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Cultura | Togo | Caetano |

Uruguay, Netflix y Caetano

"Togo", el héroe roto y la disputa por el territorio

Se estrenó la película "Togo", de Adrián Caetano, la primera producción de la plataforma Netflix en Uruguay.

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La marca estilística del realizador uruguayo Israel Adrián Caetano vuelve a plasmarse en el largometraje Togo (2022), que, además, y esto no es un dato menor, es la primera producción de Netflix en Uruguay.

Una historia narrada de forma lineal y sencilla, sin acrobacias inútiles en el guión ni en la realización audiovisual, que resulta efectiva, entretenida, aunque, como lo han señalado algunos críticos, quizás no pase de ser un western (o un film clase B) que transcurre en la zona sur de Montevideo (barrio Palermo, principalmente), o un trabajo menor que se pliega a los estándares del exotismo que impone la plataforma de la ene roja.

Togo | Tráiler oficial | Netflix

El Togo de la gente

Pese a que Togo no compita con otras excelentes realizaciones de Caetano, tiene varias virtudes que merecen subrayarse. Entre ellas está la solvente composición del personaje central de la historia, el cuidacoches Togo, protagonizado por el conocido actor argentino Diego Alonso. Un veterano cascoteado por la vida, la marginación, el dolor físico y psicológico, que deviene figura heroica en la cuadra donde trabaja, donde también afincó su hogar al amparo de un gran árbol ubicado en una pequeña plaza.

Su renguera, que es una de las huellas físicas de su pasado (un accidente de tránsito que truncó su carrera como boxeador), es su marca de identidad en el paisaje barrial de su presente. Pero es también el emblema de su acción heroica: la limitación (o pseudolimitación) que no impide que con su coraje derrote al peor enemigo, el miedo, que amaga a alinearse con el intento de usurpación del territorio por parte de una narcobanda.

Alonso dio con la talla que merecía este personaje. Su composición calza a la perfección con el estilo de Caetano: un hombre tosco, directo, honesto, que se banca sus problemas (desde los vicios del pasado hasta la frustración como padre, como deportista), y que, a pesar de su cáscara dura, curtida, deja asomar la ternura. En fin, un héroe de barrio sin extravagancias, apreciado por los vecinos, y una garantía para la seguridad.

Las fisuras se hacen evidentes cuando este personaje se embarca en el enfrentamiento con una banda de narcos que intenta adueñarse del barrio, copando sus cuadras e intentando coptar a los cuidacoches y guardias de seguridad con amenazas, palizas, navajas y pistolas. El personaje se convierte aquí, en estas acciones, en una suerte de mezcla de clisés "héroe-imbatible-en-la-acción", que va bajándole los humos a los planchas-narcos a fuerza de (entrenados) golpes de puño y eficaces "maniobras de reducción" ejecutadas desde las sombras.

Con estos despliegues, es cierto, la narración se vuelve entretenida. Pero deja un retrogusto incómodo: ¿por qué sacrificar la historia y el potencial espesor simbólico con los clisés (los más previsibles) que impone la industria cinematográfica hegemónica?, ¿por qué Togo se convierte en una suerte de licuado a la uruguaya de los pistoleros del western y otros íconos "indestructibles" de las matiné de los sábados, capaces de salir triunfantes de los más inverosímiles combates cuerpo a cuerpo?

En un par de cuadras

Otro virtud que merece subrayarse es el trabajo con las locaciones. Todo transcurre en un par de cuadras bien reconocibles para los montevideanos, salvo algunas pocas escenas en interiores y en otros exteriores.

Esto crea un estado algo claustrofóbico, repetitivo, para sostener una narrativa simple, y que concentra la atención en los rostros, los gestos. Y ahí gana la construcción de los personajes de Togo, de su hija internada, de su amiga y socia Mercedes, una joven deprimida que carga con conflictos familiares, sus vecinos y los narcos.

En este marco barrial, que queda claro desde el inicio del largometraje, despierta cierto interés, aunque a medida que transcurre la narración la idea se va volviendo demasiado evidente, y se sacrifica aún más con varios toques de exotismo (además de los clisés del cine de acción) con algunas referencias pintoresquistas a la religiosidad popular y a los toques de tambor afromontevideanos.

Pese a que Togo trepó a la lista de películas más vistas en Netflix-Uruguay a poco de su estreno, ¿se convertirá en otro título para olvidar en el supermercado de ofertas de la ene roja? ¿Esto será "efecto" de los estándares de producción de esta plataforma? ¿Cómo quedará este título en la reconocida filmografía de Caetano, que tiene obras de referencia, como Pizza, Birra, Faso (de 1998, dirigida junto a Bruno Stagnaro), Bolivia (1999), Un oso rojo (2002) y las recordadas series de televisión Tumberos, Sandro de América, Apache: la vida de Carlos Tevez y El marginal?

Lo que sí queda claro, y de forma contundente, que Caetano es ya uno de los directores mayores de la región, y que ha conquistado su prestigio por su sensibilidad y habilidad técnica para anclar las historias en el entorno local, para recuperar la trama simbólica que sostiene las vidas de personajes marginales, intensos.

Sacale la ficha

Título original: Togo

Año: 2022

Duración: 95 minutos

País: Uruguay

Dirección: Israel Adrián Caetano

Guion: Israel Adrián Caetano

Música: Diego Caetano Guerra

Fotografía: Juan Manuel Apolo

Reparto: Diego Alonso Gómez, Néstor Prieto, Catalina Arrillaga, Luis Alberto Acosta, Marcos Da Costa, José Pagano, Federico Morosini, Sabrina Valiente

Productora: Trailer Films, Ska Films, La Expresión del Deseo.

Distribuidora: Netflix

Por AL

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