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La desesperación es evidente en sus comerciantes. "Nunca ocurrió algo así. Los comerciantes tienen grandes daños, pero estamos aquí luchando", manifestó Ronaldo Pinto Gomes, gerente del mercado, que alberga un centenar de puestos y una treintena de restaurantes, agregando que aún no sabía cuándo iba a terminar la inundación.
En las proximidades, el también comerciante Eduardo Durval, administrador de una galería de tiendas, aseveró que la rápida subida del río los agarró "por sorpresa" y tuvieron que evacuar el lugar rápidamente.
El empresario calcula que van a tardar 15 días en poder volver a trabajar con normalidad. "Aunque el nivel del río baje, los edificios van a necesitar más tiempo porque los ascensores y las bombas de agua no funcionan", afirmó.
Ciudad colapsada
En ese contexto, cuatro de las seis estaciones de tratamiento de agua de la urbe no estaban funcionando y las dos restantes tenían capacidad reducida, por lo que el Ayuntamiento solicitó a los habitantes limitar el consumo de agua potable.
Además, decenas de calles están cortadas, el estadio de fútbol del popular Grêmio se ha convertido en un lodazal y el aeropuerto internacional de la ciudad, uno de los más grandes del país, seguía cerrado desde la noche del viernes.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, viajó a la región para apuntalar las labores de ayuda a la población y garantizó que el Gobierno federal pondrá todos los esfuerzos necesarios para la reconstrucción del estado, fronterizo con Argentina y Uruguay.
Entre tanto, las autoridades informaron que el número de muertos supera los 70, mientras que la cifra de desaparecidos es ya de más de 100. Al mismo tiempo, se reportó de unos 70.000 desplazados. En total, en 300 de los 496 municipios del estado se han registrado problemas derivados de las intensas lluvias.
(Vía RT)