Hollywood también a hecho su aporte al recuerdo con las películas sobre Einstein y Oppenheimer.
Hijo del Sol
El 2 de septiembre de 1945, varios representantes del Imperio de Japón firmaron el Acta de Rendición en la Bahía de Tokio a bordo del USS Missouri. El Gral. Mc Arthur había agregado entre tantas condiciones terribles para el imperio japonés, una frase señalando que Hirohito, emperador de la nación enemiga, que con el tiempo iba a volverse aliado cercano de EEUU, no era hijo del Sol.
Shigemitsu, en nombre del gobierno civil, y el general Umezu, que lo hizo en nombre de los militares, firmaron sin reservas salvo un punto: tacharon la negación de “Hijo del Sol del Emperador”. Terminaba la guerra.
La primera orden
En Nagasaki, los que dieron la orden, comandaban el avión, dirigían la operación desde la base, unas catorce personas quedaron afectadas para toda la vida. Fue el capitán Eatherly, lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima, Beahan lo hizo sobre Nagasaki, tres días después.
Sobre Hiroshima la orden de disparar, de bombardear fue del comandante Eatherly. Obedecía órdenes, pero dijo la mágica palabra: “adelante”. Se abrió la compuerta inferior de la nave aérea y cayó la bomba. De apariencia similar a cualquier otra bomba de las tantas ya habían lanzado. Pero cuando explotó, el gigantesco hongo de humo sacudió la nave. Antes de regresar a la base aérea americana se vio apenas un dibujo del daño causado. Claude Eatherly se volvió loco.
Después del fin de la Segunda Guerra Mundial y de su retirada de las Fuerzas Aéreas, Eatherly se dedicó a cometer crímenes con el objeto de declararse culpable del bombardeo, de que se le viera como un criminal y liberarse de su cargo de conciencia. Debido a sus recurrentes crímenes y juicios, Eatherly pasó gran parte de los años siguientes en el Hospital Psiquiátrico de Waco, desde donde mantuvo correspondencia con el filósofo Günther Anders, quien propició la libertad de Eatherly.
Murió loco en 1978.
La segunda
Tres días después, el mayor Kermit Beahan, lanzó la bomba atómica sobre Nagasaki. Obedecía órdenes. Pero también cargaban sobre su conciencia, él, los comandantes de la base, pilotos etc., el conocimiento empírico de lo que sucedería y las consecuencias que tendría para la población. Todos ellos murieron con huellas indelebles de esta tragedia…
Locos por matar.
Aniversario del horror
En poco hará un siglo de la tragedia de Hiroshima y Nagasaki. En pleno tercer milenio todavía hay países que explora armamento atómico. Y otros que con armas convencionales toman como víctimas a la población civil, mujeres niños, trabajadores. Por la Paz, médicos.
¿Uno pude pensar en cuántas vidas se salvaron para justificar que dos bambas maten a 140.000 personas dejando un tendal de gente con consecuencias de la radiación y los problemas psicológicos que un hecho así conlleva? ¿Vale todo en la guerra? ¿La evaluación de lo que se Vita puede justificar un daño tal? Hace 80 años y hoy…
Hacernos estas preguntas a casi 80 años de la caída de amabas bombas: el Pequeño Niño y el Hombre Gordo es el mejor homenaje a los caídos en aquel desquicio contra la humanidad.
Hoy, terminando el primer cuarto del siglo XXI hay conflictos bélicos donde los civiles son objetivos y víctimas. “Para evitar un mal mayor”. Ya son casi 40 mil los muertos civiles en la Franja de Gaza… Encerrados, desplazados, sin escapatoria.
Por la Paz verdadera en el mundo.