La sede del Sindicato Único de Trabajadores del Mar (Suntma), en la calle Ciudadela, a metros del Puerto de Montevideo, vive en permanente ajetreo. Es que desde hace un mes miles de trabajadores del sector se encuentran en huelga en reclamo de mejores condiciones de trabajo. «Nos cansamos de que el ajuste sea siempre en el salario de los trabajadores, de las malas condiciones de trabajo, de los lock–out patronales que nos dejan sin trabajar», dijeron a Caras y Caretas Richard Martínez y Alexis Pintos, integrantes de la directiva del Suntma.
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Trabajan en la industria unas 5.000 personas, tanto en forma directa como indirecta, de las cuales unas 600 son embarcadas. Desde el pasado 3 de julio todos los barcos de la flota pesquera nacional se encuentran paralizados.
Martínez y Pintos coincidieron en que las causas del conflicto tienen raíces profundas. «Lo que está pasando en la industria es lo que pasa en otros sectores, un cambio en la matriz productiva que no fortalece la industria manufacturera», afirmaron.
En este sentido recordaron que de la política pesquera de los años 80, cuando había barcos del Estado y la producción de captura era de 170.000 toneladas anuales -hoy son 60.000-, se pasó al predominio de la captura de corvina y de merluza, «la que por sistema de arrastre es depredatoria». «Entendemos que hay decadencia, donde hubo un desamparo del Estado y donde los trabajadores siempre insistimos en la renovación de la flota, en la diversificación del arte, ya que se trata de un alimento para los uruguayos, para los más desprotegidos».
«Hoy la huelga tiene características salariales, pero también de tratar de resolver el problema de una vez por todas», subrayaron. «Si en realidad no hay voluntad política de resolver el problema, que nos digan ‘la captura de pesca silvestre no nos interesa’, entonces veremos cómo nos reconvertimos, pero que haya una solución».
Por esa razón señalaron que hoy «estamos instalando un montón de factores arriba de la mesa de discusión que queremos que se resuelvan a mediano plazo». Entre ellos está la renovación de flota y el salario. «Hoy ganamos a la parte, que significa un precio de captura y estamos las 24 horas trabajando. La parte en Europa se entiende como una tercia que se divide entre los trabajadores. Acá estamos regidos por mercados internacionales, con precios internacionales. Para calcular el salario de los trabajadores se toma un divisor y se separa el 50%. Si se calcula y da 1.500 dólares, el salario se rige por 750 dólares, porque se separa la mitad. Hay un descuento del 50% que es para cubrir los costos. En la pesca artesanal es medio parecido, allí hay cinco partes, van tres trabajadores, el dueño de la herramienta lleva el 20%, la barca es un 40, si el va a trabajar se lleva 60 y un 20 para los dos trabajadores que van asalariados. Eso es una ganancia mucho mayor si hubiera salida permanente».
Sobre la renovación de la flota entienden que es el momento de comenzar a hacerla. Señalaron que gran parte de la flota pesquera se compone de barcos con 60 años de antigüedad, algunos más. «Algunos barcos tienen hasta 60 años de antigüedad y las condiciones de trabajo son de 1900, se rigen por jornada ilimitada, están bajo la órbita militar porque están en el puerto de Montevideo y la autoridad es la Prefectura», precisaron. Y agregaron un dato entre curioso y alarmante: «La ley que marca el funcionamiento del barco es el Código de Comercio, que data de 1865, está totalmente a destiempo del mundo, sin embargo, cuando conviene se afirman en él y cuando no conviene, no sirve. Si nos beneficia a nosotros, no sirve».
«Creemos que hay que hacerlo en el mediano plazo, ya se habla de algunas líneas de crédito para financiar la renovación, nosotros lo queremos ya, porque en realidad hay una decadencia. Hoy tenemos 50 barcos pretendiendo mantener la misma tasa de ganancia como si fueran los cien. ¿Donde está el ajuste? En el salario de los trabajadores. Entonces nos cansamos. Nos cansamos de los lock–out patronales sistemáticos. En 2016 sufrimos uno porque en 2009 pudimos instalar dos cosas muy importantres que fueron el 90% de la triupulación uruguaya en barcos de bandera extranjera. No es por una cuestión nacionalista, el tema es que vienen trabajadores de afuera por debajo del laudo».
«Después la jubilación bonificada. En la tarea que nosotros desarrollamos, que es ilimitada, hay un desgaste mayor. Si un trabajador tiene que computar 30 años por ocho horas, nosotros por 24 horas tendríamos que computar 10 años. Siempre salimos al 10 por uno. En 2009 pudimos obtener de 20 años de trabajo y con 50 y pico de años nos jubilamos. Se jubiló un montón de compañeros. Los empresarios tenían que pasar a pagar en el BPS, encima del 7,5, el 25% por cada trabajador. Dicen que es muy alto. Puede ser. Pero la alternativa es no jubilarse. La alternativa para ellos fue, como en 2016, no salir. No nos dan los costos, no nos da la ganancia, decían, y hubo un ajuste en las jubilaciones. Pasamos de computar 20 años a los 30 a pasar a 25 o 26 a los 30, en un régimen en el que hay que tener 150 jornales anuales consecutivos durante 10 años y con la ruptura permanente que tienen los barcos se jubila el 16% de los compañeros. Ellos dicen que están pagando mucho, pero en realidad nunca pagaron el 27%, ya con el cambio de cálculo de años se redujo el cálculo al 7,5%. Eso mediante lock–out patronal, o sea que para tener trabajo hay que renunciar a esto que fue histórico», subrayaron.
Y en 2019 hay otro lock–out patronal. «Terminanos firmando en el ministerio, obligados porque salía la flota, que se mantengan las exoneraciones en los permisos de pesca. Tenían que empezar a pagar el 27% de la bonificación en mayo de 2019 y se pasó a mayo de 2020. Los trabajadores seguían sin jubilarse o por ese cálculo que es peor», agregaron.
«El año pasado, durante el período puente, se vencía el período de la descarga. Allí eran 13 trabajadores. Mediante un estudio de técnicos prevencionistas, y una huelga en 2008, se demostró que necesitaban 13 para hacer esa tarea aunque antes podían ir 20 o 30, pero les daban un volumen de dinero para repartir. Ellos querían un salario fijo por caja y lo ganaron. Trece cápitas y un salario fijo. Los empresarios nunca estuvieron de acuerdo y el año pasado firmamos el período puente y nos llevó una lucha larga porque los patrones querían reducir la cantidad de trabajadores. Se termina la zafra en octubre, paran los barcos y viene un lock–out patronal. En diciembre los compañeros tuvieron que sentarse a negociar una rebaja salarial del 17%. Nos dicen que estamos en huelga, nosotros vivimos en huelga permanente», sostuvieron.
«Hoy puntualmente queremos recuperar la licencia de 2013, que es un cálculo mucho mejor para el trabajador, y un bono de productividad que va atado a cláusula de paz», precisaron sobre los fundamentos de la huelga.
Otro aspecto que está en la raíz del conflicto es la situación de los trabajadores de los barcos congeladores. Se trata de naves que realizan todo el proceso de industrialización del pescado a bordo, sin tocar tierra. «Eso supone el traslado de las plantas. Antes los barcos traían la merluza fresca y se procesaba en tierra», explicaron. Pero, siguiendo lo que se hacía en el mundo, los empresarios fueron transformando los barcos en congeladores. «Se hace todo el proceso a bordo. Se trae un producto en caja terminado. Eso hizo que se sacara mano de obra en tierra y se trasladara a los congeladores. En estos uno se va durante muchos días. Sufrimos más desarraigo, las condiciones de los barcos son pésimas. Barcos que construidos para 12 personas se adaptaron para 21, y además en lo que único que se ha invertido en los últimos 20 años fue en agrandar las bodegas y la congelación, el resto de las condiciones siguen siendo las mismas. Una pesca que depreda, donde cada vez se capturan ejemplares más jóvenes».
En los congeladores
En ese aspecto entienden que «hay falta de control» del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP). «Faltan inspectores y eso hace que sea un campo fértil para hacer lo que quieran. Eso lo venimos viendo, no hay controles ni vigilancia de las artes de pesca, salvo donde los trabajadores le ponemos el freno».
A bordo de estos barcos, si bien la jornada no es ilimitada, recién en 2006 se pudieron obtener seis horas de descanso. «Se trabaja en malas condiciones, con frío. Hoy estamos reclamando por unas botas que protejan del frío», precisaron.
Y se vino la huelga
Fue el 17 de julio cuando los trabajadores, ya cansados de esta situación, decidieron ir a la huelga. «El conflicto venía desde antes», explicaron, cuando se «resolvió mantener una asamblea permanente por parte de los delegados, porque en ese momento no podíamos hacer asambleas más grandes. Y luego se decide la entrada de los barcos por una asamblea general. Eso fue el 5 de julio. El 7 tuvimos la asamblea general, en la plaza frente al Ministerio de Trabajo, primero por una cuestión sanitaria porque nuestras asambleas son muy concurridas. Y para dar un mensaje político de que de la calle no nos íbamos a ir» .
De esa asamblea callejera «salió la decisión de ir a la huelga hasta tanto no se atendieran los reclamos».
Había terminado la negociación colectiva y las mediaciones del ministerio, las reuniones, donde no hubo avance y donde siempre la propuesta era que el ajuste se debía hacer en la mano de obra a través del salario, de condiciones de trabajo, de perder más derechos».
«Tenemos la barra que está firme», afirmaron en referencia a la firmeza con que el gremio de la pesca está llevando adelante la lucha. «Tenemos una barra que quiere ir por todo, que se cansó, que entiende que el camino es dar pelea y no claudicar. En este marco se han dado algunas gestiones, propuestas del ministerio, más allá de declarada la huelga, hasta que presentaron una propuesta que se va a discutir en la asamblea».
Desde el inicio de la huelga, y mientras esta se desarrolle, los trabajadores han instalado campamentos en distintos puntos para dar a conocer a la población las causas de su lucha. Algunos están en fijos en la plaza Primero de Mayo, frente al Palacio Legislativo, en Las Piedras, y en Piedras Blancas. Otros se instalan durante el día en distintos lugares.