Contacté a Juan (Mitz) porque si bien es sabido que todo tiene que ver con todo - y además es una frase cliché de mi parte - volví a escucharlos con más profundidad luego de un descubrimiento a lo Colón (o sea, no descubrí nada, estaba ahí, y en mi caso, traté de no destruir lo que ellos hacen).
“Estamos grandes y ya no nos la queremos caretear más”, dice Juan al hablar del surgimiento de Los Voluntarios. Y no suena a renuncia, sino a claridad.
Aunque parezca extraño —o justamente por eso—, yo llegué más hondo a Los Voluntarios después de un posteo de Instagram. Un trabajo solista de Juan Mitz, con la colaboración del icónico Nico Barcia (Service de Sound, Chicos Eléctricos).
Algo pequeño, casi al margen del ruido cotidiano de las redes. Lo escuché y me resultó maravilloso. No por lo "espectacular", sino por lo raramente honesto para estos tiempos del mundo que nos tocó percibir a través de pantallas.
Y fue ahí donde, casi sin darme cuenta, volví sobre el proyecto compartido con Coutinho y entendí que esa sensibilidad sonora no era casual: era la misma sensibilidad estética, conceptual y también obvia —en el mejor sentido de la palabra— que atraviesa a Los Voluntarios. Una sensibilidad que se escucha y que se ve.
Y justo cuando los contacté, hacía nada que habían sacado su nuevo sencillo llamado "Nido":
Nada en este proyecto está separado: las canciones, las letras, los videos, los diseños ya que Juan y Andrés trabajan también lo visual, y eso se nota. “No separamos la música de lo estético”, explican. “Todo responde a la misma ética y estética”.
El trabajo "voluntario"
Los Voluntarios son una banda nueva de integrantes célebres, sí, esas cosas raras que se dan en Uruguay. Nacen en Montevideo en 2024 como una evolución de esas primeras canciones que Juan necesitaba sacar del cuarto.
Para grabarlas convoca a Coutinho, y luego, casi naturalmente, el proyecto se abre. “Este proyecto es trabajo voluntario” (ah, de ahí el nombre) aclara Juan. No hay promesas, no hay estrategia de carrera. Hay una advertencia honesta.
Con el tiempo, la formación se consolidó con Santiago “Santo” Rodríguez en bajo y Nicolás Pintos en guitarra. La banda se afirma, pero no se quiere encasillar. “Es una banda que la estamos haciendo al andar”, dice Andrés.
“Permitimos cambiarnos y reinventarnos”, agrega.
Ya cuentan con un EP de 4 canciones que es homónimo, y 3 sencillos: "Tincho con Pickup", "Mucho que no sé" y "Nido".
No hay ensayo obsesivo ni búsqueda de perfección. Hay proceso. “Preferimos mostrarnos desnudos, imperfectos”, explica Juan. Y esa imperfección no es descuido: es método.
No sólo de "Punk" vive el hombre y se pronuncia con "yeísmo"
Las letras de Los Voluntarios son políticas sin proclama, filosóficas sin solemnidad. Funcionan como escenas cotidianas donde el oyente se reconoce incluso cuando no quiere. “Las vemos todos los días”, dicen sobre esas situaciones que aparecen en las canciones. “Y cuando no queda otra, nos reímos”.
No es el punk británico de la rabia frontal. Es algo más cercano, más torcido, más nuestro. “Es una idiosincrasia uruguaya”, reflexiona Juan. “Vivimos entre dos potencias y somos el hermano gracioso. No nos queda otra que reírnos de todo”.
Coutinho lo resume con precisión: “Con pocas palabras queremos expresar mucho”. Y ahí está la clave: economía del lenguaje como forma de profundidad.
"Tiempos modernos"
Sí, desde Chaplin a la fecha, la realidad sólo avanzó para llegar al mismo punto.
En un contexto donde la industria exige clasificar hasta a la hora de subir la música a las plataformas, todo debe "medirse", "etiquetarse", Los Voluntarios deciden correrse. “En las plataformas te obligan a elegir un género primario y uno secundario”, dice Juan. “Y si no entrás ahí, pareciera que no existís”.
La respuesta no es la queja, sino la conciencia. “¿Por qué necesito que ahora sea masivo, si nunca lo fue?”, pregunta Coutinho. Y en esa pregunta se desarma gran parte de la ansiedad contemporánea.
Nunca fue masivo. Nunca buscó serlo. Y, sin embargo, fue fundamental.
La no espectacularidad
Grabar con lo que hay. Filmar sin espectacularidad. Diseñar sin ornamento. “No suena mal, es una textura”, insiste Juan. Cada decisión técnica es también una decisión política.
Ellos lo dicen con ironía, pero también con convicción: “Desinteligencia emocional para combatir la inteligencia artificial”. Frente al algoritmo, la intuición. Frente a la perfección, la marca humana. Frente a la velocidad, el tiempo propio.
"En Tacuarembó, si te parece"
No es sólo el título de una canción de Darnauchans (aunque eso ya en sí es un montón), el 27 de diciembre, Los Voluntarios viajarán a Tacuarembó para formar parte de la edición 2025 del TACUANOISE. Y no es un detalle menor. TACUANOISE no es sólo un festival: es una invitación a volver a sentir, a correrse del eje montevideano, a reconocer que la música siempre existió porque viajó de una persona a otra, de una sensibilidad a otra, de un continente a otro - y si bien no estamos en ese "viaje" aún - lo colectivo ya existe.
Ir al norte no es una fecha más: es coherencia. Es entender que las escenas no se heredan, se sostienen. Que el "interior" lejos de ser un término despectivo, es un concepto hermoso o ¿acaso se construye desde otro lugar del ser?.
“Esto que está pasando es hermoso”, dice Juan. “Cuidémoslo. No lo rompamos”.
Capaz que Los Voluntarios no están acá para salvar a nadie. Ni para renovar el rock. Ni para ganar nada que se pueda medir en reproducciones, "likes" o palmaditas.
Capaz que están acá —simplemente— para tocar, decir, mirar alrededor y reírse un poco antes de seguir. Para grabar con lo que hay, diseñar ellos mismos, filmar sin épica y cantar "en uruguayo" sin pedir permiso.
Mientras algunos se levantan con ganas de “sacar un éxito”, Los Voluntarios se levantan con ganas de crear una canción. Que no es lo mismo. Nunca lo fue.
Y en ese gesto —mínimo, obstinado, voluntario— hay algo profundamente filosófico aunque no lo griten. O justamente por eso.
Porque a veces la verdadera rebeldía no está en romperlo todo, sino en seguir haciendo cuando ya nadie espera nada.
Importa la canción.
Importa la ética.
Importa no caretear.
Y eso, en estos tiempos, no es poco.
Es, quizás, lo más radical que se pueda hacer.
Si querés verlos este fin de semana y de paso te mandás un viaje a Tacuarembó , las entradas están en este link.