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Cultura | Gamarra | obra |

Tema del lunes

José Gamarra: cuentas pendientes con una obra fundamental

¿Dónde está José Gamarra? ¿El artista y su obra están en Francia, en Brasil, en Estados Unidos? ¿Están en Montevideo? ¿Qué dice José Gamarra?

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Aunque su nombre tiene una rítmica contundente, poderosa, José Gamarra es un hombre leve. Podría rugir como el viento, pero habla lento, con pausas, sin estridencias. Sus declaraciones podrían ser tan frondosas en imágenes, en valoraciones, en críticas, en detalladas descripciones como las que abundan en las selvas que ha pintado. Pero no: son muy breves, pronunciadas con diáfana sencillez, sin frases dilatadas por torrentes de adjetivos.

¿Dónde está el hombre leve llamado José Gamarra? ¿Dónde está el artista José Gamarra, nacido en Tacuarembó, en 1934, que ha pintado selvas, helicópteros, aviones, hombres, mujeres, signos para un vocabulario ancestral?

Está junto a una ventana que da hacia un envejecido paisaje de edificios del centro montevideano. Y por esa ventana entra la luz vespertina que dibuja su figura en un contraluz. A su lado, dos sillones enfrentados, dos sillas, una mesa baja, libros, muchos libros. Antes, un ascensor antiguo, un pasillo y una pequeña sala en penumbra con paredes cubiertas de cuadros.

También está, desde 1963, en Arcueil, una ciudad del departamento de Valle del Marne, en la región de la Isla de Francia. Y está en Río de Janeiro o en San Pablo, Brasil. Y en Nueva York, en el Museo Metropolitano de Arte; o en París, en el Museo de Arte Moderno; o en Buenos Aires, en el Museo de Arte Moderno.

Gamarra no disloca los límites legalizados por la física. La fusión entre el hombre y su obra artística, sin embargo, conquista lo imposible. En sus selvas, sus signos, sus retratos, que habitan los museos y salas de exposiciones, está, invariablemente, Gamarra. Y Gamarra es su obra. Sus colores, texturas, formas, tienen la virtud de reconocerse inmediatamente: son (de) Gamarra. Hombre y obra fundidos en una voz única; una voz que reconoce y elogia la crítica especializada, que estimula la imaginación del observador de a pie, que codician los grandes espacios expositivos, que proyectó su compromiso social y político. Una voz que recorre otros mapas, pero que todavía espera una retrospectiva en su país natal.

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José Gamarra: 1980 - O Petroleo e Nosso - Óleo sobre tela - 81x100cm.

José Gamarra: 1980 - O Petroleo e Nosso - Óleo sobre tela - 81x100cm.

Declarado Ciudadano Ilustre de Montevideo desde diciembre de 2021, José Gamarra es uno de los nombres claves en la historia de las artes plásticas uruguayas. Un mérito conquistado a través de una muy extensa obra pictórica y por un periplo vital que atraviesa el siglo XX y este primer tramo del XXI con una fuerza no siempre reconocida (o valorada) por la institucionalidad del arte contemporáneo local.

Él, José Gamarra, sin embargo, cuenta su historia sin recalar en la exaltación de los méritos ni el juicio lapidario sobre las ¿distracciones? oficiales.

“Con la pintura se fueron abriendo puertas, y por ahí caminé. Practiqué mucho el grabado, pero la pintura siempre predominaba, entonces dejaba de lado el grabado y otras cosas para dedicarme a la pintura. Repasando toda la historia de mi formación, hoy en día veo que esto ha sido casi como un destino”, dice. Y no agrega mucho más.

Tampoco se explaya en alambicadas descripciones sobre sus exploraciones estéticas ni sobre las técnicas aplicadas al trabajo con el color, las formas, la composición.

“Es muy difícil explicar eso para mí”, dice. “El cuadro se va haciendo en un proceso en el que hay cosas que se borran, cosas que aparecen, desaparecen y vuelven. Preconcebir el cuadro para mí no existe. Se va haciendo a medida que se va pintando. Es difícil darle un significado a eso, explicarlo, porque en realidad no tengo esa preocupación de planificar, de preconcebir el cuadro. También está en ese proceso la influencia de otros pintores. Es que nada nace naturalmente, como una invención. Siempre partimos de algo”.

Y no agrega mucho más. “Son pinturas, nada más”, dice.

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José Gamarra: 1981 - Las Tentaciones De Hernan Cortes II - Óleo sobre tela - 150x150cm.

José Gamarra: 1981 - Las Tentaciones De Hernan Cortes II - Óleo sobre tela - 150x150cm.

Las explicaciones, las hermenéuticas posibles, quedan para los críticos. Los cuadros, sus cuadros, tienen otras vidas. Son nudos de significantes estéticos que se valen por sí mismos. El trabajo con las percepciones y con la imaginación queda en esa zona en la que se construye una alianza con el observador. De ahí emergen los significados, la trama de sentidos sociales de un arte que, sin encallar en el panfleto o en el manifiesto explícito, deviene denuncia, relato comprometido con las problemáticas sociales que atraviesan el continente latinoamericano. Ahí están, fue dicho, el vocabulario con signos ancestrales, las selvas verdes pintadas hasta el detalle más pequeño, los territorios originarios, los cerros, la invasión de helicópteros, las amenazas belicistas, el riesgo ecológico.

¿Su arte, por tanto, es político? “Yo no lo hago en ese sentido. Ciertas cosas, acciones, las veo como una especie de divertimento. Es decir, gozar haciendo el cuadro”, dice Gamarra en un tono de voz pequeño. Y no agrega más explicaciones. Al observar las pinturas se debe reconocer: más explicaciones son innecesarias.

Escribe el crítico e historiador de arte Philippe Dagen en un texto analítico fechado en febrero de 2022, en París: “Es difícil ver con cuál de sus contemporáneos podría compararse Gamarra cuando, en su taller de Arcueil, en las afueras de una metrópoli moderna, consigue así hacernos penetrar por un momento en el tiempo y el espacio de los mitos. La palabra encantamiento se impone, en todos sus sentidos”. Y cita al poeta francés Édouard Glissant: “La pintura de José Gamarra es así una cartilla mítica donde aprendemos a desentrañar y enraizar nuestras certezas comunes. La parte del sueño es inseparable de lo que nosotros mismos abrazamos en dicho espacio”.

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José Gamarra: 1961 - Tinta china sobre lienzo - 39x53cm.

José Gamarra: 1961 - Tinta china sobre lienzo - 39x53cm.

“Yo sigo sintiendo una gran conexión con Uruguay y sigo atento a todo lo que pasa”, dice Gamarra.

Así es ahora y fue a fines de los años cincuenta se instaló en Brasil gracias a una beca del Ministerio de Relaciones Exteriores del país vecino; cuando viajó y se radicó en París, Francia, a comienzos de los años sesenta.

“Siempre estuve en contacto con lo que pasa acá”, repite. “La prueba de eso es que, cuando sucedió aquí la crisis política, en los setenta, con la dictadura, allá estaba yo para unirme a toda la gente que iba exiliada, y hacía cosas, ayudando. Y tratando de establecer contacto con ellos y entre ellos”.

Si bien vivió solo los primeros años de su infancia en la ciudad de Tacuarembó, algunos recuerdos, enfatiza, siguen frescos. “Me acuerdo de la escuela, que era una escuela de varones, que estaba en la plaza… bueno, no me acuerdo del nombre de la plaza. Una de las cosas que siempre me vuelven de ese tiempo es que había un niño que venía descalzo a la escuela. Y otra cosa que me acuerdo era que desde donde yo estaba sentado en el salón de clase veía el pizarrón de otro salón, donde estaban haciendo un ejercicio con un automóvil que subía una cuesta; mi hermano, el mayor, estaba en grupo y yo recién empezaba”.

En ese tiempo “fue cuando empecé a venir a Montevideo, tendría entre cuatro y cinco años, a la casa de mi abuela materna, María Francisca (Macedonio), que vivía en Instrucciones y camino Mendoza; mi madre me mandaba con una vecina que tenía que viajar a la capital. Recuerdo también la escuela ‘de Maye’, que estaba rodeada de viñas. Después cambié de escuela, fui a la escuela piloto número 129, que era de tiempo completo. Fue una experiencia importante. Me acuerdo de las maestras María Mercedes Antelo y Bell Clavelli. Ellas fueron fundamentales para profundizar en la pintura, en el dibujo”. En esa época, sigue, participó en su primera exposición. “Fue con otras escuelas; una fue en el Subte (Municipal, en 1947)”. Dos años después llegó la segunda, que fue en el Ateneo de Montevideo.

Otro lugar que reaparece entre sus recuerdos es el departamento de San José, “que fue muy importante para mí. No viví ahí, pero era un lugar donde se realizaban los salones de arte… y yo iba, me juntaba con otros pintores. Fue una época muy importante”.

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José Gamarra: 2021 - Amigos - Óleo sobre tela - 81x115cm.

José Gamarra: 2021 - Amigos - Óleo sobre tela - 81x115cm.

El periodista y comunicador Heber Perdigón, radicado en Francia y autor de la monumental monografía sobre la vida y obra de Gamarra, que fue editada a comienzos de este año, reconoce que, pese a los lazos que el artista mantiene con Uruguay, la escena cultural local no ha sido justa con su aporte. “En Uruguay no le han dado mucha bolilla, pero en Europa, sobre todo en Francia, sí”, afirma Perdigón.

Aunque este libro, que incluye la reproducción de más de 900 obras, textos analíticos y biográficos, compensa en parte esta situación, todavía falta concretar una muestra retrospectiva que contemple las distintas etapas que jalonan el lenguaje pictórico de Gamarra.

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Perdigón cuenta que este proyecto está en carpeta desde hace tiempo. El artista donó para ello treinta obras que quedarán en el país, a las que se suman otras cuarenta que vendrían para integrarse a la retrospectiva, pero que luego volverían a Francia. En esta selección hay piezas representativas de sus primeros años, de su búsquedas con los signos ancestrales, de los años setenta con referencias más comprometidas en lo político y social, hasta sus últimas creaciones.

Todo este rico material, cuenta Perdigón, se iba a exponer en el Museo Nacional de Artes Visuales, con la curaduría de Enrique Aguerre, su director. Sin embargo, los enredados vericuetos de la burocracia oficial han cumplido con su vocación histórica: levantar trabas. El proyecto lleva varias postergaciones y los fondos ¿no aparecen o no están?

Y vuelve la pregunta inicial: ¿dónde está José Gamarra?

Está en un apartamento céntrico recordando su infancia en Tacuarembó, los primeros viajes a Montevideo, sus primeras etapas formativas, su estancia en Brasil, su radicación en Francia hace casi seis décadas, sus exposiciones, sus búsquedas lúdicas en la pintura, sus selvas, sus pictogramas.

Pero no está en una retrospectiva local que haga justicia con su trayectoria. Él, ciertamente, no lo plantea, pero la interrogante se impone sola: ¿la institucionalidad oficial de la cultura se olvidó de Gamarra y no “se hace cargo”? ¿Dónde está José Gamarra para Uruguay?

Bienvenue chez moi - José GAMARRA

Por A.L.

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