Sabrina Álvarez, historiadora, habló en Legítima Defensa sobre los sindicatos uruguayos: pasado, presente y futuro.
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¿Cuándo podemos decir que empezó el sindicalismo en Uruguay?
El sindicalismo en Uruguay es heredero de una corriente de ideas que llegaron con los inmigrantes hacia fines del siglo XIX y también es heredero de las luchas sociales y colectivas de los trabajadores que no tenían salario remunerado como los esclavizados y todas las formas de trabajo que existen desde la época colonial en estos territorios. Las corrientes interpretativas eurocéntricas no nos han permitido ver ciertas tradiciones y hay un vacío historiográfico.
Las instituciones sindicales parecidas a las de la actualidad se empiezan a consolidar a principios del siglo XX; sobre todo en la década del 40 y del 5o. A partir de una serie de cambios de la estructuración de la economía uruguaya en su forma de inserción en el mundo capitalista se empiezan a desarrollar cambios de avance de la industrialización y la emergencia de una nueva clase trabajadora urbana, industrial, que convive con los trabajadores rurales.
Cuando hablás de que es heredero de otras formas de colectivización, ¿de qué estás hablando?
Una de las primeras formas que trajo la inmigración europea es el mutualismo, que hasta el día de hoy hay organizaciones que se identifican con esa forma organizativa. Los trabajadores artesanales empezaron a generar formas de organización para la ayuda mutua, la solución conjunta de distintos asuntos en relación con la salud o el acceso a los servicios.
A fines del siglo XIX y principios del XX con la influencia de los anarquistas encontramos las sociedades de resistencia donde hay una lógica de movilización donde la característica tiene que ver sobre todo con organizarse para enfrentar a las patronales y al Estado. Alimentaron la germinación del movimiento sindical.
¿Desde cuándo hay conmemoraciones del 1° de mayo en Uruguay?
Uruguay fue de los primeros países en conmemorar el 1° de mayo y tiene que ver con la fuerte presencia que tuvo en Uruguay en el Río de la Plata la inmigración. Hubo una conexión temprana con esos movimientos a nivel mundial occidental y un fuerte internacionalismo en la primera etapa, que paulatinamente se fue perdiendo.
El movimiento obrero uruguayo es particular…
Ahí soy heredera de la crítica de Real de Azúa sobre la idea de la excepcionalidad uruguaya. Somos excepcionales, pero no tanto, aunque por otro lado sí. Es difícil comparar las dimensiones de un país de 3 millones de habitantes con los países de al lado por su dimensión y la diversidad [que poseen]. Sí es de destacar el proceso unitario y de paulatina unificación de muy larga duración porque intentos de unificación se encuentran desde principios del siglo XX, hay idas y venidas y problemas hasta que se llega al proceso entre el 64 y el 66 en la conformación de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT).
La CNT no pretendía ser una central, sino un espacio de encuentro, de articulación con la diversidad de formas de organización [de las distintas grupalidades], con sus diferentes maneras de organizarse y con sus diferencias políticas. Es una gran fortaleza que ha tenido la CNT y el PIT-CNT desde el inicio.
¿Cómo ha sido el relacionamiento entre los gobiernos y el movimiento obrero?
A tono de hipótesis podemos decir que depende del signo de gobierno. Hay una variable que es importante, que se la puede matizar, pero en los contextos de crisis económica hay una tensión mayor. Esa tensión depende de si hay espacios de diálogos o si se niega al actor sindical como actor político. A medida que fue avanzando la capacidad política de los trabajadores se fue empujando a la formación de legislación que le fue formando espacios de negociación y diálogo del propio Estado, como los consejos de salarios.
En los gobiernos de tinte batllista hubo represión a los trabajadores como en el 52, por eso hay que hilar muy fino y ver cada uno de los momentos. Es cierto que los gobiernos de tinte más liberal en lo económico, pero conservador en lo político tienden a querer que el sindicalismo y sus representantes estén cada vez más silenciados dentro del sistema político-social.