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Cultura y espectáculos

MÁS DE 40 MURALES Y 100 CUADROS

De las páginas a los muros

El grupo El Pasaje, formado por Daniel Pereyra , Guarazú , Renzo Vayra y Roberto Poy, expondrá en Miami auspiciado por el Consulado uruguayo y el Ministerio de Educación y Cultura. Una investigación que salta de las páginas a los muros, realizada en el exhotel Ermitage de Pocitos.

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Textos e imágenes: Grupo El Pasaje 

En el 2021 se cumplen 30 años de la primera revista de historietas Vagón. El grupo El Pasaje se formó al cierre de aquella época fermental, donde el modelo era la historieta europea de los 70 y la revista Fierro Argentina. Esa primera etapa estuvo marcada por una muy buena difusión. Coincidíamos con el movimiento del rock nacional y la apertura democrática, pero poco a poco el universo de la historieta resultó un tanto estrecho. Una exposición, un manifiesto, y editar en formatos extraños, fueron una suerte de primeros pasos hacia acercar el mundo de la historieta y el de la plástica.

El mundo under, y no tanto, del cómic acompañó ese proceso e intención, abriendo el campo hacia nuevos horizontes como son trasladarse del cómic narrativo al cómic poético, y trabajando nuevas formas de interacción entre la palabra y la imagen, y el cómic abstracto, que se aleja de ambos en un camino de experimentación de la forma pura y sin narración. O sin narración entendida como el desarrollo de una historia con cierta racionalidad, dando lugar a secuencias de formas, colores y figuras valiéndose por sí mismas, cuyos sentido interpretación y significado son más abiertos y libres a subjetividades que en las historietas clásicas.

Pasaron casi 20 años para que El Pasaje se volviera a juntar. Dos premios del MEC transmutaron a Vagón al formato libro, sumar colaboradores e investigar en nuevos caminos, marcaron algunos rumbos formales. Hoy Vagón se volvió una suerte de catalizador de toda esta experiencia.

En 2020 nos acercamos al proyecto de transformación del antiguo hotel Ermitage en el actual Espacio Zag de Pocitos. Nos recibieron en una habitación inundada de anotaciones, planos, lluvias de ideas, palabras disparadoras, afiches, pruebas de color, diseño, y libros de referencia. Los arquitectos de RAMM, Raúl Lemoyne y Pedro Berges, junto a gran parte del grupo involucrado en el proyecto, nos explicaron sus objetivos, su etapa de experimentación y forma de trabajo.

La luz y el color eran determinantes, y serían elementos vivenciales en la transmutación del espacio. Los colores se estudiaron hasta generar una paleta que atravesara todo el edificio, con una coherencia interna dentro de cada piso. El concepto de upcycling, o reutilización creativa, sería eje transversal y aplicado a la estructura edilicia, los muebles, cuadros y objetos decorativos. Nuestro rol fue el de acompañar ese proceso interviniendo cuadros y proponiendo murales para el espacio habitable. Las personas que vivan en el edificio convivirían con un mural personal o con cuadros. Obra original, en una suerte de museo puertas adentro, para disfrute de un coliving donde la comunidad fue incluso vivenciando el proceso de trabajo y la transformación viva del edificio. La premisa era respetar la paleta de color de cada piso, restringida a cinco colores que iban moviendo su matiz piso a piso. Muchas veces, aspirando a usar solamente tres, más blanco y negro como complementos.

Con el tiempo, alejarse cada vez más de la figuración se volvió una intención colectiva. El proceso de pasar del diseño a la gran escala del formato mural, y los elementos técnicos que llevaban esta investigación, nos hicieron ponernos a estudiar procesos que para nosotros no eran los más habituales. Estas limitaciones, la del color predefinido y la de trabajar con la abstracción, nos llevaron por caminos que de otra manera quizás, o muy posiblemente, no hubiéramos recorrido.

La gran sorpresa fue encontrarnos con que los murales y cuadros tenían una secuencia. Y esa secuencia muy naturalmente nos devolvió a la historieta. Pero por primera vez, en la historia del pasaje, a la historieta abstracta. A partir de ahí el planteo que llevábamos a las paredes y lo pictórico tuvo otro elemento, que si bien era bastante hermético, era narrativo.

Había una secuencia en la que los cuadros o murales podían ser viñetas de una página entera, que solo se vería completa en otro medio, a través de una publicación en formato libro, planificado para Octubre. RAMM nos fomenta esa idea con un objetivo editorial que ya venían construyendo a nivel conceptual. Ahora llegó el momento de reunir todo ese material. Una página dio lugar a otra, y a eso le sumamos historietas que fueron inspiradas o generadas a partir de esta investigación.

El trabajo se extendió a lo largo de un año con entregas de cinco murales por mes y 12 cuadros por piso. La forma de trabajo era a varias manos, donde los egos se contenían y se daba piedra libre a que todos interviniéramos en la obra del otro, o lleváramos a cabo su traslado de un formato a otro, del diseño a la pared, de la hoja al cuadro, en una suerte de taller-gremio medieval donde luego de la selección de los arquitectos, pintábamos y dibujábamos todos los diseños de todos.

Los plazos de entrega llevaban a que las imágenes fueran buscando diferentes estéticas, según las emociones de cada momento y el retorno que teníamos como equipo. Hay una excepción a esta forma de trabajo, que fue el piso quinto, donde comenzamos originalmente. Ahí se experimentaron métodos de trabajo, diferentes propuestas gráficas. Las primeras ideas incluían fauna y flora autóctona, el movimiento como disparador, la descontextualización de las líneas cinéticas, elemento característico del mundo del cómic, y personajes semiabstractos que sugirieran ideas de comunidad, diversidad y otros valores que son representativos del espacio.

Después se empezó a trabajar con la paleta restringida y la abstracción, y los caminos se fueron modelando. Cuando llegamos a la última etapa del proyecto, se volvió a intervenir el piso quinto, en conjunto con otro colectivo, El garaje de los Sueños, siendo el resultado sustancialmente visceral. A diferencia del resto de la producción, allí no se respetó ninguna paleta, ni la abstracción como predominante, si bien está presente. El resultado fue un salvaje corolario de un año de trabajo.

La historieta en un principio entra como colada en este proyecto. Si uno ve toda la producción, como imágenes independientes no hay narración. Pero cuando estas imágenes abstractas se ponen una al lado de la otra, aparece la mencionada secuencia y los elementos del color, del diseño, algunos “personajes” o formas que se repiten, elementos estilísticos que volvían a surgir y empezaban a dar nuevas características a nuestras formas de dibujar-pintar-diseñar, nos hicieron abordar, potenciar e impulsarnos en una narración diferente.

Investigando sobre esto que nos acontecía, descubrimos en la web a Andrei Molotiu, un artista e historiador del arte que enseña en la Universidad de Indiana, Bloomington, y que en el año 2009 editó Abstract Comics: The Anthology, la primera colección dedicada a la historieta puramente abstracta. Ofreciendo experimentos de dibujantes establecidos, así como nuevas piezas de artistas emergentes, el libro está disponible gracias a la editorial norteamericana Fantagraphics y fue catálogo de la exposición «Silent Pictures», en setiembre de ese mismo año en la Galería James del Cuny Graduate Center. Nautilus, una colección de cómics abstractos propios de Molotiu, acababa de ser publicada por Fahrenheit Editions.

Otro punto de exploración importante fueron las relaciones entre la historieta y la arquitectura, que han sido analizadas en detalle por el arquitecto Jorge Tuset Souto a lo largo de los años, desde su tesis sobre las relaciones entre arquitectura y cómic en la obra de Schuiten y Peeters, hasta su capítulo referido al manejo del cómic aplicado a la enseñanza y crítica arquitectónica en Uruguay en Comics Beyond the Page in Latin America, editado por Dr. James Scorer y publicado por UCL Press en Reino Unido en el año 2020.

En paralelo, se dio que uno de los integrantes del grupo, Guarazú, empezara a trabajar con la editorial Fourth Way Comics, de California, que consta entre sus autores con varios latinoamericanos y que experimentan también con la abstracción en la historieta, así como con la historieta poética, y la improvisación musical sugerida por los cómics que crean como disparadores. Dicha editorial expresó su interés en la experiencia de El Pasaje en Espacio Zag, así como su voluntad de realizar colaboraciones con El Pasaje.

En todos los análisis o investigaciones que encontramos, por demás interesantísimos para nosotros, no se explora, sin embargo, la posibilidad de la historieta tomando forma y lugar real dentro de la arquitectura, como comenzó a suceder de a poco en nuestra experimentación dentro de Espacio Zag, y que esperamos expandir en otros edificios y contextos.

Siendo Estados Unidos un punto referencial en el no muy extenso pero prometedor campo del cómic abstracto, surge el objetivo de llevar una muestra al país del norte, que constará de originales y fotografías que denoten nuestro proceso y las enormes nuevas posibilidades y potencial de las interacciones entre el cómic, la arquitectura y la abstracción.

 

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