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Cultura y espectáculos Eté y los Problems | Teatro de Verano | repertorio

La banda del año

Los veinte años de Eté y los Problems: una celebración difícil de olvidar

Eté y los Problems celebró dos décadas de historia en el Teatro de Verano con un espectáculo que desbordó emoción, potencia, belleza y sentido colectivo.

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"No volvieron las palomas. Que soltamos aquel día. Para ver si volverían. Y no volvieron. Marinero. Tirado en la hamaca mirando el cielo. Por los agujeros. Y miro en el espejo, y estoy viejo. Y me asusta que no me quieras más. Y no sé dónde está. La esperanza. Pero creo que puedo esperar”. La voz de Ernesto Tabárez abrió la noche de Eté y los Problems con esa confesión íntima y desgarrada que de inmediato se espejó en un público que la tomó como propia.

Así comenzó el primer Teatro de Verano de la banda: cerca del maren sintonía con la temática que inspiró el último disco con casi cuatro mil personas vibrando al mismo tiempo, abrazando la canción desde el minuto uno, y con la humedad suspendida en el aire después de una lluvia que amagó con arruinarlo todo, pero que se retiró justo a tiempo, como si hubiese entendido lo que estaba por venir.

Veinte años después de sus primeros pasos, Eté y los Problems —integrada por Ernesto Tabárez, Martín Iglesias, Andrés Coutinho, Iván Krisman y Bárbara Jorcin— celebró su historia con un espectáculo que desbordó emoción, potencia, belleza, afecto y sentido colectivo. Venían de recibir en los Premios Graffiti el reconocimiento a la Mejor Banda de Rock, y lo que ocurrió en el Teatro de Verano pareció responder a ese galardón desde otro lugar: tres horas de música, más de treinta canciones, una larga fila de invitados y un público totalmente conmovido, convirtieron la velada en una confirmación viva de por qué ese título les pertenece.

Un repertorio de emociones

Desde Las Palomas, el público respondió con un canto que estuvo presente a lo largo de todo el espectáculo. La energía fue constante: puños en alto, voces quebradas, abrazos y saltos. Ese sentir colectivo, tan característico en los toques de Eté y los Problems, volvió a manifestarse con una intensidad abrazadora. Hubo instantes en los que la emoción de la banda se volvió visible, cercana, desdibujando la frontera entre el escenario y la gente. “Gracias”, “Este sueño es de todos”, “no saben lo que es verlos a todos ustedes ahí”, dijo un Ernesto visiblemente movilizado.

La banda trazó un recorrido que reunió todas sus etapas: los clásicos que marcaron el camino, el material reciente que consolidó su madurez artística y ese repertorio que, en vivo, cobra una vida distinta. Cada canción parecía activar una memoria colectiva. En temas como Jordan, Hambre o más recientes como Ismael, el Teatro entero respondió con un coro masivo que dejaba al descubierto las diferentes generaciones que siguen a la banda.

El desfile de invitados reforzó el carácter festivo y comunitario del show: Martín Quiroga, Gabriel Peluffo, Dani Umpi, Flavio Lira, Leroy Machado, Marto Moreno, Laura Gutman, Santiago Peralta, Nacho Algorta, Hermanos Láser, Sebastián Pina, Chane Pérez, Mariano Gallardo, Fede Morosini, Agarrate Catalina y parte de La Hermana Menor, banda que lideró Tüssi Dematteis, que de alguna manera también estuvo presente. Cada artista aportó talento, sumó una vibración distinta, y la banda los integró de forma natural, como si el escenario fuera la gran mesa de una celebración familiar.

El cierre siguió la tradición: sonó la Milonga de Manuel Flores y se sintió como un ritual compartido, esta vez acompañado por Agarrate Catalina y la totalidad de los invitados sobre el escenario. Un final colectivo que condensó el espíritu de la noche: veinte años de camino convertidos en un gesto de gratitud hacia quienes estuvieron siempre ahí, cantando, levantando los puños, devolviendo a la banda la misma energía que ellos entregan.

Nada de lo que sucedió será olvidado con facilidad por quienes estuvieron allí. Fue mucho más que un aniversario y más que un toque de rock: fue un acto de disfrute colectivo, una manera de estar juntos y de reconocerse en una misma energía que explica por qué Eté y los Problems es lo que es hoy. Cuando la banda dejó el escenario, las luces bajaron y el público comenzó a dispersarse entre comentarios y abrazos, una frase se abrió paso entre el murmullo final, como un resumen perfecto de la noche: “Qué banda del bien Eté”.

(Ver galería de imágenes en foto de portada)

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