset y haber pedido juicio político contra el ministro Heber y la destitución del director Nacional de Policía. Varios de sus dirigentes han sido sumariados y separados del cargo con retención de medio sueldo.

¿Ya olvidamos a la senadora lacallista Graciela Bianchi buscando información de una docente que se atrevió a cuestionar al presidente en una movilización? ¿Ya olvidamos cuando al referirse al periodista Eduardo Preve, cesado como director de Subrayado, dijo “yo me encargué de él”? Macartismo al mango. ¿Ya olvidamos el “cuidate, sos muy joven, cuidate; yo hablé para que no te hicieran nada”, de Argimón a Cristino? ¡La segunda al mando del país amenazando al mejor estilo Corleone! ¿Olvidamos su revelación de que en Torre Ejecutiva espían todas las llamadas?

Por otra parte, Álvaro Garcé reconoció que entregó a la Fiscalía una versión distinta (de su plan de inteligencia estratégica) a la que había dado a los legisladores, por lo que se archivó la causa. La maniobra era demasiado burda. Un vil recurso para mutar de acusado a acusador. Si tuviera vergüenza, renunciaría. ¿Dónde quedan las acusaciones de traidores a la patria a los legisladores frenteamplistas? ¿Quiénes están, en este preciso instante, traicionando a la patria?

Los fanáticos de Lacalle Pou no atinan a un solo argumento para defenderlo en las redes sociales; solo insultan o hacen referencia a cosas ocurridas y, sobre todo, supuestamente ocurridas en gobiernos anteriores, no ahorrando palabras en mentiras y distorsiones.

De los chats de Astesiano saltó que se usaban drones, cámaras de videovigilancia, personal, vehículos del Estado y el Guardián con fines ilegales.

Mas si algo faltaba para poder comparar esta situación con el Watergate original, saltó la solicitud de espionaje contra Mario Bergara y Charles Carrera para apretarlos y que retiraran la denuncia sobre la entrega del puerto a Katoen Natie. Dicha solicitud vino de la empresa Vertical Skies, fundada en Estados Unidos por un militar retirado uruguayo. “Necesito todos los datos personales y vinculaciones que me puedas conseguir. Los quieren atar para que retiren la denuncia”.

El objetivo de elaborar fichas, como en tiempos de la dictadura blanquicoloradamilitar, era la extorsión, el chantaje. ¿Se concretó el espionaje? No lo sabemos; pero en los primeros días de agosto Astesiano recibió una transferencia de dinero desde una compañía de Boca Ratón, cercana a Miami. Vertical Skies.

Esta gente no paga si primero no le dan lo que pide.

El fiscal Gilberto Rodríguez se rindió con la causa Katoen Natie porque no pudo demostrar acciones pasibles de reproche penal, lo que no significa que no se hubieran dado. ¿En qué cabeza cabe que “alguien” contratara a una empresa especializada en espionaje industrial para desactivar la denuncia de los senadores frenteamplistas si todo estaba en regla? ¿Por qué estar dispuestos a la extorsión si no habían hecho nada ilegal?

La Fiscalía se equivoca feo si parte de la base de que Astesiano hablaba por hablar. A confesión de parte, relevo de pruebas.

Ahora, si alguien piensa que todo esto no alcanza para comparar lo de Lacalle con lo de Nixon, ¿qué tal el chat donde se menciona al senador frenteamplista Alejandro Sánchez? En un intercambio entre Astesiano y el número dos de la Policía Nacional, Héctor Ferreira, este jerarca comentó sobre los dirigentes del Frente Amplio: “Mientras respiren no van a cambiar”, agregando que el senador es “lacra, sucio e hijo de puta”. ¿Qué garantías institucionales pueden tener los legisladores de la oposición si al más alto nivel del Ministerio del Interior y Presidencia de la República se refieren a ellos en tales términos? El ministro no fue capaz de llamarlo para ofrecerle respaldo institucional. ¿Qué tranquilidad pueden tener con esta mafia enquistada en el poder? ¿Qué tan lejos estamos de saber quién es el famoso “número uno” citado en varios chats?

Nixon cayó por menos.

Nixon-cayó-por-menos...

¿Todo este abuso de poder se daba mientras Lacalle se dedicaba a viajar, sacarse selfies, surfear y continuar enamorando a sus seguidoras y seguidores? Claro, hay que reconocer que en eso sí es bueno; de hecho, es lo único que le ha salido bien.

La cereza sobre la torta es que en la Torre Ejecutiva desaparecieron los registros de las visitas que recibía Astesiano.

Por esto y más, tenemos derecho a pensar que, a esta altura, la pregunta ya no es lo que los Lacalle sabían de Astesiano, sino lo que Astesiano sabía de los Lacalle.

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